En la campana electoral, el presidente electo de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, afirmo que la politica exterior no sufriria modificaciones sustanciales, porque es planificada por profesionales en funcion de los intereses permanentes del pais.
El nombramiento como futuro canciller del embajador Luis Felipe Lampreia, un profesional de carrera, confirma la linea de continuidad que marca las relaciones exteriores de este pais, cuya diplomacia es respetada en los foros internacionales.
El profesionalismo de los diplomaticos brasilenos arranca de principios de siglo, cuando el Baron de Rio Branco, canciller entre 1902 y 1912, decidio reclutar personas de la mayor capacidad para el entonces exiguo contingente de su ministerio.
Rio Branco hizo conocer internacionalmente el nombre del palacio neoclasico donde despachaba, y desde entonces Itamaraty – nombre legado por el conde que hizo construir el edificio- se transformo en sinonimo de la diplomacia de Brasil.
Tan tradicional se volvio esa designacion que cuando la capital brasilena se traslado a la recien construida Brasilia, la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores fue la unica que conservo el mismo nombre.
En 1937, con la creacion del Instituto Rio Branco, donde se forman los aspirantes a la carrera diplomatica, se dio un paso decisivo hacia la profesionalizacion y, por lo tanto, a la estructuracion de lineas permanentes de trabajo.
Eso no quiere decir que no existan oscilaciones en la politica exterior. En los ultimos 30 anos se sucedieron lineas tan divergentes como la del "alineamiento automatico" con Estados Unidos, practicada por los primeros gobiernos militares (1964-73) y la "tercermundista", practicada por sus sucesores (1974-85).
En ese ultimo periodo empezaron su carrera, junto al entonces canciller Azeredo da Silveira, el actual ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, su secretario general (viceministro), Roberto Abdenur, y el recien nombrado Secretario de Asuntos Estrategicos del proximo gobierno, Ronaldo Sardenberg.
El grupo era conocido como "los barbuditos", apodo que les puso con doble intencion el embajador estadounidense Anthony Motley, que los consideraba izquierdistas y partidarios del lider cubano Fidel Castro, debido a la prioridad que atribuian al Tercer Mundo, y al hecho de que todos usan (hasta hoy) barba.
Los "barbuditos" llegaron al comando de la politica externa de Brasil sin perder algunas de sus caracteristicas, como el apego a una politica exterior independiente de la de Estados Unidos, pero adquirieron una cierta dosis de pragmatismo y neoliberalismo, a cambio del abandonado "tercermundismo".
El actual canciller prefiere decir que hoy "la politica externa brasilena no tiene rotulos", pero si hubiese que designarla de algun modo seria "universalista", expresion que el comparte con su segundo, Roberto Abdenur.
Amorim defendio una actuacion externa basada en la existencia de circulos concentricos, que segun el presiden la tendencia mundial a la integracion y crean marcos democraticos para el relacionamiento entre las naciones.
El marco mas amplio estaria constituido por las clausulas del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), que establece reglas comunes para todos los paises.
El segundo circulo seria el de la integracion latinoamericana, materializada en los acuerdos la Asociacion Latinoamericana de Integracion (Aladi), y el ultimo el del Mercado Comun del Sur (Mercosur), que acaba de concluir su proceso de formacion en Ouro Preto.
La prioridad atribuida a este ultimo mecanismo de integracion sera mantenida, de acuerdo a las declaraciones del presidente electo, pero no sera la unica preocupacion de la cancilleria brasilena.
La perspectiva de una integracion mas amplia que incluya a todas las Americas a partir del 2005 plantea nuevos desafios a la diplomacia de Brasil, que Cardoso querria ver mas abierta a la sociedad civil.
Esa apertura deberia estar dirigida, inicialmente, hacia tres sectores principales: las Fuerzas Armadas, que de alguna forma han participado en la elaboracion de estrategias externas, el empresariado nacional, y la comunidad academica representada por las universidades.
"La politica externa tiene que ser analizada y discutida por la sociedad, y especialmente por aquellos sectores mas capacitados para hacerlo. Y espero que el Congreso Nacional tambien tenga una participacion mas activa en la elaboracion de esa politica", dijo Cardoso. (FIN/IPS/rb/ag/ip/94