Autoridades policiales de Argentina justificaron hoy la violenta represión ejercida en la víspera contra estudiantes, periodistas y dirigentes humanitarios, en un episodio que recordó a observadores y analistas los años de la dictadura militar (1976-83).
El jefe de la policía de Buenos Aires, Pedro Klodczyk, reconoció este miércoles que ordenó reprimir para prevenir "un desastre" y se manifestó temeroso de cometer "una injusticia" con los policías que balearon a periodistas.
El gobierno provincial, a su vez, identificó a cinco de los 237 detenidos como pertenecientes a la agrupación Quebracho, una organización estudiantil izquierdista responsable de algunos desórdenes en protestas gremiales y universitarias desde 1993.
"Mo puedo quitarles el respaldo a quienes pusieron el pecho en esa situación. Yo tengo responsabilidad en ello y no quiero cometer una injusticia", dijo Klodczyk al referirse a los uniformados que golpearon con Itakas y bastones a cronistas y balearon a un camarógrafo.
A casi 20 años del golpe de Estado que instaló un régimen en el que hubo al menos 9.000 desaparecidos, Klodzcyk se preguntó: "?Cómo debemos actuar en democracia cuando muchachos con la cara cubierta manifiestan con violencia y aparecen en lugares donde no tienen nada que hacer?"
En verdad, el ataque policial se produjo en dos etapas y en ningún caso se dirigió contra manifestantes con las caras cubiertas. Los estudiantes no portaban armas, tampoco los periodistas ni la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini, que recibió golpes en la cabeza y fue hospitalizada.
El columnista político del matutino Clarín Eduardo van der Kooy recordó las prevenciones oficiales respecto del grupo Quebracho pero advirtió que "nada puede justificar la saña y el descontrol con que la policía actuó contra los estudiantes y contra muchos que nada tenían que ver con la protesta, entre ellos un camarógrafo atacado a quemarropa".
Bonafini comparó los métodos policiales con los que usó la dictadura, aunque aseguró que ella nunca había terminado con su pañuelo blanco ensangrentado como esta vez, ni siquiera durante el régimen dictatorial.
Las Madres de Plaza de Mayo, progenitoras de desaparecidos durante la dictadura, usan como distintivo un pañuelo blanco.
Los incidentes se produjeron en la ciudad de La Plata, 50 kilómetros al sur de Buenos Aires, donde sesionaba una asamblea universitaria en la que finalmente se adaptaron los estatutos a una ley de educación superior muy controvertida.
Este miércoles, dirigentes y estudiantes realizaron una marcha de repudio a la violencia y en reclamo por la liberación de los detenidos que aún permanecen bajo custodia policial.
Estudiantes, profesores y académicos consideran que la ley sancionada el año pasado en el Congreso pese a las resistencias de los universitarios, no debe ser aplicada ya que, entre otros artículos discutidos, incluye uno que abre la posibilidad de arancelar los estudios.
En La Plata, una ciudad donde la mayoría de los habitantes son universitarios, un grupo de estudiantes se oponía a la sesión de la asamblea, pero antes de que pudieran expresar su descontento la policía ordenó un operativo de detención de 237 potenciales opositores.
Algunos fueron llevados de la universidad, otros simplemente fueron detenidos cuando caminaban por la calle.
Bonafini fue convocada para interceder por los detenidos en la sede de la Guardia de Infantería, un centro clandestino de detención durante el régimen militar.
Allí fue arrinconada contra una pared y golpeada en el cuerpo y la cabeza. También fueron agredidos varios periodistas. Pero la represión se agravó en horas de la noche.
Entonces, la policía, portando cascos y escudos, disparó balas de goma contra los manifestantes que se habían ubicado frente a la Guardia de Infantería para reclamar la liberación de los detenidos. Los cronistas describieron la escena como un verdadero fusilamiento contra gente inerme.
Cuando los periodistas intentaron identificar a los policías que, en algunos casos vestidos de civil y conduciéndose en automóviles sin identificación, golpeaban a los jóvenes que intentaban huir, el blanco fue un camarógrafo que recibió siete balazos en una pierna.
La imagen de televisión muestra también el ensañamiento policial contra el camarógrafo que, una vez en el suelo, seguía recibiendo culatazos de Itaka del uniformado, que a esa altura parecía haber perdido el control.
Klodzcyk aseguró que los policías agresores fueron sumariados tal como ordenó el gobierno de la provincia, pero aclaró que "aún hay que determinar si efectivamente hubo excesos".
El rector de la Universidad de La Plata, Luis Lima, repudió la represión y se manifestó preocupado por estos episodios que "recuerdan un pasado al que no queremos volver". (FIN/IPS/mv/dg/ip/96)