Ruhaní trae a Irán más esperanzas que cambios en su primer año

Ruhaní saluda a la multitud en la provincia de Lorestán, el 18 de junio de 2014. Crédito: Presidencia de Irán.

Cuando las autoridades  electorales de Irán anunciaron en junio de 2013 que Hassan Ruhaní era el nuevo presidente, las multitudes colmaron las calles de Teherán para celebrar su sorpresiva victoria. Al cumplirse un año de asumir el cargo, la población no pierde la esperanza de una vida mejor, aunque persisten las dificultades. 

«Creo que Ruhaní hizo una labor muy buena», dijo Hassan Niroomand, de 62 años y director de una empresa siderúrgica en Teherán, con motivo de cumplirse este lunes 4 un año de su juramentación.

“No tiene todo el poder, pero sí aprovechó lo que puede controlar, y mantengo las esperanzas», añadió Niroomand, en referencia al manejo que hizo Ruhaní de las negociaciones multilaterales por el programa nuclear del país, la iniciativa de seguro universal de salud y su estilo de liderazgo.[pullquote]3[/pullquote]

«Sabe cómo tratar a los extremistas que intentan convertir a Irán en otro Afganistán», agregó.

Pero no todos los iraníes comparten la valoración positiva de Niroomand.

«Todo el mundo dice que es mejor” que el expresidente Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013), “pero no veo la diferencia», opinó Fariba Hosseini, una estudiante de 39 años que está desempleada.

«Los precios siguen altos y otra vez molestan a las niñas por el velo», dijo, refiriéndose a la policía moral iraní que patrulla las calles en el sofocante calor del verano boreal para asegurar el cumplimiento de las normas que rigen la vestimenta femenina.

«No creo que la vida vaya a mejorar», comentó.

Ruhaní, un clérigo de centro, se comprometió al asumir la Presidencia a mejorar la economía, resolver el conflicto por el programa nuclear y aflojar el ambiente político, caracterizado por el énfasis puesto en las fuerzas de seguridad.

Muchos iraníes más compartirían la visión pesimista de Hosseini si el canciller Mohammad Javad Zarif no hubiera alcanzado el histórico acuerdo nuclear interino con las potencias mundiales en noviembre de 2013 y si las negociaciones hacia un acuerdo definitivo hubieran fracasado.

Pero mientras la economía sigue cojeando debido a las políticas oficiales y las sanciones pasadas, ligeras mejoras dan esperanza a muchos de los 80 millones de habitantes del país.

«Los esfuerzos de Ruhaní y su equipo para reducir las sanciones a Irán mediante las conversaciones nucleares impidieron hasta el momento una reducción mayor a la producción y la exportación de petróleo iraní», expresó Sara Vakhshouri, experta en energía y otrora asesora de la estatal Empresa Nacional de Petróleo Iraní.

La mitigación de las sanciones “no tuvo consecuencias importantes inmediatas en la economía, pero sin duda tuvo un impacto psicológico positivo en la gente», sostuvo.

Las exportaciones de crudo, que financian casi la mitad de los gastos públicos, cayeron a menos de la mitad en 2012 a raíz de las severas sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra el sector petrolero y bancario de Irán.

La moneda, el rial, entró en caída libre, y en octubre de 2012 había perdido más de 50 por ciento de su valor.

Pero tras el acuerdo interino de noviembre, que impide la expansión del programa nuclear a cambio de una reducción moderada de las sanciones, el rial se apreció y la inflación se redujo a menos de 20 por ciento frente al más de 40 por ciento que había alcanzado hace 12 meses, debido en parte a la políticas oficiales.

La mitigación temporal de las sanciones  a las exportaciones de petroquímicos y el desbloqueo de algunos de los activos iraníes en el extranjero también repercutieron positivamente en la economía, según Vakshouri, quien señaló que Ruhaní modificó el régimen de inversión para atraer más capitales internacionales.

Pero los potenciales inversores mantendrán su distancia hasta que se levanten definitivamente las sanciones que estrangulan al país rico en petróleo.

Mientras, las organizaciones internacionales de derechos humanos denunciaron el aumento de las ejecuciones desde que Ruhaní asumió la presidencia, y el gobierno continúa con la condena de periodistas y activistas que fueron detenidos durante la administración de Ahmadinejad por motivos políticos.

Aunque los medios de comunicación nacionales se muestran más críticos con el gobierno, varios periodistas reformistas fueron detenidos en los últimos meses.

El ministro de Cultura, Ali Jannati, fue noticia en 2013 cuando dijo que era necesario levantar la prohibición de las redes sociales como Facebook y Twitter. Pero mientras Jannati y Ruhaní criticaron públicamente el control de la República Islámica sobre las vidas personales de sus ciudadanos, los sectores conservadores mantienen su dominio sobre la sociedad.

El 21 de julio se detuvo al periodista del Washington Post, Jason Rezaian, junto a su esposa y colega, Yeganeh Salehi. Los analistas especulan que el iraní-estadounidense de 38 años sirvió como un peón de la lucha política interna.

Se ignora el paradero de Rezaian, un residente iraní, a pesar de los reclamos de Departamento de Estado de Estados Unidos y de varias organizaciones de derechos humanos.

Irán no reconoce la doble nacionalidad y no se anunciaron cargos contra la pareja.

Los analistas argumentan que la detención de Rezaian podría ser una manera de avergonzar a Ruhaní antes de que se reanuden las negociaciones nucleares en septiembre.

«Algunos sectores dentro del régimen no están cómodos con el devenir de las cosas y procuran que Ruhaní tenga las mayores dificultades para alcanzar sus objetivos», afirmó Ali Reza Eshraghi, otrora editor de varios diarios reformistas iraníes.[related_articles]

El ministro «Jannati resumió bien la situación cuando dijo que la única cosa que cambió en Irán es la rama ejecutiva», agregó Eshraghi, del Institute for War and Peace Reporting, con sede en Estados Unidos.

Pero aunque Ruhaní no tenga el control absoluto sobre los poderes judicial y legislativo, resultó ser hábil para las negociaciones a puertas cerradas, añadió.

«Ruhaní y su equipo tienen una agenda modernizadora, pero no la buscan mediante declaraciones radicales ni la intensa presión de sus rivales políticos. Él negocia y pacta con tranquilidad”, indicó.

«La gente tiene expectativas modestas, es realista sobre la capacidad de Ruhaní para lograr sus metas», agregó Eshraghi.

Hasta el momento el líder supremo Ali Jamenei, que persiste en su disgusto y falta de confianza hacia Estados Unidos, manifestó su apoyo al equipo negociador del programa nuclear iraní. Pero mientras el país busca el acuerdo definitivo en la escena internacional, el frente de negociación interno parece cada vez más difícil.

Rezaian “intentaba darle matices al blanco y negro que utilizan los principales medios de comunicación occidentales para enmarcar a Irán», dijo Eshraghi.

«Paradójicamente su detención indica que existen algunos sectores dentro del país muy conformes con ese marco”, concluyó.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga

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