Residuos agroindustriales se transforman en energía en Argentina

Vista aérea de la planta de biogás emplazada en el parque industrial de Zárate, un municipio en el este de Argentina, donde destacan sus tres grandes biodigestores. Foto: Cortesía de BGA Energía Sustentable

ZÁRATE, Argentina – Tres gigantescos cilindros de hormigón con techos de membrana inflada son un extraño paisaje en el parque industrial de Zárate, un mundo de fábricas a 90 kilómetros de Buenos Aires del que pesados camiones entran y salen todo el día. Se trata del corazón de una planta que está a punto de empezar a producir energía con deshechos agroindustriales, toda una novedad para Argentina.

“Esta es la primera planta que generará biogás con residuos de la industria alimenticia. Por ejemplo, grasas de empresas lácteas o sobrantes de frigoríficos donde se procesan tanto carne de vaca como de pollo o de cerdo”, explica a IPS Ezequiel Weibel, uno de los socios de la compañía que diseñó y ejecutó el proyecto.

“Hasta ahora, en el país estábamos acostumbrados a la producción de biogás con efluentes de la actividad ganadera o incluso con sobrantes de cultivos, pero no con otros residuos orgánicos”, agrega Weibel, mientras recorre el lugar y señala el sector donde se acopian decenas de gigantescas bolsas con harina de sangre de cerdo.

Weibel es un joven ingeniero agrónomo que creó en 2011 la empresa BGA Energía Sustentable junto a su compañero de estudios Martín Pinos, con el impulso de IncUBAgro.

Se trata de un programa de la Facultad de Agronomía de la pública Universidad de Buenos Aires (UBA), que estimula proyectos innovadores orientados a solucionar problemas agropecuarios, ambientales y productivos.

Los tres biodigestores de la planta suman una capacidad de 12 000 metros cúbicos y esperan recibir unas 146 toneladas húmedas y 35 secas de residuos diarios, provenientes de la provincia de Buenos Aires, en este del país. En los enormes tanques serán almacenados sin oxígeno, de manera que las bacterias realicen su trabajo.

Así, la materia orgánica será sometida a un acelerado proceso de descomposición, que la convertirá a en biogás, compuesto por 60 % de metano y 40 % de dióxido de carbono.

“Esta es una doble solución, porque se genera energía al mismo tiempo que se resuelve el problema ambiental del destino de los residuos”: Ezequiel Tamburrini.

Ese biogás, a su vez, será destinado a un generador que producirá electricidad y la inyectará al sistema interconectado nacional, que la distribuirá en todo el país. La planta, que tiene una potencia instalada de 1,5 megavatios (MW), ya está terminada y se espera completar los últimos detalles burocráticos para que sea habilitada a operar.

El predio de la planta tiene una hectárea y media de superficie y está ubicado al fondo de un breve camino de tierra, distante a unos 10 kilómetros de la ruta que lleva a Buenos Aires, dentro del reparto (municipio) de Zárate, situado en las riberas del río Paraná.

Ezequiel Weibel (I) y Ezequiel Tamburrini, con el fondo de dos de los tres biodigestores ubicados en Zárate, a 90 kilómetros de la capital de Argentina, que convertirán residuos de la industria agroalimentaria en biogás. Foto: Daniel Gutman / IPS

Una idea “superadora” de gestión de residuos orgánicos

“Esta es una empresa familiar que fue fundada por mi padre. Hace más de 20 años nos dedicamos al tratamiento de residuos industriales. Los orgánicos los destinábamos fundamentalmente a la generación de compost, para ser utilizado como fertilizantes”, dice a IPS Agustín Patricio, uno de los accionistas de Eittor, la empresa propietaria de la planta.

Eso, sostiene, “aunque sabíamos que podían usarse para producir energía”.

La compañía venía siguiendo desde hace varios años, a través de ferias internacionales, las soluciones para el reciclaje y la reutilización de residuos orientados a la producción de energía que se han venido desarrollando en países como Italia y Alemania.

“Cada vez somos más conscientes de la escasez de energía y de la contaminación que produce su generación y su utilización. Por eso entendemos que la idea de producir biogás con residuos orgánicos es superadora”, agrega Patricio.

La oportunidad de concretar el proyecto llegó cuando, mucho más tarde que en otros países de la región, aparecieron las políticas públicas en favor de la transición energética, en un país productor de gas natural y petróleo que siempre se nutrió de ellos.

Fue en septiembre de 2015 cuando el legislativo Congreso de la Nación Argentina dio una importante señal a favor de las energías limpias, al sancionar una ley de fomento a las fuentes renovable para la electricidad .

