Las relaciones entre Argentina y Francia muestran que cuando hay de por medio proyectos de negocios e inversiones crecientes, los asuntos políticos aún más delicados de la agenda bilateral se pueden conversar en un clima relajado y de mayor entendimiento.
El principio de que "el dinero hace la felicidad" fue aggiornado por una sabiduría popular menos prosaica que le añadió: "si no la hace del todo, al menos ayuda mucho a conseguirla".
La sentencia en sus dos versiones parece ser representativa del ambiente diplomático que precede a la segunda visita de Estado del presidente argentino Carlos Menem a París, que se realizará entre los días 26 y 28.
Para destacar el clima de concordia entre los dos países, la cancillería argentina señaló que París alteró el protocolo y convidó a Menem por segunda vez sin esperar que medie una visita de Estado del presidente francés a Buenos Aires, como hubiera correspondido.
Las empresas aún privatizables de Argentina y su sitio en el Mercosur tornan a este país un bocado tan atractivo a los ojos de empresarios franceses que los gobiernos optaron por bajar el tono a los desacuerdos sobre los capítulos de ensayos nucleares y derechos humanos.
"No es que haya existido un acuerdo. Cada país mantiene sus principios y sus posiciones, pero la lógica del interés lleva a que ambos decidan no poner el acento en la crítica", explicó a IPS Jorge Raventos, director de prensa de la cancillería argentina.
La parábola más perfecta de este razonamiento la marcó el embajador francés en Buenos Aires, Renaud Vignal, quien en vísperas de la visita de Menem anunció que su país es candidato a todas las privatizaciones pendientes en Argentina y que este país es el eje de las relaciones con América Latina.
Hace apenas ocho meses, Vignal, que fue definido ahora por Raventos como "un propagandista de Argentina", había protagonizado un entredicho con el gobierno y las Fuerzas Armadas de este país por el caso de un marino condenado por la justicia parisina por graves violaciones a los derechos humanos.
El capitan de fragata Alfredo Astiz fue acusado de asesinar a dos monjas francesas en Buenos Aires durante el régimen militar (1976-83). Astiz fue liberado aquí por la ley de obediencia debida promulgada en 1987, pero en París fue juzgado en ausencia, encontrado culpable y condenado a cadena perpetua.
El marino, que se convirtió en símbolo de la represión ilegal en Argentina, tiene pedido de captura internacional y no puede abandonar el país sin ser apresado y trasladado a Francia.
El caso Astiz volvió a la palestra en 1995 cuando el jefe de la Armada, el almirante Enrique Molina Pico, dijo que el marino tenía "condiciones morales" para ser ascendido.
Vignal se preguntó entonces si "ser un asesino es una condición moral para ser ascendido en la Marina argentina" y amenazó con no invitar a Molina a la celebración la fiesta nacional francesa, el 14 de julio, que se realizó en la sede diplomática.
Luego que Menem pidió a Francia que no intervenga en asuntos de este país y que la cancillería convocara a Vignal a dar explicaciones por su comportamiento, Molina recibió el convite. Meses después se anunció que Astiz había solicitado su pase a retiro.
Hoy, tanto Argentina como Francia consideran que el caso Astiz es un asunto que está en manos de la justicia.
Del mismo modo, la diplomacia primó en Argentina a la hora de tomar posición sobre las pruebas atómicas que realizó Francia en el Pacífico Sur durante 1995.
"Así como Francia no hará hincapié en Astiz, Argentina tuvo una actitud crítica más moderada que los países del Pacífico ante las pruebas nucleares, y prefirió acentuar el compromiso francés de suscribir un convenio para la eliminación definitiva de los ensayos", dijo Raventos.
Los acuerdos tácitos sirvieron para neutralizar cualquier amague de conflicto y ahora Menem desembarca en París con una nutrida comitiva de empresarios. Allí se reunirá con su par Jacques Chirac y con el primer ministro Alain Juppé.
Se entrevistará también con autoridades del empresariado francés y recibirá una medalla de las Universidades de París como reconocimiento a la presencia cultural argentina en esa capital.
