POLÍTICA-UCRANIA: Coalición naranja, parte II

Las fuerzas de oposición de Ucrania alcanzaron un acuerdo para formar una coalición y Yuliya Timoshenko será la próxima primera ministra. La política exterior puede cambiar, pero prevalecerá el realismo.

El Partido de las Regiones, del primer ministro Viktor Yanukovich, ganó las elecciones anticipadas del 30 de septiembre con 34 por ciento de los votos.

Pero la oposición "naranja" logró zanjar diferencias internas y acordó la semana pasada formar un nuevo gabinete. Este sector está conformado el Bloque Yuliya Timoshenko, con 31 por ciento de sufragios, y Nuestra Ucrania, del presidente Viktor Yushchenko, aliado con Autodefensa del Pueblo, del ex ministro del Interior Yuriy Lutsenko, con 14 por ciento,

Timoshenko y el presidente Yushchenko fueron aliados en la llamada "Revolución Naranja", la revuelta popular ocurrida entre noviembre de 2004 y 2005 que llevó al líder de Nuestra Ucrania a la presidencia.

El color naranja quedó asociado desde entonces a los partidos que apoyan la democracia de tipo occidental.
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Al no prosperar la propuesta de formar una gran coalición, el gobernante Partido de las Regiones, favorable a tener vínculos estrechos con Rusia, estará en la oposición por los próximos cuatro años.

Pero la exclusión total del partido de Yanukovich del gobierno preocupa a varios analistas. Los círculos empresariales más poderosos de Ucrania respaldan al Partido de las Regiones, al igual que la gran mayoría de la población del sur y este, el corazón industrial del país.

El presidente Yushchenko trató de impulsar una gran coalición, aunque de forma un poco ambigua.

"Las fuerzas que representan el oeste y las del este deben ser sensatas, tener visión de futuro y dialogar entre sí", declaró el mandatario. Pero su llamado no resultó muy atractivo.

Los primeros pasos de la alianza "naranja" incluyen la abolición de la inmunidad y los privilegios que gozan los parlamentarios, la redacción de una nueva ley fundamental y la prohibición de que los diputados cambien de agrupación, práctica que originó la crisis que llevó a la realización de elecciones anticipadas.

El presidente disolvió el parlamento y llamó a elecciones anticipadas el 2 de abril, después de que un grupo de legisladores pasó de la oposición a la coalición gobernante en lo que Yushchenko calificó de "usurpación del poder".

La cantidad de diputados favorables al primer ministro se acercaba a 300 de los 450, lo que bastaría para concretar reformas constitucionales tendentes a debilitar el accionar del presidente y permitiría anular sus vetos a los actos legislativos.

La relación entre los líderes prooccidentales, Yushchenko y Timoshenko, ha sido turbulenta. El presidente destituyó a la primera ministra en 2005, tras una lucha de poder interna que terminó en acusaciones mutuas de corrupción.

Pero los partidarios de las fuerzas "naranjas" esperan que el temor infundido por la poderosa y organizada oposición mantenga unida a la coalición.

Sus seguidores también esperan que el país funcione sin grandes contratiempos ya que el presidente y la primera ministra son del mismo "palo", aunque cualquier pequeño desacuerdo podría hacer colapsar el gobierno ya que las fuerzas "naranjas" gozan de una pequeña mayoría en el parlamento.

Nadie duda de la fragilidad de la alianza y de las fuertes ambiciones personales.

A pocos días de anunciado el acuerdo, las fuerzas a favor del presidente acusaron al Bloque de Timoshenko de plantearse objetivos irreales y de interferir con los derechos exclusivos del jefe de Estado.

Timoshenko reclama poner fin al servicio militar obligatorio para 2008, pero su propuesta chocó con la oposición de los hombres leales al presidente.

Además, los partidarios de Yushchenko temen que Timoshenko desorganice el presupuesto del país, por su promesa de reforzar la presencia del Estado en la economía, aumentar el gasto social y hasta revisar contratos de privatización previos que, según ella, son injustos.

Yushchenko se inclina más por un enfoque más liberal de la economía, según el cual el Estado interfiere sólo cuando es absolutamente necesario.

Algunos cambios propuestos por Timoshenko pueden tener consecuencias fuera de fronteras por una de sus principales promesas de campaña, revisar los acuerdos con Gazprom, la gigante compañía rusa del sector energético, que fijan el precio del gas.

Las repercusiones se hicieron sentir enseguida después de los comicios. Gazprom sorprendió a Kiev recordándole una deuda de 1.300 millones de dólares por el suministro de gas. Aunque luego, la empresa se corrigió e informó que el monto era adeudado por compañías intermediarias con sede en Ucrania.

Funcionarios ucranianos reconocieron que una compañía intermediaria había almacenado gas en sus instalaciones, sin pagar a Gazprom. Finalmente se alcanzó un acuerdo y el combustible fue devuelto a Rusia.

La nueva coalición, sospechosa del plan existente y los hombres que están detrás de él, anunciaron que se esforzarán por tener un mercado de gas transparente y sin intermediarios. Pero las medidas concretas del gobierno y sus posibles implicancias tendrán que ser bien medidas.

"Deben revisarse los acuerdos, pero una vez que eso suceda tendrá que ser el resultado de un arreglo mutuo", dijo a IPS Natalya Shapovalova, analista de política exterior del Centro Internacional de Estudios políticos, con sede en Kiev.

La polémica es más una cuestión económica que política, según la analista.

"Rusia trata de presionar mediante asuntos energéticos, pero es más una cuestión de negocios", explicó. "Las tensiones con Rusia no dependen de la integración del gobierno ucraniano".

En el otro frente, la nueva coalición anunció su intención de dejar a Ucrania más cerca de poder incorporarse a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), según los resultados del referendo.

Pero tampoco hay que sobreestimar el anuncio pues hasta el prorruso Partido de las Regiones tenía dentro de sus objetivos integrar el bloque europeo de 27 países y cooperar con la OTAN.

La postura más prooccidental de los últimos tiempos y el abandono de su postura anti-OTAN, le costó a esa agrupación las elecciones, según numerosos analistas.

"El gobierno anterior era más cuidadoso con ese tipo de comentarios a causa de sus aliados", explicó Shapovalova.

"Pero ahora no sucederá nada rápido, la integración con la OTAN continuará y quizá Ucrania se una al plan de acción para incorporarse a la alianza militar. Pero la opinión pública se opone y se necesitará un consenso mayor", añadió.

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