Con 80 por ciento de su población viviendo en ciudades y un parque automotor que crece a las tasas más altas del mundo, América Latina tiene las condiciones para iniciar la transición hacia la movilidad eléctrica, pero las políticas públicas no están, al menos por ahora, a la altura de las circunstancias.
Ese es el diagnóstico de ONU Medio Ambiente, de acuerdo a una conferencia que dos de sus funcionarios dieron el martes 29 en uno de los auditorios de la Cámara de Diputados de Argentina, en Buenos Aires.
El cambio hacia la movilidad eléctrica, sin embargo, va a llegar inexorablemente, en pocos años, y en América Latina comenzará por el transporte público de pasajeros, dijo el coordinador regional de cambio climático de la agencia de Naciones Unidas, Gustavo Máñez, quien se valió de dos fotografías de la Quinta Avenida de Nueva York para ilustrar su pronóstico.[pullquote]3[/pullquote]
La primera imagen correspondía a 1900 y los carros tirados por caballos copaban la escena. La segunda era de apenas 13 años después y solo se veían automóviles.
“Como ya sucedió en otros momentos de la historia, esta vez la transición se dará de manera muy rápida. Estoy viendo en todo el mundo que los fabricantes de autos buscan unirse a esta ola de la movilidad eléctrica porque saben que, si no, van a quedarse sin mercado”, afirmó Máñez.
Las proyecciones indican que América Latina podría, durante los próximos 25 años, ver triplicarse su parque de automóviles, que superaría los 200 millones de vehículos hacia 2050, de acuerdo a la Agencia Internacional de la Energía.
Ese crecimiento, si la transición hacia la movilidad sostenible no se acelera, pondrá en serio peligro el cumplimiento de las contribuciones nacionales comprometidas en el marco del planetario Acuerdo de París sobre cambio climático, según Máñez.
La razón es que el sector del transporte es responsable de casi 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la región.
En ese sentido, el funcionario elogió al nuevo presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, quien llamó a suprimir el uso de combustibles fósiles y descarbonizar la economía. Y valoró que “Chile, Colombia y México estén trabajando para aplicar impuestos al transporte por sus emisiones de carbono”.
“Eso es un ejemplo de políticas públicas destinadas a generar demanda de vehículos eléctricos”, dijo Máñez, mientras otro caso positivo es el de Uruguay, uno de los países de la región que más ha avanzado en movilidad eléctrica, que estimula con beneficios impositivos.
“Pero todavía la región tiene que trabajar muchísimo en el desarrollo de incentivos para la movilidad eléctrica y la quita de subsidios para los combustibles fósiles”, agregó.
En ese sentido, pidió que América Latina mire el ejemplo de los países escandinavos, donde los vehículos eléctricos ya tienen un importante protagonismo, gracias a que sus conductores gozan de privilegios para estacionar o para utilizar los carriles destinados al transporte público, además de otras medidas sostenidas en el tiempo.
En la región las realidades son dispares.
Así, mientras en Brasil se venden vehículos eléctricos desde hace años, el país anfitrión de la conferencia va muy rezagado y recién comercializa un modelo desde este año.
De hecho, el encuentro fue pilotado por el diputado argentino Juan Carlos Villalonga, de la alianza gobernante Cambiemos y autor de un proyecto de ley que promueve la instalación de estaciones de recarga de vehículos eléctricos, lo que por ahora está fuera de la agenda legislativa.
“El primer objetivo es generar un debate en la sociedad acerca de la movilidad sustentable”, dijo Villalonga, quien reconoció el atraso argentino con respecto a otros países de la región en la transición hacia energías limpias.
Argentina recién arrancó hace un par de años con el desarrollo de energías renovables no convencionales, cuyo peso en la matriz de generación eléctrica es todavía insignificante.