Pero uno de los momentos más esperados por Menem es la visita al Consejo de Representantes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico. Argentina esta en el umbral del organismo que nuclea a los 25 países más industrializados y espera turno para ingresar a él.
"Si está México, ¿por qué no Argentina ?", se preguntó Vignal, en un gesto anticipado de respaldo.
Argentina y Francia tienen un intercambio comercial que pasó de 408 millones de dólares en 1990 a mil millones en 1995. Pero la balanza es desfavorable para el país sudamericano en más de 600 millones.
Las principales ventas argentinas a Francia se concentran en el rubro de productos agroindustriales, en tanto que la nación europea exporta hacia Buenos Aires una importante cantidad de automóviles Peugeot y Renault.
En cuanto a las inversiones, la síntesis muestra una curva ascendente. Entre 1979 y 1989 la inversión francesa directa en Argentina fue de 300 millones de dólares anuales y desde entonces subió a 500 millones promedio por año.
"Antes de 1989 las inversiones francesas iban al sector industrial, desde entonces comenzaron a llegar las empresas de servicios públicos para participar de las privatizaciones y luego sus proveedoras", relató el consejero económico de la embajada, Laurent Trupin.
"Ahora está llegando una nueva ola de empresas que ven el gran mercado que es el Mercosur, que permite vender desde aquí también a Chile y al sudeste asiático", añadió Trupin, quien además reveló que el último año "fue récord" en materia de consultas de empresarios franceses a la embajada.
Según el registro de la Fundación Invertir de Argentina, son numerosas las empresas francesas en el país. France Cable participa en el consorcio de Telecom, que adquirió la compañía pública de teléfonos de Argentina en un reparto equitativo del mercado con la española Telefónica.
Electricité de France y Société D'Amenagement Urbain et Rural son parte de Edenor S.A., la compañía que provee de servicios eléctricos a la mitad norte de la capital argentina y sus alrededores.
También Lyonnaise des Eaux y la Compagnie Generale des Eaux formaron un consorcio para el negocio del agua potable. Con estas privatizaciones, Francia se ubicó entre los tres primeros países en cuanto a inversiones en Argentina.
En el capítulo de la industria, los franceses se destacaron por el negocio alimenticio. La multinacional Danone compró la fábrica Bagley de Argentina, que abastecía más de un tercio del mercado local de galletitas.
Luego se asoció a la argentina Mastellone y creó Industrias Lácteas Canuelas, que proveen de postres, quesos y leches saborizadas a Argentina y a sus socios del Mercosur (Brasil, Uruguay y Paraguay).
En el comercio, se destacan las cadenas Carrefour, que arrasaron con numerosos locales minoristas y hoy son casi parte de la cultura del consumo en Argentina.
Ahora, Francia espera participar en la privatización para equipar de nueva tecnología a los aeropuertos, pero también en los negocios de energía. Si se aprueba la venta de las centrales nucleares y de la hidroeléctrica argentino-paraguaya de Yacyretá, podrán estar entre los interesados.
Aguarda igualmente tener un lugar cuando se subasten las empresas públicas provinciales de servicios, la edificación de infraestructura penitenciaria y judicial y trabaja ya para ganar la licitación para la construcción del puente que unirá Argentina y Uruguay sobre el Río de la Plata.
El intercambio comercial crece, los proyectos de negocios e inversiones también. Los asuntos políticos, entonces, si amenazan la euforia económica, pueden esperar o ser analizados en un clima más distendido.
Por de pronto Menem, en sintonía con el estrechamiento de relaciones, redobló su generosidad con Chirac. En 1991, cuando lo visitó en la alcaldía de París, que el hoy presidente ejercía, le había obsequiado unas espuelas de plata.
Esta vez, una empresa transportadora francesa se ofreció para trasladar dos caballos que Menem regalará a Chirac. Según demostraron en diversas exhibiciones realizadas en Buenos Aires, esos equinos gozan de una rara habilidad: saben bailar el tango. (FIN/IPS/mv/dg/ip-if-hd/96)