La virtual derrota de las guerrillas abre la posibilidad de eximir a las fuerzas armadas de Peru del combate al narcotrafico y de poner fin a la creciente corrupcion castrense.
Sin embargo, analistas y dirigentes politicos consideran que ello no sera facil, porque algunos militares no querran perder el negocio del comercio de drogas.
Esta semana el capitan Himler Valdivieso acuso a los altos mandos del ejercito en la zona del Huallaga no solo de proteger al narcotrafico sino tambien de participar en el transporte de droga.
Carlos Roca, dirigente del partido Aprista, Gustavo Espinoza, del Partido Comunista, y el congresista Julio Castro, coinciden con algunos analistas independientes, como Enrique Ovando, en que es tiempo de sacar a los militares de la lucha contra el narcotrafico.
"Se necesita una reformulacion de la politica contra el narcotrafico, que incluya un estudio d0e cual debe ser el rol de la fuerza armada en este asunto. Pero no creo que se pueda hacer con este gobierno, porque tal vez los militares no se dejen quitar este rentable entretenimiento", dijo Roca.
"El mal manejo de la politica antidrogas ha corrompido a todas las instituciones, el narcotrafico es ahora un narcopoder. Seria conveniente sacar a los militares de la lucha antidrogas, pero no lo creo posible", expreso por su parte Espinoza.
El congresista Julio Castro, presidente de la Comision parlamentaria que recibio la denuncia del capitan Valdivieso, senalo que "en primer lugar debe garantizarse la vida y seguridad del denunciante, quien manifiesta haber sido amenazado de muerte".
"No es una novedad la version de que las fuerzas armadas y las organizaciones subversivas que operan en la selva central se han corrompido y cobran cupos de proteccion al narcotrafico", comento.
"Debe investigarse la denuncia del capitan Valdivieso y revisar la decision de que la fuerza armada sea alejada de su mision fundamental, velar por la seguridad nacional, para dedicarse a una funcion de corte policial", anadio.
"Para prevenir el cancer de la corrupcion en el arma esencial de la defensa nacional deberia retirarse al ejercito de la lucha contra el narcotrafico", opino por su lado el analista Enrique Ovando, experto en contrainsurgencia y temas militares.
Las denuncias de Valdivieso no causaron sorpresa aunque si preocupacion, pues los hechos denunciados forman parte de la leyenda negra que rodea la presencia militar en la region cocalera, y acusaciones similares ya fueron antes formuladas por otros oficiales del ejercito.
La funcion policial de erradicar al narcotrafico en las selvas peruanas fue asignada a las fuerzas armadas, porque las bandas de traficantes de cocaina convirtieron a los guerrilleros en protectores de sus ilicitas actividades, a cambio de dinero y armas.
Los datos son imprecisos, pero se calcula que unos 980 millones de dolares ingresan anualmente a este pais por el comercio de 290 toneladas de cocaina semirefinada, que salen a Colombia o Mexico a traves de 214 pistas de aterrizaje clandestinas en la selva peruana.
Pero, segun reiteradas denuncias, algunas de las cuales llegaron incluso al Senado de estados Unidos, los militares enviados a reprimir a insurgentes y narcotraficantes acabaron tambien involucrados en el negocio de proteccion al trafico ilicito de cocaina.
Valdivieso acuso al comandante Miguel Najar, jefe de la base militar de Tocache, de haber convertido a su destacamento en un aparato de proteccion del narcotrafico.
Su version, expuesta primero ante una comision parlamentaria y luego reiterada publicamente en un programa de television, senala que los helicopteros del ejercito cobran 50.000 dolares por el "trasteo", como se denomina al traslado de pasta basica de cocaina a los centros de refinacion o de embarque.
Esa acusacion termino incriminando tambien al jefe politico militar de la zona del Huallaga, el general Eduardo Bellido, sin cuya orden personal ningun helicoptero alza vuelo en el area.
Valdivieso sostiene que la corrupcion esta generalizada y los oficiales inescrupulosos y avidos de rapido enriquecimiento compran el turno para hacer servicio en la region del Huallaga.
El enfrentamiento del capitan con sus superiores comenzo cuando capturo a un conocido narcotraficante, apodado "Chatin", y lo entrego junto con su cargamento, 250 kilos de pasta basica de cocaina, a su base militar, en la aldea de Tocache.
Pero el jefe de la base, el comandante Najar, segun afirma Valdivieso, vendio la droga en 100.000 dolares y libero a "Chatin" por otros 80.000.
Valdivieso denuncio esos hechos al general Bellido, quien lo hizo regresar a Tocache en un helicoptero y lo abandono alli, expuesto a la venganza de Najar.
El capitan sostiene que se vio obligado a escapar y refugiarse en un cuartel de la Fuerza Aerea porque Najar y sus soldados querian matarlo y afirma que los dos testigos civiles que menciono en su denuncia ante el general Bellido han sido asesinados misteriosamente.
Luego de ser trasladado a Lima bajo proteccion de la Fuerza Aerea, Valdivieso deserto para escapar al juicio que le ha sido abierto en una corte militar por insulto a superior, calumnia y abandono de mision.
Ovando sostiene que la Fuerza Aerea debe continuar en la accion antidrogas, porque mediante un sistema de rotaciones muy frecuente y por las posibilidades de aislarse en sus bases, tiene menor contacto con la poblacion selvatica y con los agentes del narcotrafico.
"Ese aislamiento no es posible en el caso del ejercito, que por la funcion tactica que realiza debe mantenerse cerca de la poblacion y ejercer control territorial en las zonas de produccion de coca, y en donde se instalan los aeropuertos clandestinos de los narcotraficantes", indico.
En opinion de Ovando, el ejercito debe ser sustituido por un cuerpo armado especial, de tipo policial, bien financiado y controlado, para que en el caso de ser corrompido pueda ser depurado sin tensiones politicas. (FIN/IPS/al/dg/dn-np/94