Casi una década después de lanzado el proyecto, la construcción de la hidrovía Paraguay- Paraná, en el cono sur de América, continúa recibiendo severas objeciones sobre el impacto ambiental negativo que puede generar.
Grupos ambientalistas de la región, angustiados por esa circunstancia, exigen a los gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay que informen ampliamente a los ciudadanos de esas cinco naciones sobre la situación creada.
El reclamo fue formulado el día 12 por Ríos Vivos, una coalición integrada por más de 300 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) ambientalistas y grupos indigenas de los países involucrados.
La preocupación tiene bases sólidas. Estudios de la coalición, también integrada por agrupaciones de Europa y Estados Unidos, y expertos independientes,encendieron una intensa luz roja frente al proyecto en general, y la situación que se derivaría en el Gran Pantanal brasileño en particular.
El Pantanal tiene un área de 128.000 kilómetros cuadrados y es el mayor sistema de humedales del mundo, habitado por una enorme variedad de animales, unas 650 especies de aves, 240 variedades de peces y 90.000 tipos de plantas.
El proyecto busca mejorar y aumentar la navegabilidad de los rios para asegurar el flujo continuo de embarcaciones con mayor capacidad de carga, a lo largo de los 3.442 kilómetros entre los puertos de Nueva Palmira (Uruguay) y Cáceres (Brasil).
La iniciativa prevé que en el futuro esos ríos sean surcados por embargaciones de hasta 300 metros de longitud, 50 de ancho y tres de caslado, con una capacidad de carga de 24.000 toneladas, equivalente a 800 camiones de 200 caballos de fuerza cada uno.
De esta forma, a costos muy inferiores a los utilizados por otras vías, se dará lugar a un tránsito de 20.000.000 de toneladas anuales hacia el año 2000, de las cuales la mitad corresponderán al comercio interno y el resto al comercio con ultramar.
En 1990 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que había comprometido su apoyo económico para mejorar la nagegabilidad de los ríos, condicionó el mismo a definir el impacto ambiental del proyecto.
Ese estudio, que demanda 11 millones de dólares, terminará a fines de 1996, pero a comienzos de este mes concluyó una primera etapa de diagnóstico.
Este primer dictamen oficial "respondería parcialmente al acceso de información pública planteado desde hace más de dos años por las ONG, pero existen serias dificultades para hacerlo", dijo a IPS Silvia Ribeiro, de Redes Amigos de la Tierra-Uruguay.
Por esa razón, añadio, "se urgió" al BID y al Progama de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como principales financiadores del estudio, que "garanticen la disponibilidad de los documentos a un círculo mucho más amplio de la sociedad", según el compromiso que habían asumido.
El Comité Intergubernamental de la Hidrovía (CIH) asegura que el 17 de mayo, en Asunción del Paraguay, divulgaraáel informe de 4.000 páginas en una reunión pública.
Junto a una delegación de Ríos Vivos, Ribeiro partió este lunes a una gira por varios países europeos para entrevistarse con autoridades y agencias privadas con el fin de explicar las preocupaciones que suscita el proyecto.
El Pantanal cumple con una función reguladora de toda la cuenca y la alteración de su función determinará inundaciones y sequías río abajo, afectando en particular zonas del Chaco paraguayo y argentino, al modificar el régimen hidrológico.
El impacto negativo también se producirá sobre las múltiples poblaciones y etnias indígenas que viven en el Pantanal y áreas cercanas, según establece el llamado "Informe Ponce", elaborado por el hidrólogo Víctor Manuel Ponce y considerado el mayor y más profundo realizado hasta el momento sobre el tema.
Ponce, catedrático de Ingniería Civil y Ambiental de la Universidad de San Diego, California, realizó dos años al frente de un equipo un relevamiento sobre el impacto hidrológico y ambiental de la hidrovía.
El informe no ha sido rebatido por ninguna organización oficial o privada vinculada al proyecto.
Para los indígenas, la alteración del ecosistema del Pantanal mina la base de su supervivencia en términos físicos y culturales, alerta el estudio.
Los impactos negativos profienen de la propia construcción de la hidrovía, pero también del previsto avance de la frontera agrícola, el aumento de la deforestación y las activiadades mineras, que son las que harían rentable el proyecto.
Mauricio Galikin, de la fundación brasileña Cebrac, que coordina la comisión técnica de Ríos Vivos, destacó que para el proyecto será necesario profundizar el lecho del río, modificar curvas y meandros y retirar 15.000 milolones de metros cúbicos de agua del río Paraguay.
"Con menos agua el Pantanal absorberá menos energía solar y verá reducido su potencial biótico, su productividad. Su capacidad de generar vida disminuirá", señaló Galikin.
A las objeciones mencionadas, se sumó a fines de 1995 la de Tim Wirth, subsecretario de Estado para Asuntos Globales de Estados Unidos.
"Si se consideran cuidadosamente los detalles del programa y sus aspectos económicos, se concluye que no es un proyecto sensato", advirtió el funcionario estadounidense.
Wirth añadió que "aquellos que están ansiosos por construir la hidrovía deberían considerar los problemas que pueden surgir si se cambia el sistema hidrológico en varias áreas". (FIN/IPS/rr/dg/if- en/96)