Venezuela espera con "absoluta seguridad" que Estados Unidos certificará como buena su conducta en la lucha contra el narcotráfico, dijo hoy a IPS Guillermo Lizarraga, jefe de la oficina gubernamental antidrogas.
Con fecha límite el 1 de marzo, el presidente estadounidense Bill Clinton debe informar al Congreso cuáles de los 31 países que en forma masiva producen o por los que transitan drogas hacia Estados Unidos, realiza esfuerzos en su opinión apropiados para la erradicación del flagelo.
Los países que no logren esa certificación quedan en una "lista negra" que les priva de la cooperación de Washington, aunque el presidente puede mantenerla por razones estratégicas, como hizo Clinton con Colombia en 1995.
Este año, la atención en América Latina se centra sobre Colombia y México, este último país socio de Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio norteamericano.
En el caso de Colombia, la certificación es piedra angular en la crisis política, desatada por acusaciones de que el presidente Ernesto Samper es cómplice del financiamiento de su campaña de 1994 con dineros del narcotráfico.
Venezuela, uno de los 15 países de la región en la lista de observación por Washington, "puede mostrar resultados favorables en todos los renglones de la lucha civil y militar contra el tráfico de drogas", según Romero.
El año pasado, el gobierno de Venezuela aprobó un plan nacional antidrogas y recibió de Estados Unidos 275.000 dólares para realizar un estudio epidemiológico acerca del consumo de estupefacientes y sicotrópicos en el país.
En una visita a Caracas en agosto, el jefe de la oficina presidencial antidrogas de Estados Unidos, Lee Brown, expresó "deseo de apoyar a la Gardia Nacional (fuerza militar) para destruir plantaciones de amapola y coca en la Sierra de Perijá", en el extremo oeste del país.
Venezuela, además, instaló un segundo radar de fabricación estadounidense en sus costas sobre el Caribe, con la finalidad de detectar aeronaves sospechosas de transportar drogas.
Aunque los narcotraficantes venezolanos incursionaron en la producción de drogas, mediante las plantaciones y algunos laboratorios detectados en la frontera occidental, el segmento del negocio más extendido en este país es el del tráfico hacia Europa, el Caribe y Norteamérica.
Los decomisos, considerados una porción minoritaria de la droga que transita por un país, son en Venezuela de 16 a 20 toneladas anuales, la mitad de las cuales cocaína.
Romero dijo que en el frente represivo Venezuela avanzó en 1995 con la creación de unidades de inteligencia que unifican los esfuerzos de sus dos cuerpos policiales involucrados en el combate antidrogas.
El embajador de Caracas en Estados Unidos, Pedro Echeverría, también anticipó que "Venezuela no tendrá problemas para conseguir esta certificación, porque la lucha antidrogas está siempre presente en la agenda bilateral".
Respecto del uso político de la certificación por parte de Washington, Romero dijo que "insistimos en la tesis de que no se trata de buscar culpables de la producción y el consumo de drogas, sino de buscar entre todos soluciones al problema de producción y consumo que tenemos todos". (FIN/IPS/hm/jc/ip/96)