El director del FMI, Michel Camdessus, expresó hoy su confianza en la capacidad de Rusia para seguir adelante con sus reformas económicas, y advirtió que si su voluntad flaquea, el flujo de recursos se cortará de inmediato.
Ante el problema de hacer una propuesta apolítica de un programa de préstamos en medio del actual debate electoral, Camdessus consideró el tema como el simple cumplimiento de un contrato.
Rusia aceptó este jueves los términos de un préstamo de 10.200 millones de dólares, asumiendo que su incumplimiento producirá el retiro inmediato de los fondos, los cuales serán entregados sólo tras el logro de los objetivos fijados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en materia de gastos, ingresos y crecimiento monetario.
"Saben perfectamente que si exceden los límites presupuestales mensuales establecidos en nuestro programa, interrumpiremos el desembolso", dijo Camdessus, y añadió que el FMI seguirá de cerca la observancia de los plazos.
Pero Camdessus subrayó que el préstamo es para Rusia, no para el presidente Boris Yeltisn, quien enfrenta una dura campaña por la reelección en junio, y dijo que espera que un futuro gobierno, incluso comunista, respete los términos del acuerdo.
El préstamo confirmado este jueves es el segundo más grande en la historia del FMI, después del crédito de emergencia destinado en 1995 para superar la crisis financiera de México.
"No estoy aquí para comprar votos para Yeltsin. Estoy aquí para diseñar el programa financiero que transforme a Rusia en una próspera economía de mercado", dijo Camdessus.
La agencia de noticias rusa ITAR-TASS informó que el primer ministro de Rusia, Viktor Chernomyrdin, pasará este sábado discutiendo con Camdessus los detalles finales del pacto.
El voto de confianza de Camdessus en los términos del acuerdo y el claro derecho a interrumpirlo si las circunstancias lo demandan le han permitido mantener la distancia ante la política populista de Yeltsin frente a las masas de ancianos, pobres y desposeídos no beneficiados por las reformas de libre mercado.
Fueron estos votantes los destinatarios del discurso "del estado de la Nación", televisado este viernes, los mismos que en diciembre dieron su apoyo al rejuvenecido Partido Comunista, y que en junio podrían comportarse de modo similar.
El discurso de Yeltsin apeló directamente a los rusos que creen haber sido olvidados por la fiebre del libre mercado y tienen pocas esperanzas de participar de sus beneficios.
"Hace mucho tiempo que venimos pidiendo a la gente que se ajuste el cinturón, y la gente lo ha aceptado", dijo Yeltsin ante ambas cámaras parlamentarias, pero advirtió que la paciencia de los rusos "se está acabando".
Varios de los comentarios del presidente ruso sugirieron políticas que se oponen directamente a las directivas del FMI.
Con promesas que costarán al gobierno miles de millones de rublos, Yeltsin anunció que todos los salarios y pensiones serán pagados y que se compensará a los pequenos inversores que perdieron sus ahorros en fraudes.
El FMI ha evitado referirse a crecientes temores sobre declaraciones populistas como esta, de la misma manera que evitó poner mala cara ante medidas como el desplazamiento en enero del primer viceprimer ministro, Anatoly Chubais.
Chubais renunció después de admitir que ya no contaba con la confianza de Yeltsin, tras haber dirigido cuatro años de reformas económicas, privatizaciones masivas e intensas negociaciones con el FMI.
Thomas Wolf, presidente de la oficina del FMI en Moscú, ha dicho con frecuencia que la política interna no presenta una amenaza directa a las conversaciones sobre préstamos, como en este caso.
Algunos analistas creen que el ritmo general de la reforma no puede ser revertido. "El FMI está más interesado en las grandes cifras y en el proceso del cambio que en las riñas entre políticos", dijo Yelena Bragina, investigadora del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de Moscú.
El presupuesto de 1996 fue votado por el viejo parlamento, y está a salvo de cambios radicales, recordó Dmitri Rubvalter, experto del Centro Analítico Presidencial.
Pero ante la ausencia de beneficios visibles de las reformas coordinadas por el gobierno y el FMI, en especial en lo que concierne al grueso de la población, incluso los liberales partidarios del mercado dudan de que el logro de la baja inflación valga la pena. (FIN/IPS/tra-en/mom/rj/lp/ip/96)