Decenas de miles de sustancias químicas sintéticas pueden reducir el número de espermatozoides en el esperma humano y alterar la salud de cientos de miles de especies animales, sostiene un nuevo libro publicado por Penguin.
Las personas expuestas a altas dosis de productos químicos podrían quedar estériles o tener hijos con malformaciones como penes de menor tamaño y dificultades de aprendizaje, dado que estos afectan la producción de estrógeno y progesterona, hormonas naturales que instruyen al cuerpo sobre cómo desarrollarse.
"Our Stolen Future" (Nuestro futuro robado), sintetiza material de cientos de investigaciones de las últimas décadas, y afirma que entre los productos dañinos se encuentran el pesticida DDT, los bifenil-policlorados y la crema anticonceptiva nonoxynol- 9.
Algunos de estos químicos aparecen en alimentos y envoltorios de nailon. Otros, como las dioxinas, son residuos de procesos industriales como blanqueado de papel e icineraciones, informa el libro, cuyo principal autor, Theo Colborn, es científico de la organización ambientalista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Estudios recopilados por el investigador danés Niels Skakkebaek demuestran que el conteo de espermatozoides en varios países europeos registra un descenso a la mitad en los últimos 30 años, y una rápida caída en naciones de industrialización acelerada del este de Asia.
Los autores del libro sostienen que no se han advertido grandes cambios en la gente porque la mayoría de los estudios médicos se centran en el cáncer y prestan poca atención a los problemas reproductivos.
"En su implacable lucha por dominar la naturaleza, los humanos estarían, inadvertidamente, socavando su propia capacidad de reproducirse, aprender y pensar", alertaron los autores del libro.
"Los productos químicos sintéticos son inhibidores de la autopista de la información biológica y sabotean la comunicación vital", afirma el libro.
Los autores utilizan ejemplos simples para ilustrar este punto, entre ellos proponen al lector imaginar qué sucedería si alguien altera las comunicaciones durante la construcción de un gran edificio, de modo que los instaladores sanitarios no reciben el mensaje de colocar los caños en la mitad de los baños antes de que los carpinteros cierren el edificio.
Ahora imagine que los interruptores químicos sintéticos que afectan la comunicación de los sistemas vivos están en todas partes, "en el caviar más fino, en los pingüinos de la Antártida, en las lluvias del monzón que caen en Calcuta, en la leche de una madre en Francia, en el esperma de una ballena en el Pacífico Sur".
Según el libro, la cantidad de sustancias químicas necesarias para interrumpir los ciclos reproductivos podría ser tan baja como una parte en un billón, mientras miles de millones de esos productos se vuelcan cada año en el aire, la tierra y el agua.
Otro elemento alarmante es que la concentración de muchos de estos productos aumenta a medida que se sube en la cadena alimenticia. La gente y los grandes animales adquieren una cantidad mayor de los contaminantes que las presas de las que se alimentan.
Los osos polares del círculo ártico y los albatros de la mitad del Pacífico son los últimos animales que los científicos pensaron podrían verse afectados por los productos químicos, por estar tan alejados de la actividad humana.
Pero todas las formas de vida están interrelacionadas en el planeta, y cuando la población de albatros sufrió una caída de tres por ciento en sus índices de reproducción en los últimos años, investigadores de Nueva Zelanda descubrieron un nivel anormal de productos químicos en los cuerpos de las aves.
La reproducción de los osos polares ha caído a más de la mitad, y científicos noruegos creen que se debe a niveles de químicos tóxicos en los osos 3.000 millones de veces mayor que en las aguas en las que viven.
La desaparición de numerosas especies en el mundo, entre ellas el sapo dorado de Costa Rica, las panteras de Florida Everglades, las nutrias de Inglaterra y los delfines de la costa de Turquía se atribuye también al impacto de los productos químicos.
Otros efectos de las sustancias sintéticas incluyen un aumento de 400 por ciento de los embarazos ectópicos entre las mujeres de Estados Unidos, y un aumento de 32 por ciento de los índices de cáncer de mama y de 126 por ciento en el cáncer de próstata en los últimos años.
Al Gore, vicepresidente de Estados Unidos, califica la publicación, para la que escribió una presentación, como "un libro de importancia crítica", y dijo que "en aras de la salud de nuestros hijos y nietos debemos buscar las respuestas con urgencia". (FIN/IPS/tra-en/pc/yjc/lp/en-he/96)