Esta ciudad era considerada hace pocos años un lugar provinciano y rústico por los habitantes de Karachi, la urbe más poblada de Pakistán. Pero la violencia dio vuelta los papeles y la actividad en Lahore florece.
Cuando la transnacional Lever Brothers inauguró el año pasado las operaciones de la cadena de heladerías Walls en Pakistán, el lugar que eligieron para auscultar el mercado fue Lahore.
Esta ciudad creció a expensas de Karachi cuando ésta se sumergió en una vorágine de violencia política sin sentido que en 1995 ocasionó la muerte de 1.700 personas.
"Nadie dice que es por la situación en Karachi, pero es lógico suponer que los grandes acontecimientos se planifican en ciudades con cierta certeza de que no serán cancelados a último minuto por una batalla callejera", dijo un empresario de Lahore.
Hasta hace 10 años, la cosmopolita Karachi subestimaba a Lahore. La otra gran ciudad de Pakistán, Islamabad, construída después de la independencia para establecer allí la capital, nunca fue más que la sede del gobierno.
Pero años de matanzas socavaron el espíritu de Karachi y la capital de la próspera provincia de Punjab emergió como lugar de negocios. Hoy posee numerosos centros comerciales y restaurantes, así como una rica actividad nocturna.
Los karachitas, que decían con orgullo que su ciudad nunca dormía, ahora se acuestan temprano casi todas las noches, aunque en algunas partes el viejo espíritu sobrevive.
"Todavía salimos a cenar a la una de la madrugada a Boat Basin, en Clifton", dijo Amjad Parvez, un diseñador que nació y creció en Lahore pero se mudó a Karachi hace 22 años.
Pero Parvez admite que Clifton y Defence Colony, dos exclusivos barrios residenciales en el sur de la ciudad, son hoy los únicos lugares donde esto sucede.
Los hastiados karachitas temen que sus vidas nunca volverán a ser como antes. Los empresarios con conexiones familiares en otras ciudades se mudaron con sus negocios y su dinero a la provincia de Punjab, el corazón de la agricultura paquistaní.
Mahmood Akbar, dueño de uno de los más célebres restaurantes de Lahore, dijo que los negocios están en alza. La mudanza de gente y dinero benefició a la ciudad. "La gente sale a comer mucho más que antes", afirmó.
Lahore se ubicó en el circuito de conferencias y reuniones internacionales, en el lugar que antes detentaba Karachi. La industria hotelera, por lo tanto, florece.
Mientras los hoteles de Lahore rechazan reservas y en los últimos dos años aumentó 10 por ciento la cantidad de empleados, los de Karachi procuran atraer turistas con grandes descuentos y sus trabajadores temen quedar en la calle.
Algunas empresas con sede en Karachi han comenzado a preguntar a sus empleados si desearían mudarse. La transnacional de radiotelefonía Motorola, que destina 20 millones de dólares a su rama en Pakistán, ofreció un arreglo en tal sentido a sus trabajadores en la ciudad, pues planea cerrar la sucursal.
Motorola prevé que apenas 50 por ciento de sus empleados aceptarán. Para muchos karachitas, irse de la ciudad es algo impensable.
Parvez, quien está en Lahore por tres meses por razones de trabajo, no puede dejar de hablar de lo mucho que desea regresar a Karachi. "Allí, la gente es mucho más profesional", afirmó.
Sus padres insisten en que abandone su ciudad. "Millones de personas viven y trabajan en Karachi y no tienen ningún otro lugar donde ir. Yo, por lo menos, tengo la posibilidad de venir a Lahore un mes o algo así si la tensión me sobrepasa", dijo.
Pero Parvez no podría ajustar su modo de vida a Lahore, aunque admite que "no hay comparación entre las oportunidades que brinda cada una de las ciudades".
A pesar de todos sus problemas, Karachi es aún el lugar adecuado para los profesionales y los espectáculos. "Las 5.000 rupias que gano en Lahore por diseñar son migajas. Por un trabajo similar, en Karachi puedo exigir 50.000 rupias", aseguró Parvez.
"El dinero y las oportunidades varían de negocio a negocio. A Lahore le llevará 20 años llegar al nivel de Karachi", pronosticó.
Para el diseñador, la forma de convivir con la violencia de la ciudad es abandonar la lectura de los diarios.
"Las batallas ocasionales son lo que mata los negocios en Karachi", dijo el propietario de una tienda. Los karachitas aprendieron a conducir sus vidas a pesar de las matanzas que ocurren diariamente en esta ciudad de 12 millones de habitantes.
"Hubo una balacera en la calle Tariq y los tenderos cerraron sus negocios. Pero una hora más tarde, las tiendas estaban abiertas de nuevo y no había cómo saber lo que había pasado", dijo Fauzia, una profesora de Karachi.
El gerente general de Motorola en Lahore, Zahid Hussain, sostuvo que "lo asombroso de Karachi es que en unos pocos días todo vuelve a la normalidad".
"En los peores días, cuando asesinan 20 o 30 personas, la ciudad se convierte en un desierto durante 24 horas. Al día siguiente, la vida continúa", afirmó Parvez. (FIN/IPS/tra- eng/bs/an/mj/ap pr ip/96)