Despues de seis anos de estar cerrada al publico, la boveda del Salon Dorado del Museo del Oro de la capital de Colombia ha vuelto a destellar con sus 8.000 piezas que testimonian el desarrolo metalurgico y el refinamiento artistico alcanzado por las culturas precolombinas.
El recinto, en forma de elipse, es la culminacion de un itinerario calculado para hora y media de recorrido por diversos salones donde se recrean las distintas culturas que hicieron del oro su principal aliado en la materializacion de simbolos y mitos.
Cuando se cierra la solida puerta de "tres cuartas" de espesor, el visitante queda sumido en una oscuridad propicia para el retorno a los ancestros, alentado por sonidos que remedan caidas de agua y gorgeos y aletear de las aves.
A la par que se va iluminando la boveda se escucha musica de flautas y tamboras que marcan la transicion al tiempo presente. Han transcurrido tres minutos.
La disposicion de las 8.000 piezas intenta reconstruir la leyenda de Eldorado, que habria tenido su escenario en la Laguna de Guatavita, territorio de los Muiscas, cuyos dominios se extendian por el altiplano andino donde se levanta Bogota.
"En aquella laguna se hacia una gran balsa de juncos, aderazada y adornada, todo lo mas vistoso que podian…Desnudaban al heredero en carnes vivas, lo untaban con una tierra pegagosa y lo espolvoreaban con oro en polvo, de tal manera que en la barca iba cubierto todo de este metal", narra el cronista Juan Rodriguez Freyle.
Ciertos o imaginarios relatos como este suscitaron la codicia de los conquistadores espanoles, que hicieron del oro uno de sus principales objetivos en el proceso de dominacion de America.
Clemencia Plazas, directora del Museo del Oro explica que el Salon Dorado "es una alegoria que representa al agua como al mundo de abajo, el de la muerte. Siguen las montanas o la tierra que es el mundo en el que viven el hombre y los animales, y luego el cielo o el aire que es el mundo donde estan el sol y las aves: los seres de arriba".
Plazas, antropologa, encabezo el grupo interdisciplinario que diseno y ejecuto el salon donde se resumen aspectos rituales, miticos y de orfebreria propiamente dicha. "Hay que mirarlo simbolicamente y no codiciosamente", advierte.
De comienzo a fin, el recorrido, cuyo costo es de un dolar y medio, es una invitacion a no mirar el oro como "un vil metal" sino como la materia prima de una industria ritual, de origen sagrado, que en el ano 1.500 antes de Cristo ya habia forjado una tradicion orfebre en esta parte de America.
De entonces datan los primeros vestigios del trabajo en oro en las areas arqueologicas Tumaco, Calima, San Agustin, Tierra Adentro, Tolima, Quimbaya y Narino, que corresponden a las regiones centro y suroccidental de la actual Colombia.
Esta orfebreria se caracteriza por piezas de oro martillado, de gran pureza, la mayoria destinadas a rituales funerarios.
Aunque el principal tesoro de la cultura Quimbaya, una de las que mas desarrollo hizo en aleaciones con cobre, esta en poder de Espana, en el Salon Dorado hay una muestra representativa de lo que se conoce como periodo clasico, caracterizado por el realismo de las figuras.
De los Taironas, habitantes de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte del pais, sobre el Caribe, hay un amplio testimonio del desarrollo de la metalurgia que avanzo a la par con el proceso de urbanizacion, uno de los mas progresivos de esta parte del continente.
"El sol es un hombre con mascara de oro. De ella salen rayos y estos rayos hacen que las siembras nazcan y todo crezca", reza la mitologia de los Kogui, tambien habitantes primigenios de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Cuentan los Kogui que antes de vestirse de oro el sol era "un hombrecito feo, mal hecho". La transformacion ocurrio cuando el astro-hombre dijo que queria ser el padre del mundo. Entonces "lo vistieron de puro oro, mochila de oro, gorro de oro… y cuando se levanto se acabo la noche".
De alguna manera esa es la sensacion que se tiene al estar inmerso en ese entorno de pectorales, narigueras, collares, broches, bastones ceremoniales, poporos (vasija para portar la coca) y multiples utensilios para el tejido y la alimentacion de los muertos en su viaje al mas alla.
Figuras de seres antropomorfos, anacondas, jaguares, pajaros, y otras que ahora parecen caprichos decorativos pero que con certeza debieron obedecer a disenos dictados por los dioses.
La simbiosis hombre-animal que se manifiesta en muchas de las figuras expuestas se atribuye a los trances con yage o coca, reservados para los mamos o chamanes de las tribus, sacerdotes y jefes espirituales, privilegiados interlocutores y agentes de los dioses.
Las 8.000 piezas laboriosamente trabajadas en laminas de considerable tamano o finos hilos, segun las particularidades y procesos empleados por las distintas comunidades, son apenas una muestra d ela coleccion bajo custodia del Banco de la Republica (emisor), del que depende el museo.
El inventario general de la mas importante coleccion de orfebreria precolombina es de 33.368 piezas, de las cuales en 1990 se registraron como faltantante 36. En los ultimos cuatro ano se localizaron 20, quedando aun por rescatar 16, segun la version de Plazas.
Sin embargo, simultaneamente a la apertura del Salon Dorado, el representante a la camara baja del Parlamento, Pablo Victoria, denuncio la perdida de 2.000 piezas y pidio investigar la responsabilidad de Plazas y otros directivos.
La denuncia del legislador fue minimizada por la directora del museo, quien retomo las plabras de Victoria cuando afirmo que el censo de perdidas se habia establecido mediante la extrapolacion de un un muestreo de "solamente el diez por ciento" de la coleccion. (FIN/IPS/mig/dg/ce/94) – – –