Las autoridades de Brasil parecen decididas a poner fin al comercio ilegal en la frontera con Paraguay, que estaría generando pérdidas fiscales de 1.000 millones de dólares y tráfico de armas y de drogas.
Una intensificación de la represión fiscal desde fines de mayo produjo la aprehensión de más de 1.500 millones de dólares en mercancías y protestas de comerciantes paraguayos, con el bloqueo por varios días del Puente de la Amistad entre los dos países.
Ahora, la Secretaría de Renta Federal prepara un golpe mortal contra el contrabando desde Paraguay. Propondrá al gobierno que establezca un impuesto a la exportación de cigarrillos de 150 a 200 por ciento, adelantó el jueves pasado el analista Celso Pinto.
Los cigarrillos constituyen el principal producto que cruza ilegalmente la frontera. Producidos en Brasil y exportados a Paraguay, vuelven al país de origen a un precio muy inferior porque dejan de ser gravados con 75 por ciento del impuesto industrial brasileño y tributos comerciales estaduales.
Los vendedores callejeros en Rio de Janeiro venden el paquete de cigarrillos a mitad de precio que el comercio legal. Una empleada pública que compra tres paquetes diarios en una calle en la que tres vendedoras ofrecen cigarrillos de contrabando, dijo que sin el producto "paraguayo" reduciría el consumo.
El combate del contrabando desde Paraguay interesa también al Ministerio de Salud, que promueve una campaña contra el tabaquismo, apuntado como causa de 70.000 nuevos casos de cáncer y 33.000 muertes cada año en Brasil.
"El 20 por ciento de los cigarrillos consumidos en el país provienen de Paraguay", manifestó el ministro de Salud, José Serra, quien indicó que las pérdidas fiscales y los costos de tratamientos de salud superan ampliamente los beneficios económicos del tabaco.
Brasil exportó 236 millones de dólares en cigarrillos, en los primeros cuatro meses de este año, lo que representa un aumento de 35,6 por ciento respecto de igual período de 1997. Paraguay respondió por 36 por ciento de esas ventas, un volumen muy superior a su consumo interno.
Europa oriental, especialmente Rusia, es otro gran importador de cigarrillos brasileños. Para no afectar las ventas a ese mercado, la autoridad fiscal propone gravar exclusivamente las exportaciones al continente americano, según Pinto.
En la demanda de mayor control en la frontera paraguaya se unieron varios sectores industriales, como el electrónico y el de juguetes, que se quejan de altas pérdidas por la competencia de productos asiáticos que invaden el mercado brasileño, vía Paraguay, a precios muy bajos favorecidos por la evasión fiscal.
La Asociación Brasileña de Vestuario se sumó a las presiones, entregando el lunes pasado al gobierno un documento en que pide medidas duras contra Paraguay, incluso su exclusión del Mercado Común del Sur (Mercosur), que integran también Argentina y Uruguay.
Los industriales brasileños de la confección estiman sus pérdidas en 800 millones de dólares al año a causa del contrabando y consideran inaceptable la Ley de Maquila, que Paraguay se apresta a poner en vigencia.
Con esa ley se pretende que productos importados y superficialmente modificados en el país sean considerados paraguayos y disfruten así del libre comercio en el Mercosur.
Además de posibles efectos negativos para el Mercosur, el gran obstáculo para una solución efectiva lo constituyen las consecuencias sociales de una drástica reducción del comercio fronterizo.
Asociaciones de "camels", como se llama a los vendedores callejeros, estiman en más de un millón los trabajadores informales que dependen de ese comercio, ya consolidado en las grandes ciudades brasileñas, pese a su ilegalidad.
Sólo en Foz de Iguaz, ciudad fronteriza con Paraguay de 230.000 habitantes, cerca de 30.000 personas perderían su empleo si se pone fin al flujo comercial ilegal, según el alcalde Harry Daij. Se trata de trabajadores empleados en el comercio de la paraguaya Ciudad del Este, del otro lado de la frontera.
Además, quedarían desocupados 10.000 personas conocidas como "naranjas", que cruzan el puente varias veces al día transportando productos para compradores brasileños, como forma de eludir la aduana.
Estas personas, que cobran hasta ocho dólares por viaje, tuvieron la osadía de organizarse en un sindicato, aunque se mantienen en la clandestinidad.
Por otra parte, las autoridades policiales y militares brasileñas reclaman también la posibilidad de una acción más efectiva en la frontera, para inhibir el tráfico de drogas y de armas, favorecido por la cobertura de una multitud de turistas compradores que diariamente cruzan el Puente de la Amistad. (FIN/IPS/mo/ag/ip-if/98