Esa norma fijó el objetivo de que 20 % de la electricidad en Argentina provenga de fuentes renovables en 2025. También estableció que las renovables tendrían prioridad de despacho, por lo que son las primeras en inyectarse cuando hay disponibilidad de diversas fuentes.

Como resultado, en los días de menor demanda, la proporción de renovables es mayor. Según se informó oficialmente, el pico histórico se dio el 26 de septiembre de 2021, cuando 28,84 % del consumo de electricidad fue cubierto por renovables.

El generador de electricidad que será alimentado por el biogás producido con los residuos agroindustriales. La planta de la empresa Eittor, situada en el municipio de Zárate, se conectará al sistema eléctrico argentino, que abastece a todo el país. Las fuentes renovables proveyeron 13% de la electricidad consumida en Argentina en 2021. Crédito: Daniel Gutman / IPS

La primavera de Renovar

Con ese impulso, el gobierno lanzó entre 2016 y 2018 el Programa Renovar, que tuvo tres licitaciones para contratar la construcción de proyectos de energías renovables.

El gran incentivo para los inversores privados era que se garantizaba la compra de la electricidad por un plazo de 20 años con una tarifa fija en dólares y se constituía un fondo para garantizar el pago, con garantías del Banco Mundial, el Banco de Inversión y Comercio Exterior  argentino y otros organismos internacionales y nacionales de crédito.

Así, las energías renovables, que hacían un aporte insignificante a la matriz eléctrica argentina hasta 2015, tuvieron un explosivo crecimiento a partir de 2016, al punto que en 2021 cubrieron 13 % de la demanda total, según datos oficiales de la Secretaría de Energía.

Hoy el país cuenta con 187 proyectos operativos de energías renovables que suman 5182 MW de potencia instalada. La mayor parte son eólicos (74 %), seguidos por fotovoltaicos solares (13 %), pequeños aprovechamientos hidráulicos de hasta 50 MW (7 %) y finalmente las bioenergías (6 %), como la planta de Zárate, que fue una de las adjudicatarias de la última de las tres licitaciones del Programa Renovar.

El sistema  eléctrico argentino tiene en total una capacidad de casi 43 000 MW y sigue siendo sostenido fundamentalmente por las centrales térmicas alimentadas a gas natural y petróleo y las grandes centrales hidroeléctricas.

Sin embargo, la primavera de las energías limpias en Argentina se agotó: actualmente no hay proyectos nuevos de renovables.

Más aún, este año 33 proyectos adjudicados en el marco del programa y que habían quedado sin comenzar por falta de financiamiento, fueron dados de baja.

“El Programa Renovar fue exitoso desde su lanzamiento hasta 2018, cuando en la Argentina se produjo una grave crisis financiera, se terminó el crédito externo y el gobierno recurrió el Fondo Monetario Internacional”, explica a IPS Gerardo Rabinovich, vicepresidente del Instituto Argentina de Energía General Mosconi, un centro de investigación privado.

 

Ezequiel Weibel, en el interior de unos de los biodigestores de la planta de biogás con residuos de la industria alimentaria que su empresa, BGA Energía Sustentable, construyó en Zárate, en el noreste de Argentina. El joven ingeniero desarrolló su emprendimiento de energías renovables con el impulso de la incubadora de proyectos innovadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Crédito: Daniel Gutman / IPS

“Entonces, los proyectos, incluso algunos ya adjudicados, dejaron de tener factibilidad financiera. Los inversores extranjeros se fueron y en la Argentina no hay un mercado de capitales para financiar estos emprendimientos, que son de capital intensivo”, afirma Rabinovich.

El especialista indica que un problema adicional es la saturación del sistema de transporte eléctrico, que es especialmente trascendente en un país extenso como la Argentina, que tiene los grandes centros urbanos concentrados en el centro de su territorio.

La planta de Eittor, entonces, difícilmente sea replicada por un buen tiempo en este país del Cono Sur americano, que es la tercera economía regional, por detrás de Brasil y México.

“Esta es una doble solución, porque se genera energía al mismo tiempo que se resuelve el problema ambiental del destino de los residuos”, afirma a IPS Ezequiel Tamburrini, jefe de la planta de biogás.

“Yo diría que en la Argentina no existe una conciencia colectiva del problema ambiental que significa la generación de residuos y la mayoría no sabe que con ellos se puede generar energía. Por eso todavía tenemos que dar a conocer este tipo de iniciativas en el país”, concluye.

ED: EG

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