VENEZUELA: «Banmujer las suma a los beneficios del desarrollo»

«Nuestra razón de ser es la incorporación de las mujeres al desarrollo y, más aún, a sus beneficios», explicó a IPS la economista Nora Castañeda, quien está al frente del Banmujer, de Venezuela, desde su creación en 2001.

Castañeda, que se define socialista y feminista, ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de las mujeres. Y en esa tarea continúa desde el Banco de Desarrollo de la Mujer (Banmujer), al que califica de "banco diferente" entre las instituciones de microcrédito en el mundo.

En su extenso currículo destaca el de fundadora del Centro de Estudios de la Mujer de la pública Universidad Central de Venezuela y coordinadora de las organizaciones no gubernamentales locales ante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en 1995 en Beijing.

El Banmujer, único de su tipo en el mundo por su carácter de público, destinado a la mujer y con sus servicios totalmente gratuitos, ha otorgado 150.000 créditos de pequeña escala por un total de 10,7 millones de dólares. Este es un extracto de la entrevista.

IPS: ¿Qué caracteriza a Banmujer como institución de microcrédito?

NORA CASTAÑEDA: Hay varios tipos de entidades microfinancieras, pero Banmujer es diferente a todas, porque nuestra razón de ser no son las ganancias financieras.
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Es eso y algo más importante: la incorporación de las mujeres al desarrollo y, más aún, a los beneficios del desarrollo. Y eso no se logra solo con microcréditos.

IPS: ¿Cómo surgió la idea?

NC: El camino para Beijing y la conferencia fueron el punto de partida. Allí las organizaciones de mujeres concluimos que, si algo estaba en entredicho, eran los derechos económicos de las mujeres y que sin ellos no había derechos humanos.

Si la base económica de la sociedad no cambia para las mujeres, en especial las más pobres entre ellas, no hay empoderamiento y las leyes de paridad quedan en papel.

IPS: ¿El microcrédito entonces es un medio?

NC: Efectivamente. El banco no es una entidad solo para dar microcréditos. Si así lo hiciéramos, solo estaríamos reproduciendo la triple jornada de trabajo de las mujeres (el hogar, la actividad laboral y la comunidad), aunque solo uno remunerado, y mal remunerado.

Incorporar a las mujeres a los beneficios de la economía pasa no solo por el microcrédito sino por elevar nuestra calidad de vida, mediante el desarrollo de la solidaridad familiar, el trabajo, la honestidad y el compartir.

Comenzamos a trabajar por ahí, con un aprendizaje muy colectivo, muy de nuestra América, muy Sur-Sur. Tuvimos que ir aprendiendo y desaprendiendo al mismo tiempo. Hay valores que son antivalores y había que pensar diferente, a riesgo de ser vistas como atrasadas, acomplejadas o marginadas.

IPS: ¿Un ejemplo de lo que debieron desaprender?

NC: Tuvimos que desaprender lo que es un banco, pues nos habían dicho que es una institución financiera cuyo objetivo es obtener rentabilidad. Debatimos mucho el modelo y decidimos que debíamos priorizar y centrarnos en las más pobres y atender la feminización de la pobreza.

IPS: ¿Qué modelo generó ese proceso?

NC: El modelo solidario, basado en la cooperación y la ayuda mutua. El modelo de que quien gerencia y administra es servidor y servidora pública de otros. No fue fácil, tuvimos fallas, no siempre se comprende afuera los planteamientos, no siempre funcionamos como pensamos.

Es un camino nuevo y hay ensayos y errores en la práctica. Y está la variable tiempo, tan importante, son procesos lentos y cuesta adaptarse y comprenderlo.

IPS: ¿Cómo llegan ellas al banco?

NC: Decidimos que era el banco quien tenía que ir a las mujeres. Creamos equipos, pequeños, en cada estado, de mujeres locales, con una responsable.

Establecimos, además, alianzas estratégicas con las comunidades organizadas, con otras instancias del Estado, con organizaciones de mujeres y las iglesias.

Vamos a las comunidades, ofrecemos apoyo, pedimos un plancito de trabajo y, primero que nada, formación. Todas deben asistir al menos a tres talleres, porque pueden recibir dinero y no tener éxito en su proyecto por razones derivadas de su condición de pobreza.

La pobreza no se combate a fuerza de dinero. Para superarla hay que apoyarse en organizaciones basadas en la solidaridad, que puede ser la propia familia. Puede haber hombres, siempre que la coordinadora sea mujer y ellos sean minoría. Pasa que aún así ellos imponen y ellas aceptan, porque es lo dominante.

IPS: ¿Qué pretenden con la formación?

NC: Buscamos convertir a las mujeres en economistas populares, que ellas se hagan preguntas como las de la academia: qué producir, cómo, dónde, cuándo y para quién, con la guía de un diálogo de saberes, que todas tenemos aunque sin sistematizar.

También sustituimos el análisis de mercado por un diagnóstico comunitario participativo, sobre las necesidades de su barrio o su comunidad, o hacemos un análisis de costos, que las incorpore como trabajadoras y fije un plusvalor adecuado.

El objetivo es que el pueblo sea economista, pues es una cosa muy seria para dejarla solo a los economistas.

Además, hay un seguimiento, un apoyo técnico y todo es gratuito. Eso también nos hace diferentes.

IPS: ¿A cuántas personas ha beneficiado el Banmujer?

NC: De forma directa a unas 150.000 personas, 10 por ciento de las cuales son hombres. Detrás de ellas hay una unidad familiar de cinco personas de promedio.

IPS: ¿Cómo funciona el otorgamiento del crédito?

NC: Hemos manejado unos 467 millones de bolívares (unos 10,7 millones de dólares al cambio oficial actual) en 11 años. El apoyo que se les da tiene frutos permanentes.

Hemos asignado 150.000 créditos. Pero ha favorecido de manera indirecta a otro gran número de mujeres, que crean un modelo de actuación en su entorno.

Los talleres tienen esa intención. Nuestra misión es que aprendamos y nos reconozcamos como un valor positivo que merece ser emulado.

El microcrédito es un instrumento y lo que transversaliza todo es un cambio de valores. Le planteamos al presidente (Hugo Chávez): el microcrédito es una excusa para llegar a las mujeres y con ellas, y a partir de ellas y para ellas, organizarnos como pueblo. Y él me dijo: de acuerdo, pero le das el crédito (risas).

En el camino decidimos priorizar la agricultura, incluida la urbana y periurbana, para atender a dos fenómenos combinados: feminización del campo y de la pobreza.

IPS: ¿Cómo son las condiciones del crédito y del pago?

NC: Los créditos son a 48 meses y 6.000 bolívares (1.400 dólares) por persona para grupos de máximo nueve. La tasa de interés es de cero a seis por ciento. No hay ganancias, es sin fines de lucro, pero sin fines de pérdida tampoco.

Somos un banco subsidiado por el Estado, algo único en el caso de las mujeres, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, entre ellos eliminar la pobreza y empoderar a las mujeres. Hacemos las máximas economías posibles, para que nuestros balances nunca den pérdidas.

Así las mujeres cada vez reciben más. Las que pagan van a obtener un ‘recrédito’, por eso todas están pendientes de pagar. Logramos una cobranza permanente. A veces en lugar de pagar todo, pagan una parte, pero después se ponen al día.

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