Una vieja barriada popular de la capital de Venezuela decidió retar a la naturaleza y recuperar su hábitat, pese a que buena parte del terreno que la acoge es atravesado por una falla geológica.
Agua China, barrio del oeste capitalino, soportó el año pasado 68 deslizamientos y ante la llegada de la estación de las lluvias en este país tropical, en mayo, las 800 familias residentes apresuran la conclusión de su primera iniciativa: el reemplazo de 40 viviendas de una zona de alto riesgo.
La recuperación integral de Agua China, en la parroquia Macarao, tomó como referencia el modelo del barrio Catuche, una experiencia comunitaria de autogestión que busca el saneamiento ambiental y la prevención de desastres, además de mejoras significativas en cuanto a servicios públicos.
Catuche, Agua China y un tercer proyecto similar por concretarse, en la avenida Morán, podrían definir un nuevo estilo de convivencia en la ciudad a través de los llamados consorcios, asociaciones civiles constituidas para decidir en asambleas comunitarias las líneas de acción.
En Agua China todo ha comenzado con la construcción de las 40 viviendas en una zona más estable del mismo barrio, con el fin primario de evitar víctimas humanas, como las que las lluvias suelen acarrear en alguno de los barrios pobres que se empinan por las arcillosas montañas del valle caraqueño.
Pero el programa de reordenamiento urbano es integral y contempla una amplia labor de construcción de cloacas, caminerías, escaleras, avenidas y hasta la creación de un pre-escolar, una escuela, un liceo, parques y espacios para el deporte.
Para desarrollar el proyecto se creó el Consorcio Rehábitat, una asociación civil sin fines de lucro promovida por la Fundación de la Vivienda Popular, ente que alleva a cabo desde hace 38 años iniciativas para atender problemas de viviendas con aportes de la empresa privada.
El 16 de marzo de 1995 Rehábitat firmó el convenio de transferencia de recursos con la Alcaldía de Caracas para recibir los primeros 137.000 dólares que cubrirían estudios técnicos y las primeras obras de mejoramiento, explicó a IPS Oswaldo Carrillo Jiménez, presidente del consorcio.
La figura del consorcio no es más que la integración de fuerzas: por una parte la Alcaldía prové el dinero, la comunidad decide las acciones y un ente no gubernamental como Rehábitat orienta y supervisa las obras.
Carrillo informó que "podría decirse que Agua China es un proyecto de largo plazo que contempla mejoras en el urbanismo y la rehabilitación física para generar servicios y el desalojo de un área inestable donde hay 110 casas".
Si bien es la Alcaldía de Caracas la que ha aportado hasta ahora los recursos económicos, la comunidad ya comienza a buscar nuevas vías de financiamiento internacional, pues el costo del proyecto asciende a siete millones de dólares.
Una inversión de esta magnitud se justifica, según Carrillo, "porque trasladar a otra zona a todas estas familias tendría un costo muy superior".
Solamente en Caracas hay 700 barriadas levantadas en su gran mayoría en terrenos inestables. En los alrededores de la ciudad, otras 600 zonas populares consolidan un enorme cordón de marginalidad.
Hasta hace poco la política nacional venezolana consideraba que los barrios conformados por ranchos (viviendas precarias) tendrían que desaparecer para dar paso a las áreas verdes.
Esta filosofía cambió a raíz de un Congreso que realizó la Organización de Naciones Unidas para la Eduación, la ciencia y la Cultura (Unesco) para analizar la rehabilitación de los barrios del Tercer Mundo.
Fue así como se determinó que los habitantes de estos sectores no podían considerarse invasores de áreas verdes, sino que esas zonas debían incorporarse a la ciudad.
Uno de los aspectos claves que han hecho posible este proyecto es el alto nivel profesional de los miembros de la comunidad de Agua China, explicó a IPS César Martín, proyectista de Rehábitat.
Martín destaca que un proyecto integral no se queda sólo en la construcción de acueductos, cloacas, vías, sino que supone un concepto más amplio para que la gente entienda que de su participación dependerá el éxito y mantenimiento de las mejoras.
Agua China tiene una extensión de 38 héctareas y 1.200 casas. Se realizarán vías en 3,6 kilómetros, escaleras públicas en tres kilómetros y caminerías en otros 11 kilómetros. Estas últimas serán mantenidas por la vía de condominios privados, dijo a IPS el urbanista Federico Villanueva.
Se construirán dos pre-escolares, dos casas comunales, un liceo, canchas deportivas en 3.504 metros cudrados y en 4.000 metros cuadrados áreas verde para el disfrute de la población.
"Todas estas obras las podemos hacer con un rendimiento que oscila entre 33 y 50 por ciento", comentó Villanueva.
Manuel e Ingrid Castillo nacieron en Agua China y hoy se muestran optimistas con el proyecto, incluso admiten su orgullo porque esta experiencia será definitiva para el Plan de Reordenamiento Urbano de la Alcaldía de Caracas.
Ingrid forma parte del Consorcio, participando en el equipo comunitario. Su hermano Manuel Castillo, abogado, asesora legalmente a los residentes.
"Desde 1994 comenzamos a organizarnos vecinalmente", señaló Henry Castro, presidente de la Asociación de Vecinos de Agua China, informando que un martes al mes los habitantes se reúnen para estudiar el avance del programa y decidir nuevas acciones.
Dos veces al mes se realizan los encuentros con los representantes del Consorcio: tres vecinos, los proyectistas de Rehábitat, la Fundación de la Vivienda Popular y la Alcaldía de Caracas.
Casi ocho por ciento de las viviendas caraqueñas no disponen de agua por acueducto, otro 3,9 por ciento carece de alumbrado eléctrico, 2,5 por ciento carece de cloacas y la gran mayoría son ocupadas por no menos de 5 personas, según revelan las cifras oficiales más recientes.
Alfredo Cilento Sarli, profesor de la Universidad Central y asesor del Consejo Nacional de la Vivienda, sostiene que en la restauración el patrimonio edificado por los pobres deberá incluirse la erradicación de las viviendas edificadas en zonas afectadas por fallas mayores o severamente desestabilizadas a raíz de la propia ocupación.
Para este experto, "deben evitarse nuevas ocupaciones no planificadas, siendo urgente aumentar la oferta de tierras con urbanización básica, a fin de aliviar las presiones endógenas y exógenas sobre los barrios objeto de rehabilitación o restauración".
Para los habitantes de Agua China este proyecto no sólo mejorará su calidad de vida, sino que satisface la aspiración masiva de permanecer en un suelo que conocen desde su nacimiento.
La recuperación integral permitirá además controlar los deslizamientos. Agua China está situada en uno de los accesos de Caracas, la vieja carretera hacia la vecina ciudad dormitorio de Los Teques. (FIN/IPS/mm/dg/pr-en/96)