Tráfico de biodiversidad acusado de financiar terrorismo

Un rinoceronte blanco en un santuario de la provincia de Limpopo, Sudáfrica. En 2011, cazadores furtivos mataron a 668 de estos animales en ese país. Crédito: Jennifer McKellar/IPS.

Altos diplomáticos y funcionarios militares de Estados Unidos urgen a los gobiernos africanos y de Occidente a intensificar la lucha mundial contra la caza furtiva e ilegal, cuando crecen  evidencias de que esta actividad se usa para financiar organizaciones delictivas y terroristas en varias partes de África.

Esto suma presión para la Conferencia sobre el Comercio Ilegal de Biodiversidad, que se realizará en Londres en febrero.

Los grupos acusados incluyen a Al Shabab en Somalia y al Ejército de Resistencia del Señor (LRA) en Uganda y Sudán del Sur, a los que se señala como responsables de la matanza de rinocerontes salvajes, así como de elefantes y otras especies protegidas, para vender sus colmillos.

Esta clase de tráfico está asociada con un comercio ilícito enormemente lucrativo.

“Aunque se han producido muchos avances (contra la caza furtiva), todavía no hemos podido frenar este delito, no ganamos impulso”, dijo el viernes 10 el general retirado Carter Ham, que lideró el Comando de Estados Unidos para África (Africom) hasta abril de 2013. “Ahora es el momento”, aseguró.

[pullquote]3[/pullquote]Ham sugirió que una respuesta efectiva a la caza furtiva en África puede incluir un fuerte componente militar, que involucre el uso de vehículos aéreos no tripulados, más comúnmente conocidos por el nombre inglés de “drones”.

“El uso de drones es deseable y también tiene probabilidades de ser muy efectivo”, dijo.

Peter Westmacott, embajador británico en Estados Unidos, apoyó el llamado a enfocarse en una mayor seguridad en la lucha contra la caza furtiva y el tráfico de biodiversidad.

“El comercio ilegal de biodiversidad es una tragedia para el mundo natural, pero también para la seguridad internacional”, dijo. Un paso importante, señaló, será la Conferencia de Londres.

Dicho acontecimiento se realizará el 13 de febrero en Londres, organizado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), con el auspicio del gobierno británico.

El Centro Stimson, con sede en Washington, publicó este mes un informe  “Killing Animals, Buying Arms” (matando animales, comprando armas), sobre el creciente vínculo entre la caza furtiva y el terrorismo, con base en una investigación realizada en Kenia.

El estudio señala que “el punto máximo de caza furtiva y delitos vinculados a la biodiversidad coincide con el mayor involucramiento de sofisticados criminales transnacionales organizados y organizaciones terroristas”.

“Aunque no conocemos el alcance total de (esta) relación, sabemos que hay un vínculo importante entre caza furtiva y (…) seguridad”, dijo Jonah Bergenas, subdirector de la Iniciativa de Manejo Más Allá de las Fronteras del Centro Stimson y autor del informe.

“Tenemos que tratar este asunto no solo como un desafío de conservación, sino también como un desafío de seguridad que requerirá un enfoque integral, que conlleve la creación de asociaciones tanto dentro como fuera del gobierno”, agregó a IPS.

Los gobiernos de África y de Occidente deberían cooperar con los actores locales a fin de brindar una solución verdaderamente abarcadora, opinó.

Una tentación lucrativa

Según el informe, la caza furtiva se usa para financiar una industria de 19.000 millones de dólares en todo el mundo, extendiéndose desde África hasta Asia oriental y los países occidentales. China impulsa buena parte de la demanda.

El impacto sobre la naturaleza ha sido marcado, y aumentó significativamente en los últimos años. Solo en 2012 y 2013 se mataron ilegalmente  casi 60.000 elefantes y más de 1.600 rinocerontes.

Expertos estiman que un cuerno de rinoceronte vale 50.000 dólares por libra (casi medio kilogramo) en el mercado ilegal, más que el oro o el platino.

Por eso resulta muy difícil resistir ante la caza furtiva, plantean los activistas.

[related_articles]“La mayoría de las personas saben que esto está mal, pero es necesario hacer una distinción entre los cazadores furtivos”, dijo Andrea Crosta, director ejecutivo de la Liga de Acción por los Elefantes, con sede en Estados Unidos.

“En un extremo está el pobre indígena local que no tiene trabajo y simplemente necesita el dinero. En el otro, están las pandillas criminales organizadas, con armas y dinero, que pueden sobornar a los guardas forestales y obtener su información”, explicó a IPS.

Un par de colmillos puede venderse por el precio equivalente al salario de varios años en muchos países africanos, añadió.

“Para alguien desempleado y con una gran familia que alimentar, es mucho dinero. Ellos saben que está mal, pero la tentación es demasiado fuerte”, señaló Crosta.

Junto con un equipo de miembros de la Liga, Crosta pasó buena parte del trienio 2010-2012 investigando la caza furtiva en África oriental. Concluyeron que grandes cantidades de marfil ingresaban a Somalia de un modo sistemático y organizado.

Luego descubrieron que el tráfico era administrado por Al Shabab. “Estábamos encubiertos, simulando ser investigadores y zoólogos, y así pudimos hablar con pequeños y grandes comerciantes, cazadores furtivos e intermediarios”, explicó Crosta, actualmente radicado en Holanda.

El equipo evidenció un sistema de tráfico secreto, en que mensualmente ingresaban a Somalia entre una y tres toneladas de marfil facilitadas por Al Shabab.

Marfil sangriento

Diplomáticos y otras personas llaman ahora a los gobiernos de Occidente y África a aunar recursos para poner fin a este mercado ilícito.

“La gente tiene que entender que el comercio de biodiversidad es similar al de los diamantes de sangre”, dijo a IPS el director ejecutivo de WildAid, Peter Knights. Su organización busca poner fin al tráfico de naturaleza en todo el mundo.

Knights observó que una campaña de concientización similar a la que buscó deslegitimar el fenómeno de los diamantes de sangre puede servir para frenar la caza ilegal.

“Una de las mejores maneras de hacer esto es desfinanciar (la caza furtiva) del lado de la demanda, educando a los consumidores en Asia y otros países, urgiéndolos a no comprar estos productos”, dijo.

“Los consumidores tienen que comprender que estos productos no proceden de una muerte natural y que su compra impulsa esta actividad, que (también) se está matando a los cazadores furtivos y que las ganancias derivadas de esta práctica se usan para financiar actividades ilegales”, enfatizó.

De hecho, los activistas sostienen que a menudo se pasa por alto el aspecto humano de la caza furtiva. Miles de cazadores mueren cada año mientras capturan elefantes y rinocerontes, a menudo dejando a sus familias sin ningún sostén.

Por primera vez, China destruyó públicamente el 6 de este mes 6,1  toneladas de marfil, mientras Estados Unidos hizo algo similar en noviembre. La acción de Beijing fue aplaudida por Washington y organizaciones conservacionistas, por el peso del país en el comercio mundial de naturaleza.

“Fue un gesto público importante, pero insuficiente”, dijo Crosta. “El gobierno chino debe ser activamente presionado, incluso por Estados Unidos, a fin de reducir su demanda interna”, planteó.

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