COLOMBIA: El humor en los tiempos de la crisis

Ironía, sátira, remedos y mil recursos humorísticos más son por estos días el ají que le pone picante a la comidilla nacional en la que se ha convertido el proceso que se le sigue al presidente de Colombia, Ernesto samper, por sus presuntos lazos con el narcotráfico.

Caricaturistas, libretistas de radio y televisión y hasta personajes connotados de la Iglesia Católica han hecho de la crisis colombiana, una cantera de ingenio.

Como válvula de escape, el humor ha resultado ser buena medicina para la enfermedad del escepticismo que afecta a quienes no le ven salida pronta a la situación.

Y paliativo eficaz que reconocen hasta protuberantes figuras de los episodios que algunos califican como "la peor crisis del presente siglo" en este país.

Tal es el caso del presidente Ernesto Samper.

"Aunque les parezca imposible", dijo Samper hace pocos días, he seguido gobernando (..) sin perder el sentido del humor, recordando siempre el consejo de Chaplin de que un día sin risa es un día perdido en la vida".

A algunos la afirmación del presidente les pareció un chiste.

Y es que Samper, en la logia de los humoristas bogotanos es considerado miembro de alto calibre, tanto que Eduardo Arias, también socio destacado y demoledor crítico del mandatario, afirmó:

"? Por qué en Colombia ciertos talentos desvían su destino irremediablemente?. Con Ernesto Samper (en el poder) perdimos un gran humorista", dijo Arias, coautor de Cambalache/16, sección de humor de la edición colombiana de la revista española Cambio/16.

El cambio de rumbo de Samper fue provocado por lo que Arias llama un recóndito deseo de todo nacional: "Colombiano que no quiera ser presidente es ecuatoriano".

Es que el ansia de poder conduce a traspasar los límites éticos, para, por ejemplo, dejar filtrar en las propias arcas dineros sucios, "a mis espaldas", como afirmó el presidente haciendo, sin querer, la frase más promocionada de toda la temporada.

Así lo reconoce Vladimir Flórez "Vladdo", el caricaturista mayor de la revista Semana, para quien hay un axioma del oficio: "cuando a los países les va mal, a los caricaturistas les va bien".

"Vivimos echándole sal a la herida, y una frase como esa, sobresaliente, ayuda mucho", comentó Vladdo a IPS recordando que uno de sus mejores trabajos de este período de crisis se apoyó en el "a mis espaldas".

Se refiere al dibujo de una alcancía en forma de cerdo con la cara de Samper a la que le están echando una moneda por la ranura que tiene en el lomo.

También la explotó el caricaturista Hector Osuna, pontífice de los humoristas gráficos colombianos, cuya sección dominical en el diario El Espectador ha sido bastión de la oposición al gobierno.

En su caso, se trataba de un un presidente agobiado por el peso de una caja de caudales, rebosante de joyas y dinero.

Vladdo aclara que las caricaturas "deben ser siempre críticas pero no necesariamente graciosas" y que una condición del buen humorista es "estar en la oposición. El gobiernismo anula al humorista", dice.

De ahí que cada semana procede a "colgar en el perchero la imagen de hombre bonachón, gracioso, de Samper", y se asume a lo James Bond "con licencia para matar… con el lápiz".

En televisión las palmas se las lleva el "Noticiero Quac",

Este espacio estelar de la televisión dominical concita, al filo de la tarde, la mayor sintonía en torno a Dioselina Tibaná, cociner del palacio presidencial, y Nestor Elí, portero del edificio Colombia, en venta por "mala administración".

Jaime Garzón, abogado titulado y humorista de profesión, caracteriza a ambos personajes y a Godofredo Cínico Caspa, leguleyo y tinterillo, entre quienes reparte la dosis semanal de irreverencia y humor político.

Parodias del fiscal Alfonso Valdivieso, del embajador estadounidense Miles Frechette, de Jacquin de Samper, esposa del presidente, una reportera principiante y un estudiante revoltoso deparan media hora semanal de desahogo.

Compitiendo en popularidad, desde los micrófonos radiales está el programa "La Luciérnaga", de la cadena privada Caracol, con su imitador de voces, Guillermo Díaz Salamanca.

Por cuenta de Díaz Salamanca corre la porción vespertina de sonrisas y reflexiones.

Las suscitan sus personajes habituales de un joven "gente bien hijo de papi", un cubano procastrista, un estadounidense "gringo" socarrón, una campesina andina y los demás que brinda la actualidad y la crisis nacional.

A este país lo salva el sentido del humor, se afirma con frecuencia en Colombia, aunque podría ser que detrás de los gracejos y las frases ingeniosas se esconda una alta carga de cinismo.

Esa que algunos vieron en Gilberto Rodríguez Orejuela, el detenido jefe mafioso del cartel de Cali, que dijo: "si creen que di 5.000 millones (de pesos) a la campaña (electoral de Samper), entonces que no me acusen de enriquecimiento ilícito sino de empobrecimiento ilícito".

Y como en todos los bandos hay ingenio, también a propósito de la filtración de dinero del narcotráfico el presidente de la Conferencia Episcopal Católica, Pedro Rubiano, aportó materia prima.

"Si a uno se le mete un elefante a la casa tiene que verlo", dijo el obispo y los caricaturistas corrieron a traducir la frase en agudos trazos que aplastaron al presidente bajo la piel gris de un paquidermo.

También están los internacionalistas callejeros, como el que apresuradamente escribió en un muro "la crisis de Samper tiene Collor de Pérez", aludiendo a los escándalos que en años pasados tumbaron a los presidentes de Brasil, Fernando Collor, y Venezuela, Carlos Andrés Pérez (FIN/IPS/mig/dg/ip/96)

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