Los agricultores de Puerto Rico llevan adelante una "revolución silenciosa" al promover cultivos sustentables y sin sustancias químicas, pero los principales medios de comunicación apenas se dieron cuenta.
"La agricultura orgánica es factible en Puerto Rico, tanto como en cualquier otra parte del mundo", declaró Jorge Gaskins, que se dedica a los cultivos libres de productos químicos.
Gaskins participa desde hace tres décadas en proyectos de desarrollo comunitario y cooperativas agrícolas. Entre 1979 y 1985 trabajó con la Federación de Desarrollo Agrícola (FEDA), que reúne a agricultores y trabajadores.
La FEDA fue creada por iniciativa del obispo católico Rafael Grovas, que se inspiró en las cooperativas españolas.
La FEDA produjo maracuyá, fruta conocida en Puerto Rico como parcha, y otros frutos, que comercializó con éxito, pero el negocio no sobrevivió debido a una combinación de factores, entre los cuales figura la destrucción provocada por el huracán Georges, en 1998.
Sin embargo, este tropiezo no quebrantó la fe de Gaskins en la factibilidad de la agricultura orgánica.
"Lo que no se puede practicar es agricultura convencional, que requiere cada vez más energía y químicos. Los pesticidas agroquímicos tóxicos incrementan la resistencia de las alimañas, y eso incrementa la dependencia del granjero en esos productos", sostuvo Gaskins.
Gaskins no está solo en su cruzada. Un grupo de estudiantes practica la agricultura orgánica en el campus de la Universidad de Puerto Rico, en la localidad de Utuado, para demostrar que funciona.
Los estudiantes utilizan técnicas naturales de control de insectos y pestes. Para el cultivo de un terreno de alrededor de 0,2 hectáreas, fabricaron un fertilizante a partir de estiércol animal y desechos orgánicos.
"Si uno planta un sólo tipo de cultivo y aparece un parásito, pierde todo. Pero si se combinan hortalizas con hierbas aromáticas y medicinales, que funcionan como repelentes y como hábitat para los depredadores naturales, se obtiene una defensa natural contra las pestes", explicó Jorge Pérez, un estudiante.
Los parásitos causaron la pérdida de entre 35 y 40 por ciento de la producción agrícola del planeta entero en 1940. Entre 1970 y 1996, el uso de pesticidas aumentó 3.300 por ciento. Pero ese mismo año, los insectos destruyeron 37 por ciento de las cosechas.
"La agricultura que se puede practicar es aquella que conserva los recursos naturales, que resulta confiable a los agricultores, respeta al consumidor y promueve la armonía entre los medios de producción", explicó Gaskins.
Gaskins descubrió, luego de años de experiencia, que las condiciones geográficas del país son muy favorables a la agricultura, al contrario de lo que muchos creen.
"Nunca probé frutos de la calidad de los de aquí, silvestres o cultivados, en ningún otro lado. Existen tantos microclimas y tipos de suelo que tenemos lo que necesitamos para exportar productos agrícolas de primera calidad, sobre todo frutas, al mundo entero", aseguró Gaskins.
"El motivo principal y primero (del casi abandono de la agricultura) está en nuestra mente. Tenemos mucha gente, varios con formación, que cree que la agricultura está muerta, que es un oficio de segunda categoría", comentó.
Los supuestos incentivos del gobierno para la agricultura son, en realidad, desalentadores, señaló. Un constructor puede comprar un terreno, poner unas pocas vacas a pastar, y autoproclamarse granjero.
"Cuando el gobierno establece que una parcela de tierra es una granja, queda exenta de impuestos. El presunto granjero obtiene entonces los permisos necesarios para convertir su parcela en un edificio o en un centro comercial", explicó.
"No se puede esperar nada del gobierno, porque no tiene la menor noción de cómo promover la agricultura", agregó el granjero.
El gobierno desalienta el cultivo de café a la sombra de los árboles y en cambio estimula a hacerlo a pleno sol, citó Gaskins como ejemplo. "Eso es un horror, desde el punto de vista ambiental", repuso.
Pero a pesar de todos los obstáculos, Gaskins y otros consagran sus energías a demostrar que la agricultura puede funcionar en este país, y que puede ser económicamente viable, además de segura para el ambiente.
"Producir, en Puerto Rico, es un acto revolucionario. Los que no producen no se enfrentan al sistema económico. Lo aceptan tal cual es, y así quedan condenados a la dependencia", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/cr/cb/ceb/aq/if-en/99