La explotación sexual comercial de niños y niñas recrudece en Pointe Noire, capital económica de la República de Congo, de la mano del explosivo crecimiento de la población causado por la guerra civil.
"Estamos al tanto del aumento de este problema en los últimos dos años, luego de que muchas personas desplazadas llegaron aquí procedentes de áreas vecinas. Estamos dando los toques finales a un plan para combatirlo", dijo el alcalde, Luc François Macosso.
En general, las víctimas son varones de entre siete y 15 años y, en menor medida, niñas de entre siete y 15 años. Muchos son huérfanos o fueron abandonados.
Cientos de miles de personas huyen a Pointe Noire procedentes de zonas vecinas devastadas por la guerra civil entre los milicianos leales al depuesto presidente Pascal Lissouba y fuerzas gubernamentales. La población de la ciudad aumentó de 500.000 habitantes a un millón en apenas dos años.
"Vivo en un área suburbana donde hay tres clubes nocturnos, así que sé lo que pasa. Todos los días veo a niños de siete a 15 años cargados en automóviles por extranjeros, la mayoría blancos", dijo Jean Jacques Moukyama Mbeli, integrante del consejo municipal de Pointe Noire.
Entre las víctimas figura Alexis, de 14 años, quien, como muchos otros niños de su edad e incluso menores, trabaja cerca de grandes establecimientos nocturnos suburbanos con clientes de distintas nacionalidades.
Un sábado a las 21 horas, Alexis y su amigo Christian, de 12 años, se ubicaron cerca de los locales. "Evitamos ser vistos por la policía para que nuestros clientes nos lleven enseguida. Nos vamos en sus automóviles. Algunos nos llevan a sus casas, otros prefieren hacerlo en el auto", declaró Alexis.
Igual que Alexis, Christian, con los ojos enrojecidos por la falta de sueño, habita en una vivienda compartida. Escapó de la casa en la que vivía antes luego de haber sido violado allí por varios adultos.
"No tuve otra alternativa que hacer lo que estoy haciendo hoy para poder vivir. Ocasionalmente, puedo ganar 5.000 francos por día" (el equivalente a unos ocho dólares), contó Christian.
"Si lo hago es porque nadie se ocupa de mí. Ahora, por lo menos tengo algún dinero ocasional que me salva de las dificultades. Aparte de eso, no es asunto de nadie", dijo Patrick, otro chico explotado.
Mbeli dijo que la municipalidad es impotente para luchar contra el recrudecimiento del fenómeno porque los padres de los niños no quieren verse involucrados.
"Recibimos muchos testimonios de los chicos involucrados. A menudo discutimos el problema con los adultos que los llaman, pero no podemos hacer nada porque los padres no quieren ayudar, pues la homosexualidad es tabú", explicó.
"El fenómeno es real, pero si los padres o los propios chicos no presentan denuncia, no podemos hacer nada. En Congo, la gente prefiere ignorar este tipo de cosas porque podrían traer deshonor a la familia", explicó Catherina Mantissia, una jueza de Libreville.
Mantissia estimó que si algún paidófilo fuera llevado ante la justicia deberían recibir sentencias severas.
El psicólogo Georges Miankenda, director general de Servicios Sociales en la Universidad de Pointe Noire, vinculó el fenómeno, también observado en campos de refugiados, a los traumas y severas distorsiones que causa la guerra civil en Congo en la conducta de los desplazados.
"Esos paidófilos son a menudo personas que perdieron sus valores, a sus familias y sus posesiones. Cuando ven a un niño, ya no lo consideran un ser humano sino un instrumento de sublimación. Es por eso que usan niños indefensos para calmar sus tensiones", afirmó Miankenda.
"Por el momento, carecemos en el país de estructuras capaces para barrer con esos pervertidos", añadió Miankenda. (FIN/IPS/tra- en/lo/nrn/sz/mn/ego/mj/hd/99