HUNGRIA: El problemático precio de las reformas económicas

En menos de dos años Gyula Horn, jefe del gobierno de la coalición socialista-liberal en Hungría, tuvo que buscar a su tercer ministro de Finanzas en medio de un clima de generalizado desencanto popular.

La anterior administración conservadora, la primera despues del cambio democrático de 1989, había consumido tambien tres ministros de Finanzas debido a que esa cartera en la Hungría ex socialista y ahora en transición hacia la economía de mercado, sigue jugando un difícil papel con repercusión directa en la opinión pública.

Péter Medgyessy, de 53 años, presidente del Banco de Inversión y Desarrollo de Budapest, fué el candidato de Horn para sustituir al dimitente Lajos Bokros. Medgyessy, con una larga carrera en el Ministerio de Finanzas de la era socialista, llegó a ser vicepresidente de su último gobierno.

Se prevé que la presentación de Medgyessy en el parlamento, prevista para el próximo lunes, se producirá sin sorpresas porque su candidatura es apoyada por los dos partidos de la coalición mayoritaria.

Medgyessy, en sus primeras declaraciones, ha asegurado que será continuador tanto del programa del estabilización financiera como del proyecto de las reformas generales del seguro social y el presupuesto de su predecesor.

Sin embargo, debido a que el gobierno socialista-liberal está a mitad de su mandato, se verá obligado a efectuar algunos cambios, aunque sea solo de acento, para calmar las crecientes inquietudes sociales. Las reformas económicas en marcha siguen afectando a los estratos de población más débiles.

En la actualidad, el gobierno de Horn está presionado por el ala izquierda del Partido Socialista, preocupada por la constante pérdida de popularidad reflejada en los últimos sondeos, así como el auge del derechista Joseef Torgyán, lider del opositor Partido de los Pequeños Propietarios, en el favor de la gente.

Según observadores locales, la candidatura de Medgyessy tranquilizará a la nomenclatura económica occidental, la cual recibió con cierta preocupación la renuncia de Bokros, considerado el padre de un pequeño suceso macroeconómico, pero que últimamente chocaba por su concepción restrictiva de las finanzas con los intereses de otros ministerios e influyentes grupos de presión.

Bokros impulsó en marzo del año pasado un paquete de 25 medidas, algunas cuestionadas por el Tribunal Constitucional, que redujo el déficit de la balanza de pagos de 4.000 millones de dólares a casi 2.800 millones de dólares, equivalente a menos de un cinco por ciento del Producto Bruto Interno (PIB).

También la balanza comercial fué menos deficitaria, si bien la reducción del consumo interno, a raiz de la caída de un 10 por ciento del salario real, jugó un rol importante.

Muchos analistas coincidieron que se fortaleció la confianza inversora, víctima de "frenos psicológicos" tras la crisis mexicana. El año 1995 cerró con una ola de privatizaciones en servicios esenciales como gas y electricidad, que aseguraron ingresos por más de 4.000 millones de dólares y un total de 12.000 millones de dólares en inversiones directas desde 1990, casi la mitad de las registradas en Europa Oriental.

Las discrepancias dentro del gobierno surgieron por la redistribución de ingresos por concepto de privatizaciones. Bokros quiso emplear el dinero para reducir la deuda pública -el débito exterior alcanza a 32.000 millones de dólares- y paliar la potencial afluencia monetaria al mercado.

Expertos locales coincidieron que el punto débil de Bokros fué la inflación, que en 1995 ascendió 28 por ciento y que prometió bajar al 20-22 este año. Paralelamente, las carteras de Educación, Cultura y Salud pensaron recibir algún alivio financiero despues de las cortes en sus presupuestos.

Muchos economistas criticaron a Bokros por las restricciones unilaterales y por no asegurar el despegue de la economia que desde 1989 hasta 1993 descendió en un 20 por ciento, mejoro en 2,7 en 1994, año de las últimas elecciones, y en 1995 apenas alcanzó el dos por ciento.

Aunque Bokros cobró popularidad en el exterior, en el frente interno provocó una oleada de malestar debido al creciente empobrecimiento de la población. Según el Banco Mundial, el número de húngaros por debajo del umbral de pobreza, considerando una pensión mínima de 50 dolares mensuales, aumentó del 1,6 por ciento al 8,6 del total de la población entre 1989 y 1993.

Aquellos que estaban estan bajo el nivel mínimo de supervivencia de 75 dólares mensuales pasaron del 17 por ciento al 33-40 en el mismo período.

"Hungria no es ni México ni Rusia, que se pueden dar el lujo de recibir apoyo financiero independientemente del resultado de sus gestiones económicas", comento un analista financiero. "Al contrario, el FMI (Fondo Monetario Internacional) no le tuvo confianza a las promesas del gobierno liderado por el socialista Horn y aplicó la mano dura tras largas negociaciones por un nuevo crédito stand-by".

Apuntó que cuando Alemania prometio el año pasado un préstamo por 1.000 millones de marcos a Hungría, "quizás para agradecer la apertura del telón a los refugiados de la ex Alemania Democrática", el FMI no se mostró muy complacido y, hasta ahora, "no dió un solo dólar más".

Sin embargo, gracias a los resultados del paquete de Bokros, en los últimos dos meses estuvo a punto de firmarse el acuerdo con el FMI. A su vez, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) evaluó positivamente las pruebas dadas por Hungría para ser aceptada en la organización.

Algunos analistas señalaron que la dimisión de Bokros puede causar problemas posteriores y será tarea prioritaria del nuevo ministro de Finanzas resolverlos. El gobierno, en su presupuesto para 1996, prometió al FMI reducir el déficit de los fondos de seguridad social en 110 millones dólares.

Bokros buscó soluciones drásticas subrayando que la disminución radical del déficit en desmedro de la seguridad social era condición necesaria para el acuerdo con el FMI y esto, a su vez, para ser miembro de la OCDE.

Horn, pocos días antes de la dimisión de Bokros, declaró en una entrevista televisiva que no habría impuestos adicionales para la población. Ahora Medgyessy tiene poco tiempo, porque el 15 de marzo, se realizará la sesión del Consejo del FMI que, supuestamente, decidirá sobre el crédito stand-by.

Para Hungría, el crédito no es tan importante -tomando en consideración las últimas entradas por las privatizaciónes- sino el reconocimiento de sus reformas por el organismo financiero.

"No es casual que Horn, al aceptar la renuncia de Bokros, escribió enseguida al FMI y la OCDE asegurando la continuación de la linea restrictiva de estabilización", opinó una experta.

La economista independiente, Maria Zita Petsching, afirmó que "el pueblo está dispuesto de continuar la austeridad, siempre y cuando pueda creer en los futuros resultados". En los próximos dias, desde el primero de marzo, entrarán en vigor los aumentos de 20-25 por ciento en las tarifas de gas y electricidad y ya hay una ola de protestas en marcha.

Petsching criticó al gobierno de Horn por "sus vacilaciones de los últimos dos meses", porque buscando agradar a los organismos multilaterales de crédito esta jugando su futuro político ante la desencantada población, aunque falten dos años para las próximas elecciones. (FIN/IPS/go/ego/ip).

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