En cuanto a movilidad eléctrica, el gobierno de la autónoma Ciudad de Buenos Aires espera poner en funcionamiento a fin de año ocho buses experimentales, de manera de acceder a una primera evaluación, en una flota que tiene 13.000 colectivos, como se llaman en Argentina a los ómnibus de transporte público.
No es el combate contra el cambio climático el único motivo que justifica el impulso a la movilidad eléctrica.
“La salud es otra poderosa razón, ya que los motores de combustión interna generan una gran contaminación atmosférica. Solo en Argentina, casi 15.000 personas por año mueren prematuramente debido a la mala calidad del aire”, dijo José Dallo, jefe de la Oficina del Cono Sur de ONU Medio Ambiente, con sede en Montevideo.
“Por otro lado, también hay una cuestión de seguridad energética, ya que los precios de la electricidad son más estables que los del petróleo”, agregó.
ONU Medio Ambiente presentó en 2016 un documento de 84 páginas titulado “Movilidad Eléctrica. Oportunidades para Latinoamérica”, en el que sostuvo que el cambio significaría para la región una disminución de 1,4 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono, responsable de 80 por ciento de las emisiones de los GEI, y un ahorro de 85.000 millones de dólares en combustibles hasta 2050.
En ese documento se reconoce que entre los obstáculos que presenta la región figuran los subsidios a los combustibles fósiles “y un suministro eléctrico inferior al de los países desarrollados, donde hasta ahora está concentrado el auge de la movilidad eléctrica”.
También se indica que América Latina es la región con mayor uso de buses por persona en el mundo y que el transporte público “posee un potencial estratégico para ser la punta de lanza de la movilidad eléctrica”.
En esa línea, durante la conferencia en Buenos Aires también se contó la experiencia que lleva adelante Chile a través del Consorcio Movilidad Eléctrica, una iniciativa mixta con la participación del Ministerio de Transportes y de instituciones científicas de Chile y Finlandia.
El ingeniero Gianni López, exdirector de la gubernamental Comisión Nacional de Medio Ambiente del país andino y miembro del Centro Mario Molina de Investigación y Desarrollo, aseguró que “en Chile ya hay una decisión tomada de llevar el transporte público hacia la movilidad eléctrica”.[related_articles]
Detalló, en ese sentido, que habrá 120 buses eléctricos operando el próximo año en Santiago y que el objetivo es que en 2025 ya circulen 1.500, lo que es más de 25 por ciento de una flota total de cerca de 7.000 unidades de transporte público.
“Son muchas las características que hacen más fácil empezar por los buses públicos que por los autos particulares”, dijo López.
“Por un lado, los buses circulan muchas horas por día y entonces el retorno de la inversión se consigue mucho más rápido; por otro lado, como tienen rutas fijas, es más sencilla la instalación de sistemas de recarga; y la autonomía no es un problema porque uno sabe exactamente qué distancia va a recorrer cada día”, precisó.
Un ejemplo en ese sentido es el de Uruguay, en cuya capital operan taxis eléctricos desde 2014 y desde 2016 una empresa privada de transporte público cuenta con un servicio regular con buses eléctricos. Además desde diciembre pasado, se inaguró una «ruta verde» de 400 kilómetros, con estaciones de recarga cada 60 kilómetros.
En cuanto al costo de los vehículos eléctricos, Máñez aseguró que China, que lidera la producción y venta de vehículos eléctricos, ya está cerca de llegar a la paridad del costo con los vehículos convencionales.
En ese sentido el funcionario también habló de la necesidad de que en América Latina se desarrolle una tecnología que hoy está poco desarrollada.
Destacó el caso de Argentina, que no solo es productor de vehículos convencionales, sino que en el norte del país tiene reservas de importancia mundial de litio, mineral utilizado en las baterías de los vehículos eléctricos.
El punto es que el litio se exporta como producto primario porque en este país sudamericano no ha desarrollado la tecnología para realizar localmente la fabricación y el ensamblaje de esas baterías.
Edición: Estrella Gutiérrez