La legitimidad del G-7 para tomar decisiones en nombre de la comunidad internacional ha sido puesta en entredicho y la incapacidad del mismo grupo para promover reformas globales parece confirmar ese juicio.
Influyentes personalidades llegaron a la ciudad canadiense de Halifax para enjuiciar al G-7 (Grupo de los Siete), integrado por Alemania, Canada, Estados Unidos, Francia, Gran Bretana, Italia y Alemania.
Se trata especialmente de dirigentes de tres grandes organizaciones no gubernamentales (ONG): la Otra Cumbre Economica (TOES), un conjunto translatlantico de 145 asociaciones, la Cumbre del Pueblo, de Canada y la Iniciativa de Halifax.
Mientras, los jefes de Estado y de gobierno del G-7, atenazados por sus discrepancias sobre la crisis de Bosnia-Herzegovina y en materia comercial y cambiaria, encuentran grandes dificultades para promover las reformas que, segun ellos mismos admiten, exige el sistema mundial.
En opinion de las ONG, no todas las grandes economias del mundo estan representadas en el G-7 ni se justifica la presencia de algunos paises en el grupo.
Shridath Ramphal, ex secretario general de la Comunidad Britanica de Naciones, describio al G-7 como "un club autodesignado de las economias nominalmente mas fuertes… con una capacidad restringida para actuar bien y una infinita capacidad para evitar que se actue bien".
Ramphal, que preside junto al primer ministro sueco Ingvar Carlsson la Comision para el Orden Global (CGG), el G-7 no solo resiste, sino que bloquea la necesaria actualizacion del sistema internacional al rehusarse a democratizar el metodo de votacion de la Organizacion de Naciones Unidas (ONU).
El CGG, que tambien cuenta entre sus dirigentes a Jacques Delors, ex presidente de la Comision Europea, a Barber Conable, quien fue presidente del Banco Mundial, y al ex vicesecretario general de la ONU Brian Urquhart, ha propuesto un plan concreto de reformas financieras y politicas.
Segun la propuesta del CGG, el G-7 seria reemplazado por un consejo de seguridad economica en el que todas las regiones del mundo tendrian "justa representacion" y que tendria el cometido de supervisar al Fondo Monetario Internacional (IMF), al Banco Mundial y a los bancos regionales de desarrollo.
Tambien estaria facultado para gravar con impuestos ciertas actividades financieras internacionales para atender las necesidades de los paises pobres, como la crisis de la deuda.
Asi mismo, la composicion del Consejo de Seguridad de la ONU seria ampliada, de 15 a 23 paises miembros, y China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretana y Rusia, sus actuales cinco integrantes permanentes, deberian desistir de su facultad de veto.
La comision tambien promueve la creacion de un tribunal internacional y una fuerza voluntaria permanente de 10.000 efectivos para combatir crimenes contra la humanidad como los que han sido perpetrados en Ruanda y Bosnia-Herzegovina.
Se trata de ideas manejadas en Halifax, aunque fuera de la sala en que se reunieron los lideres del G- 7.
En el interior del recinto, el G-7 persistio en su falta de voluntad politica y de imaginacion, un hecho que, segun las ONG presentes en esta ciudad, obstaculiza el desarrollo y el bienestar del Sur, donde habita 85 por ciento de la humanidad.
Lideres que lograron su eleccion con programas de cambio, como el presidente estadounidense Bill Clinton y el huesped de la cumbre, el primer ministro canadiense Jean Chretien, se han conformado al llegar al poder con mantener las politicas de sus conservadores predecesores.
Clinton "simplememente continua la politica" de George Bush, afirmo Doug Hellinger, director de Development GAP, de Washington, un grupo vinculado a las ONG del Sur.
En cuanto a Chretien, ha renunciado al "impuesto Tobin", llamado asi por haber sido disenado por un miembro de su gabinete, un proyecto que aun hace dos semanas el gobierno canadiense manejaba como prioridad.
La iniciativa, apoyada por parlamentarios y varias ONG de Canada, sugiere establecer un impuesto de 0,05 por ciento sobre las operaciones internacionales de cambios para crear un fondo mundial de desarrollo.
Segun el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el impuesto Tobin generaria anualmente 150.000 millones de dolares, una cantidad tres veces superior a la ayuda que los paises ricos proporcionan a los pobres.
Sus promotores sostienen que seria un medio relativamente indoloro de resolver los problemas de deuda de los paises pobres y contribuiria en alguna medida a desalentar inversiones especualtivas como las que casi hundieron en diciembre la economia de Mexico.
Pero el plan Tobin no esta en la agenda del G-7. A juicio de Hellinger, la causa de esa omision debe buscarse en la influencia de los grandes empresarios, especialmente de Wall Street, en la financiacion de campanas electorales en los paises industrializados.
Alexa MacDonough, lider del Partido Democrata Nacional de Nueva Escocia, destaco que los principales partidos politicos de Canada dependen de las contribuciones de las grandes corporaciones.
No obstante, el movimiento a favor de los cambios cobra impulso, a juzgar por la actividad que se observo en halifax, paralalemente a la cumbre.
El G-7, que resolvio la creacion de un fondo de rescate para paises subitamente amenazandos por la fuga de capitales, como fue el caso de Mexico, va rezagado.
Algunas naciones del este de Asia, como China y Corea del Sur, desafian los modelos ortodoxos de desarrollo propuestos por el G-7 y crean nuevos polos de poder economico, mientras las ONG ensenan una creciente influencia y los movimientos de accion social se propagan tanto en el Sur como en el Norte.
Ese panorama convencio a James Robertson, cofundador de TOES, quien ha seguido y vigilado las cumbres anuales del G-7 desde 1984, que el nuevo orden sera una realidad a corto plazo, tal vez dentro de cinco anos.
Robertson, que durante 35 anos se desempeno en grandes bancos y en el gobierno britanico, cree que el viento de cambio es "incontenible", y la propia frustracion del G-7 lo demuestraria. (FIN/IPS/tra-en/ru/jl/ff/wd if dv/95
