octubre 2, 2016

Una calle del pueblo de Jaci Paraná, en el noroeste de Brasil, que alcanzó los 20.000 habitantes durante la construcción de la central hidroeléctrica de Jirau, más del doble de su población anterior, a la que retrocedió al acabar la obra, durante la cual se transformó en centro de esparcimiento para los trabajadores. Crédito: Mario Osava/IPS

Hidroeléctricas amazónicas pagan pecados propios y ajenos

“Antes yo pescaba 200 kilogramos por semana, ahora logro 40 cuando tengo suerte”, se quejó Raimundo Neves, culpando a las dos centrales hidroeléctricas construidas en el río Madeira, una arriba y otra abajo de Jaci Paraná, el pueblo donde vive