Representantes italianos ante la ONU llevan adelante una ardua campaña para juntar adeptos a su propuesta de declarar la moratoria universal sobre la pena de muerte.
En Colombia, de arraigada tradición religiosa, la Iglesia Católica pierde feligreses cada día, mientras que las congregaciones evangélicas desbordan sus templos.
La preocupación se acerca a la desesperación entre empresarios y una parte de los economistas de Brasil ante la sostenida apreciación de la moneda nacional, porque entienden que alienta la pérdida de industrias, lo que algunos llaman la «enfermedad holandesa».