Los militares brasilenos estan de nuevo en las calles de Rio de Janeiro, casi 15 anos despues de volver a los cuarteles tras dos decadas de regimen ditactorial. Antes perseguian comunistas y opositores de izquierda, ahora cazan ladrones, traficantes y asesinos.
El ejercito inicio esta semana una gran operacion de asalto a las favelas de Rio de Janeiro, donde se instalo un poder paralelo financiado por el narcotrafico.
Este poder en los ultimos dos anos se transformo en el mas poderoso reto a la autoridad institucional desde que el golpe militar de 1964 aplasto la coalicion de fuerzas sociales interesadas en quebrar el monopolio de las elites sobre el poder politico.
La nueva salida de los uniformados brasilenos a la calle es un hecho de transcendencia latinoamericana, porque en otros paises la misma cuestion esta planteada hace tiempo. En Honduras, este ano el gobierno tambien llamo a las tropas militares a combatir la delincuencia y en Colombia ocurre lo mismo desde los anos 80.
La eficacia de la participacion militar en acciones contra el narcotrafico y el crimen organizado es discutible.
Pero las consecuencias politicas son aun mas controvertidas, pues afectan no solo el debate sobre la funcion futura de los militares, sino tambien, y principalmente, la situacion de las instituciones del Estado en America Latina.
La decision de usar soldados contra la delincuencia en Rio de Janeiro fue bien recibida por la poblacion, agotada y atemorizada por la creciente violencia urbana. Hubo una sensacion de alivio y hasta de proteccion en la clase media carioca, que ya se consideraba viviendo en Bosnia o Beirut.
La militarizacion parcial de Rio de Janeiro puso en marcha un proceso que a la larga tiene repercusiones continentales.
El ejercito asumio la funcion de combatir la criminalidad y de reorganizar la policia local, permeada por la corrupcion e ineficiencia. Los gobernantes locales fueron incapaces de cumplir con sus funciones y garantizar la seguridad ciudana.
El narcotrafico y el crimen organizado de Rio asumieron el control de las favelas ante la falencia de la policia en garantizar la vigencia de las instituciones del Estado en las barriadas pobres de la ciudad. En esto, no es la unica ciudad latinoamericana que padece este mal, pero es quizas la que lo sufre con mas intensidad.
El ejercito tomo en sus manos una funcion que los diarios de Rio clasificaron de "mision imposible". Tendra que acorralar los narcos y bandas organizadas al mismo tiempo que rehace la policia.
Tiene que tener exito en ambas bajo el riesgo de sufrir un nuevo golpe en su imagen, que necesariamente tendra serias repercusiones en el debate sobre la funcion de los militares en una sociedad democratica estable.
Si la "mision imposible" fracasa, la sociedad seguramente se preguntara: ?Para que sirve un ejercito que ademas de no tener mas enemigos internos y externos, no logra garantizar la seguridad ciudadana?.
La accion militar en las favelas de Rio tiene una clara conotacion de "guerra para garantizar la utilidad y por ende el empleo", segun la definicion ironica del politologo brasileno Rene Dreyfus.
El problema es que si los militares llevan a las ultimas consecuencias su "mision imposible", tendran que extender sus lineas de accion mucho mas alla de lo que recomiendan los manuales castrenses.
Es por esto que el comandante de la operacion anticrimen organizado en Rio sorprendio a todos cuando en una rueda de prensa reconocio la necesidad de contar con aliados en la sociedad civil.
Fue una de las primeras veces que un alto mando militar admitio discutir con organismos no gubernamentales una formula de accion conjunta en el combate a la delincuencia. Hasta ahora la unica formula conocida en las Fuerzas Armadas era la de la tutela.
Nadie sabe aun si la sorpresiva afirmacion tendra consecuencias practicas o se quedara en el terreno de la retorica. Pero el sociologo Herbert de Souza ve en ella la unica solucion posible para la "mision imposible". (FIN/IPS/cc/mso/ip/94). —