Unos 20.000 ex combatientes y sus familares sufren el llamado "sindrome de la guerra del Golfo", un extrano cuadro patologico que podria tener origen en el contacto con armas cargadas de uranio de poder reducido, segun una hipotesis.
Niki Bas, vicedirector del Proyecto Toxicos Militares (MTP), organizacion ambientalista con sede en San Francisco, cree que proyectiles estrenados en la guerra del Golfo, de 1991, fueron factor determinante de enfermedades que atacan a soldados participantes en ese conflicto.
El MTP reclamo la prohibicion internacional de esos proyectiles, que se caracterizan por su poder de penetracion en tanques y naves blindadas y figuran en el arsenal de las tropas estadounidenses destacadas en Bosnia-Herzegovina.
Para la fabricacion de esas armas se emplea el remanente del isotopo uranio 235, altamente radiactivo, luego de ser empleado en armas nucleares o generadores de energia. La radiactividad de ese desecho, barato y accesible, es la mitad de la del uranio natural, pero su toxicidad es igualmente grave.
La alta densidad del uranio usado permite a las municiones cargadas con ese toxico perforar blindajes de acero muy resistentes. El MTP estima que 350 toneladas de fragmentos de esta sustancia permanecen aun en los campos de batalla del Golfo.
La ingestion de fragmentos de uranio agotado es peligrosa, asi se trate de rastros diminutos.
Un documento del ejercito de Estados Unidos citado por representantes del MTP explica que gran parte de la energia cinetica de los proyectiles se disipa en forma de calor cuando alcanzan su blanco, lo cual "genera humo con gran concentracion de particulas toxicas de uranio".
La sustancia asi liberada "puede ser inhalada o ingerida" facilmente por cualquier persona que este cerca del lugar del impacto, segun el estudio del ejercito.
Un informe de la Oficina General de Presupuesto de Estados Unidos concluyo en enero de 1993 que el ejercito norteamericano no estaba "preparado adecuadamente para enfrentarse a la contaminacion de uranio agotado" cuando combatio contra Iraq en la guerra del Golfo.
Damacio Lopez, fundador de una red nacional de ciudadanos afectados por el uranio usado, senalo que las particulas de uranio agotado se alojan en los huesos o en organos como el higado y los rinones y el cancer podria ser la consecuencia a largo plazo de la intoxicacion investigada.
Se ignora la cantidad de soldados, tanto iraquies como de la coalicion de paises que los combatieron, que ingirieron o inhalaron uranio toxico durante la guerra del Golfo.
El ejercito de Estados Unidos admitio que 29 de sus vehiculos de combate resultaron contaminados y ex combatientes de varias nacionalidades y sus familiares presentan ahora extranos sintomas.
Un caso tipico es el de Troy Albuck, un teniente del ejercito de Estados Unidos que revistaba en el grupo de elite 82 Division Aerotransportada. Tenia 23 anos y gozaba de una salud inmejorable cuando partio a la guerra. Un ano y medio despues, era incapaz de caminar de un cuarto a otro sin fatigarse.
Albuck sufre ahora de frecuentes infecciones virales en los pulmones, inflamaciones y espasmos musculares, hinchazon de articulaciones, dolores de cabeza, diarrea, desmayos y sangrado de encias.
Su esposa, Kelli, manifiesta fatigas, problemas de audicion y migranas cronicas. Ademas, sufre reiteradas inflamaciones pelvicas que, segun los analisis, no corresponden a enfermedades de transmision sexual.
El semen de Troy Albuck, al igual que el de otros veteranos del Golfo, ocasiona ardor tanto en el como en su esposa y, si permanece mas de cinco minutos en contacto con la piel, provoca inflamacion y ampollas.
Tras la guerra, la esposa de Albuck sufrio dos abortos, y un hijo del matrimonio nacio muerto. Despues, su hijo Alex nacio con dos meses de anticipacion, con una extrana infeccion sanguinea, meningitis espinal, hemorragia cerebral, dano en los rinones y malformacion de pulmones.
El nino recibio 20 transfusiones de sangre, padecio una docena de colapsos pulmonares y tres infartos. Ahora, presenta paralisis cerebral y quistes en un pulmon.
Los primeros informes de enfermedades inexplicables, aparecidos a fines de 1991, incluian fatiga cronica, diarrea, dolores en articulaciones, perdida de memoria, erupciones, severos dolores de cabeza, caida de cabello y sangrados imprevistos de encias y senos.
Algunos pacientes manifestaron irritabilidad, espasmos musculares, fiebre o sudoracion nocturna.
El numero de quienes sufren estas dolencias, segun los controles del Registro de Veteranos de la Guerra del Golfo, podria ascender a 20.000, algunos de los cuales estan confinados en sillas de ruedas o camas de hospital.
Las autoridades finalmente admitieron la existencia de estas enfermedades, pero se genero una controversia acerca de la causa, pues el uranio agotado es solo una de varias posibilidades.
Otros factores agresivos habrian sido el humo de los pozos y factorias petroleras incendiados en Kuwait, el supuesto uso por parte de Iraq de armas quimicas y la administracion a soldados de la coalicion internacional de drogas y vacunas contra ataques bioquimicos sin someterlos previamente a pruebas medicas adecuadas.
Esas drogas son una de las causas probables, pues los sintomas aparecidos en Kuwait, cuya poblacion estuvo expuesta al humo y al uranio agotado, son ligeramente diferentes.
Kuwait no registro aumento de malformaciones congenitas, pero los medicos informaron de una mayor incidencia de asma, neumonias, hipertension, enfermedades cardiovasculares, diabetes y alergias.
De todos modos, los datos no han sido cotejados o son confidenciales. Un medico kuwaiti, Ahmad Al Shatti, debio interrumpir sus investigaciones por falta de financiamiento.
Al Shatti pretendia seguir a largo plazo las condiciones de salud de 2.000 familias, para comprobar los posibles vinculos entre algunas enfermedades y el dano ambiental provocado por la guerra.
Cientos de toneladas de sustancias cancerigenas denominadas hidrocarburos poliaromaticos, asi como particulas de metal, fueron lanzadas a la atmosfera en el humo del petroleo en combustion o vertidas sobre el desierto, donde el crudo formo lagunas.
Los soldados participantes en la guerra recibieron un "coctel" de farmacos entre los que se contaban las pildoras de bromuro de piridostigmina, que minimiza los efectos del gas nervioso y del pesticida experimental DEET.
Las tropas tambien ingirieron permetrina, para evitar la picadura de insectos.
El comite del Senado de Estados Unidos que considera los problemas de los veteranos de guerra establecio que la combinacion de estas sustancias podria incrementar sus efectos.
Una investigacion efectuado por un cientifico del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, James Moss, ha demostrado que el DEET es diez veces mas toxico si se lo combina con piridostigmina.
Para muchos, el "sindrome de la guerra del Golfo" reanima en la memoria el desastre de Vietnam, donde miles de veteranos enfermaron despues de ser expuestos a herbicidas y pesticidas. (FIN/IPS/tra-eng/jmp/rj/mj-ff/he-en/96) ITEM CLOSED