Cada año desaparecen de la superficie de la Tierra unas 15 millones de hectáreas de bosques tropicales por la depredación, principalmente de industriales madereros y de campesinos marginalizados, mientras los gobiernos no atinan a medidas de prevención.
Ya en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Ambiente y Desarrollo (CNUMA) se advirtió que el problema de la declinación de la capa boscosa tendría consecuencias a largo plazo para el bienestar de la población y para el medio ambiente global.
Ante la gravedad de ese cuadro y después de años de debates, los expertos terminaron por reconocer que las soluciones a la degradación de los bosques en el mundo se encuentran en el terreno político más que en el tecnológico.
Muchas de las causas de la destrucción creciente de los bosques derivan de una combinación de políticas económicas y del uso de las tierras que determinan los gobiernos nacionales.
Pero los ambientalistas observaron que la comunidad internaciomnal carecía de instrumentos para concertar los intereses de todas las partes involucradas.
Por eso nació la Comisión Mundial sobre Bosques y Desarrollo Sostenible (CMBDS), creada en la CNUMA, que deliberó en Río de Janeiro en 1992 con el nombre de Cumbre de la Tierra.
La CMBDS, que la semana próxima realizará en Indonesia la primera de una serie de audiencias públicas con los actores de la explotación de los bosques de Asia, se constituyó en Ginebra en junio de 1995.
El organismo comprobó que los cambios socioeconómicos y tecnológicos acelerados que modifican al mundo, plantean numerosas incertidumbres sobre su impacto probable en los recursos boscosos del planeta.
A mediados del siglo venidero, un área boscosa empequeñecida tendrá que proveer más bienes y recursos ambientales para una población que duplicará a la actual.
Mientras tanto, las políticas gubernamentales tiñen de parcialidad la distribución de la tierra y aceleran la migración de los campesinos pobres hacia las áreas boscosas.
Las mismas políticas han excluído a las comunidades locales de la gestión de los bosques, sostiene la CMBDS.
A su vez, los estímulos a la industrialización forestal, que innecesariamente han subvencionado a poderosos intereses madereros, aportaron escasos o nulos incentivos a la reinversión de los beneficios del sector privado en el manejo sostenible de los bosques.
John Spears, secretario de la CMBDS, advirtió que esos problemas "no pueden ser resueltos solamente por quienes explotan los bosques".
Se requiere un compromiso político en los niveles más altos para realizar reformas que habitualmente son impopulares, sostuvo Spears.
Esas reformas afectarán inevitablemente los intereses de algunos poderosos, pero resultarán de beneficio inestimable para los pueblos más pobres del Sur, para el crecimiento económico mundial sostenible y para el ambiente global, dijo.
Con esa concepción de la CMBDS se realizarán las audiencias públicas del 2 al 8 de marzo en Yakarta, con la participación de unos 200 representantes de los sectores interesados en el manejo de los bosques.
Asistirán representantes conservacionistas, de comunidades nativas, de industriales madereros, de gobiernos y de campesinos marginales.
La CMBDS estima que en todo el mundo asciende a 200 millones el número de campesinos que viven en bosques tropicales y realizan agricultura de tala y quema con fines de sobrevivencia.
Esa cifra incluye a criadores de vacunos y a otros grandes empresarios de la agroindustria que tienen intereses en la limpieza de los bosques y en el uso de esas tierras con fines agrícolas.
En el caso de Asia, se calcula que unos cuatro millones de hectáreas de bosques caen cada año bajo la acción deforestadora.
La comercialización de las maderas de Asia representa 80 por ciento del total de ese intercambio en el mundo.
Los bosques asiáticos, que contienen los ecosistemas biológicamente más diversos de la Tierra, proveen sustento a millones de personas de la región y abastecen al mundo de innumerables variedades beneficiosas, incluidas las medicinales. (FIN/IPS/pc/dg/en/96)