La reciente investidura democratica de Rene Preval como Presidente de Haiti debe constituir el fin del mas dramatico capitulo de la tragica historia de ese pais y ser, a la vez, el inicio de un periodo de profunda transformacion social y economica.
Dos retos disimiles y dificiles de enfrentar, pero absolutamente ineludibles para restanar las heridas sociales, procurar la restauracion de la democracia y empezar la construccion de una patria comprometida con metas de crecimiento economico, modernidad y desarrollo.
Un mandato historico y popular que, si bien se impone al actual mandatario haitiano, concierne a todo el conjunto social, pues solo asi la nacion mas pobre de Latinoamerica tendra capacidad de dar vuelta a una pagina colmada de desencantos.
Basta revisar su historia politica para entender la ardua tarea que indefectiblemente le espera a la sociedad haitiana. En 190 anos de existencia como nacion, nueve de sus 412 jefes de Estado se declararon vitalicios y otros 29 fueron asesinados o derrocados.
Resultado de aquello, un ambiente de constante inestabilidad, permanentes brotes de violencia y convulsion social generalizada, que desencadenaron en el pais una grave crisis no solo en el ambito politico sino tambien en las areas social y economica.
Por ello, Haiti registra los peores indicadores socio- economicos del hemisferio occidental. Con 6,8 millones de habitantes, esta nacion exhibe un alto indice de pobreza extrema, que afecta a mas de 85 por ciento de la poblacion total.
La tasa de mortalidad infantil alcanza a 101 ninos por cada mil nacidos vivos. Las espectativas generales de vida de los haitianos al nacer es de 54 anos, en tanto el indice de analfabetismo es de 47 por ciento.
La inflacion en la nacion antillana rebasa niveles de 60 por ciento, su producto nacional bruto por habitante es de 220 dolares, la deuda externa asciende a 773 millones de dolares y el desempleo se situa en un 75 por ciento.
Ademas, las sanciones internacionales impuestas para persuadir a los golpistas a devolver el poder a Jean Bertrand Aristide, presidente democraticamente elegido, significo la perdida de 150.000 empleos y la practica desaparicion de la subcontratacion, principal rubro de exportaciones de Haiti.
Que duda cabe entonces de la urgencia de poner termino a esa etapa y de que ello es una obligacion y un compromiso de todo el conjunto social haitiano.
Mas aun, es justamente esa dura realidad la que impone a la sociedad haitiana la construccion de una nueva patria, capaz de garantizar simultaneamente el crecimiento economico y el desarrollo social.
En ese sentido, Rene Preval ha sido realista en su mensaje de posesion, al solicitar a sus compatriotas pruebas de sabiduria, rigor y generosidad.
En efecto, la historia haitiana ha dado lecciones lamentablemente tragicas, como para que su pueblo y sus gobernantes sepan con certeza por los caminos que no deben transitar en su nueva vida democratica y republicana.
Asimismo, el rigor no debe ser entendido por Preval y por nadie como sinonimo de dureza, sino que debe ser interpretado como una opcion imprescindible.
O sea que no puede relacionarse con la fuerza represiva de gobiernos anteriores, mas bien debe asimilarse como una necesidad de firmeza en la inevitable transformacion.
La generosidad evocada en el mensaje presidencial no puede significar otra cosa que la predisposicion y la actitud del pueblo haitiano para lograr consensos y poner esfuerzos en busqueda del bien comun.
De esa manera unicamente, la sociedad haitiana podra afianzar su naciente democracia y caminar hacia un futuro con mejores niveles de desarrollo y convivencia social que hagan olvidar los grandes graves momentos de su historia. (FIN/IPS/jdp/mj/ca hd/96)
(*) Secretario Ejecutivo de ALDHU