/DERECHOS HUMANOS/: Fronteras de guerra

La globalizacion de la economia y el advenimiento de politicas de libre mercado sin duda que han impulsado y fortalecido los procesos de integracion regionales y subregionales que se escenifican en America Latina y el continente.

Dichos procesos, a su vez, desde la perspectiva economica, han configurado nuevas relaciones tanto bilaterales como multilaterales entre nuestros paises, hecho que estimula el establecimiento de las ansiadas fronteras abiertas.

Fronteras francas, orientadas fundamentalmente a favorecer el intercambio comercial gracias a la imposicion de normas comunes tendientes a eliminar las restricciones y las trabas legales, derivadas de un equivocado proteccionismo del pasado a la produccion e industrias nacionales.

Pero si bien los pasos dados en materia economica registran un avance significativo en el proceso integracionista, la creacion de fronteras abiertas o zonas francas no ha logrado constituirse en un instrumento capaz de integrar totalmente a los pueblos de la region.

Y es que a pesar de las afinidades de los pueblos latinoamericanos como su idioma, historia y cultura, existen serios obstaculos que no han podido superarse, como los viejos conflictos territoriales fronterizos.

En efecto, la historia latinoamericana esta plagada de esas disputas territoriales que durante los siglos XIX y XX provocaron una serie de enfrentamientos armados de consecuencias traumaticas y de negativos efectos economicos.

Un indicio de que los problemas territoriales permanecen latentes es el fenomeno del armamentismo, que ha resurgido en nuestra region, tal como lo demuestra un registro de compraventa de armas pesadas hecho publico recientemente por Naciones Unidas y en el que constan nueves paises latinoamericanos.

Hoy, Colombia y Venezuela, asistidos por una vieja polemica territorial, estan afectados por una serie de incidentes fronterizos en los que las acusaciones mutuas sobre narcotrafico, contrabando, agresiones de la guerrilla y maltratos a la poblacion civil van creciendo de tono.

Los presidentes Ernesto Samper, de Colombia, y Rafael Caldera, de Venezuela, han reaccionado de manera energica frente a la serie de hechos en la frontera y se han lanzado entre si duras advertencias sobre adoptar medidas severas para zanjar el problema territorial.

Estas declaraciones altisonantes, junto con anuncios de movilizacion de tropas por parte de ambos paises, solo agravan el conflicto y dificultan los caminos del dialogo para la solucion de sus diferencias limitrofes.

Los gobiernos de Colombia y Venezuela deben emprender esfuerzos encaminados a impedir que la conflictividad crezca y desencadene una tragedia belica, similar o mas grave que la que enfrentaron Ecuador y Peru en los primeros meses del ano.

Una guerra causada por la intolerancia, la ambicion desmedida que antepuso las armas a las negociaciones diplomaticas, provoco cuantiosas e irreparables perdidas de vidas humanas y graves perjuicios economicos.

Un enfrentamiento armado que abarco una zona de 78 kilometros de largo de selva amazonica, en la que habitan unas 350 comunidades indigenas las cuales fueron las mas afectadas.

ALDHU, al presentar sus balances del conflicto desde la optica de los derechos humanos, califico a la decena de muertes de indigenas y a la destruccion del ecosistema de esa parte de la selva amazonica como un verdadero etnocidio y ecocidio, por tanto crimenes de lesa humanidad.

Tan vergonzoso como aquellos, fue la aberrante manifestacion de xenofobia que se hizo presente a pesar de que Ecuador y Peru, al igual que Colombia y Venezuela, son paises hermanos en origen, en historia, destinados ademas a compartir su futuro.

Esta tragedia belica descrita brevemente y la evidente tension que viven actualmente Colombia y Venezuela, imponen a los gobierno de estos dos paises la necesidad de resolver los conflictos fronterizos por medios pacificos.

De esta manera se podra precautelar la paz entre los paises de la subregion andina, empenados en conformar una gran nacion con fronteras abiertas al comercio y al libre transito de personas y no con fronteras abiertas a la guerra. (FIN).

(*) Secretario Ejecutivo de ALDH

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