MUJERES: Doble, triple, cuádruple discriminación

El abuso repetido sobre las mujeres indígenas o integrantes de minorías, delicadamente definido como ”doble discriminación” en el discurso de expertos y activistas, aún no es comprendido en toda su dimensión.

Aunque hombres y mujeres de minorías y de pueblos indígenas padecen discriminación, son las mujeres quienes la sufren de modo múltiple, argumentaron Fareda Banda y Christine Chinkin, investigadoras de la organización Grupo Internacional de Derechos de Minorías (MRG), con sede en Gran Bretaña.

La violencia sexual, de proporciones casi epidémicas, y las diversas formas de discriminación contra las mujeres de minorías y de pueblos indígenas podrían ser mejor prevenidas, sostuvieron las expertas.

Pero no obtienen una comprensión adecuada y chocan con los mecanismos de derechos humanos y con los instrumentos legales vigentes, lamentaron en un informe divulgado con motivo de la sesión del Comité sobre la Eliminación de la Discriminación Racial (CEDR), el organismo de la ONU que sesiona hasta la próxima semana en Ginebra.

Banda, de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, estimó que las agencias de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) deberían comenzar a ocuparse de las formas en que el género se cruza con las cuestiones de minorías y de pueblos indígenas.

Las dos autoras del informe de MRG denominan a ese fenómeno ”discriminación interseccional”. La raza, el género, las clases y otras formas de discriminación son las carreteras que estructuran el terreno social, económico o político, explicaron.

Esas rutas parecen separadas y desconectadas, pero se unen, se cruzan y se superponen, formando intersecciones complejas. Las mujeres que son marginadas por sexo, raza, etnia u otros factores, están ubicadas en esas intersecciones, describieron.

Durante un debate realizado en la ONU, Banda definió a grandes rasgos que el concepto de sexo refiere típicamente a las diferencias biológicas entre mujer y hombre. En cambio, género alude a aspectos de las relaciones sociales que no están fundadas en el sexo, pero sí arraigadas en actitudes culturales y sociales de los pueblos.

El estudio de Banda y Chinkin observa que los temas y los indicadores clave de género son ignorados en los análisis de derechos humanos y de minorías, mientras los derechos de las minorías reciben el mismo tratamiento de los expertos que trabajan en cuestiones de igualdad de género y de derechos de la mujer.

Ese enfoque reconocido en ”algunos instrumentos internacionales” es bautizado por las autoras como ”silencio institucional sobre la discriminación interseccional”.

El ejemplo que citan alude a los informes que prepara el experto mexicano Rodolfo Stavenhagen, relator especial para los pueblos indígenas de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Banda y Chinkin sostienen que los documentos de Stavenhagen presentan a las mujeres indígenas como ”aditamentos” de los hombres.

El primer informe del relator, aunque identifica la marginación, en particular de mujeres y niños, como un problema persistente, hace escasa referencia a la mujer cuando se ocupa de cuestiones de la propiedad de la tierra, de los asentamientos, de educación y de cultura, afirman.

Por ejemplo, en un informe sobre la ausencia de una clínica maternal para la atención de las mujeres del pueblo atacameño, en Chile, y de las altas tasas de mortalidad infantil, la cuestión es expuesta en función de sus efectos sobre el grupo en lugar de la carga agregada que soportan las mujeres, insisten.

Otro informe de Stavenhagen, esta vez sobre México, menciona la violencia sufrida por las mujeres de Chiapas, pero sin explicar la forma, el contexto o las consecuencias ni hacer referencia a la violencia de género contra la mujer, dicen las investigadoras.

En otro aspecto, el informe se ocupa del genocidio cometido una década atrás en Ruanda por miembros de la etnia hutu. El foco del abuso era la cuestión étnica, pero las mujeres tutsis fueron un blanco diferente a los hombres tutsis, ”porque eran a la vez tutsis y mujeres”.

Las mujeres tutsis fueron sometidas a violencia sexual, como parte del genocidio, y luego asesinadas, recuerda el documento.

La situación de la mujer en Sudán y, en particular en la región oriental de Darfur, fue analizada por Mary James Kuku, de la agencia sudanesa Organización de Desarrollo de la Mujer Delibaya Nuba.

Kuku dijo que las mujeres indígenas y de minorías carecen de estatus y se encuentran marginadas en Sudán.

”Nuestro problema es que somos personas analfabetas porque no tenemos posibilidades de ir a la escuela. Y cuando se puede concurrir, la educación se recibe en idioma árabe, lo que supone una negación de la propia lengua y una negación de la condición de africana. Una se convierte en árabe a pesar de que por el color de la piel no se parezca a un árabe”, dijo Kuku.

En Darfur, las mujeres necesitan medicinas y alimentos, pero lo que se requiere fundamentalmente es educación. Sin ella, no hay forma alguna de reivindicar los derechos, comentó la activista sudanesa.

”Uno de los miembros del CEDR, Morton Kjaerum, director del Instituto Danés de Derechos Humanos, expuso algunas tendencias que surgen de los exámenes que ese organismo realiza del acatamiento a la Convención contra la Discriminación Racial.

De los informes de 30 países analizados en los últimos tres años, 17 merecieron observaciones y recomendaciones relacionadas con la doble discriminación contra la mujer.

De esos 17, en 13 casos el CEDR expresó preocupación por la situación de esos abusos. Eso significa que en los cuatro casos restantes hubo satisfacción porque la tendencia se orientaba de manera positiva, dedujo Kjaerum.

Los 13 casos que inquietaron al comité se referían principalmente a explotación sexual, falta de oportunidades para la participación política, leyes discriminatorias y marginación en el mercado laboral.

Los 13 países que no merecieron observaciones del comité pertenecen al bloque occidental, pero no porque no exista discriminación en ellos. ”Ese aspecto me sorprendió. Creo que obedece a las dificultades que existen para encarar la discriminación contra grupos y para tratar ese problema”, dijo Kjaerum.

Una forma de afrontar esa dificultad en el examen de los países occidentales es estableciendo una mejor distinción entre la discriminación general y la cuestión de la doble discriminación, sugirió el experto danés.

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