Pigmeos baka atrapados en el laberinto del desarrollo

Niños de la comunidad baka de Camerún, sentados frente a una choza llamada “mongolou”. Crédito: Ngala Killian Chimtom/IPS.

Con la mirada cansina, Essomba Dominique, un pigmeo baka de Mindourou, en la Región Oriental de Camerún, está sentado frente a su choza, conocida en su idioma como “mongoulou”.

Se escucha el estruendo de un camión que transporta madera y que va levantando polvareda a su paso. Mientras Dominique observa a sus siete hijos jugar en el patio, las dudas sobre su futuro parecen carcomerle la mente.

“Estos camiones que pasan significan que estos niños van a sufrir”, dice a IPS.

Como para ilustrarlo, toma su lanza y le silba a un perro cercano. Obediente, el animal mueve la cola y sigue a su amo hacia la profundidad del bosque. Luego de tres horas de caza, el hombre vuelve con apenas un mono colgado del hombro.

“Hace cinco años yo no habría podido cargar solo todas las capturas del día”, señala. “Me habría resultado fácil matar gorilas, osos pandas, monos e incluso elefantes. Pero ahora, todos los animales huyeron”, añade.

[related_articles]A lo lejos se ven ajetreados aserraderos, y también aplanadoras, que abren rutas de acceso hacia los sitios de tala y de minería.

“Solo mire el modo como están destruyendo este bosque”, dice Dominique.

Para la comunidad baka, el bosque representa el principio y el fin de la vida.

“El bosque es nuestra farmacia, nuestro mercado de alimentos, nuestra fuente de oxígeno y la cuna del que nos guía a todos, ‘Jengi’,  nuestro dios supremo”, explica a IPS el jefe de la oriental aldea baka de Mayos, Clement Nzito.

Los pigmeos baka, un pueblo nómada, cazador y recolector, viven en las selvas ecuatoriales del sureste de Camerún y los vecinos países de República del Congo, República Centroafricana y Gabón.

Todo esto corre peligro mientras Camerún se acerca a cumplir el sueño de convertirse en una economía emergente para 2035.

Samuel Nnah Ndobe, quien dirige los programas de pigmeos en el no gubernamental Centro para el Ambiente y el Desarrollo, con sede en Yaoundé, recuerda que en 1994 este país aprobó leyes forestales “que tuvieron el efecto de expulsar a los bakas de los bosques primarios, que fueron convertidos en parques nacionales donde no se les permite cazar”.

Los bakas sí están autorizados a cazar en bosques secundarios, “pero es precisamente allí donde se permite que las empresas madereras talen libremente, y eso está destruyendo” los recursos forestales, dice Ndobe.

El activista lamenta que las partes ricas en fauna de los bosques, donde los bakas solían cazar, estén ahora protegidas y custodiadas. “Las áreas de tala también están custodiadas, y los pigmeos son forzados a mantenerse en las periferias”, dice.

Organizaciones que promueven la conservación trabajan con el gobierno a fin de llegar a un punto medio entre sus esfuerzos ambientales, los derechos de la comunidad baka y las exigencias del desarrollo.

Una manera de integrar a los bakas en la agenda de desarrollo es a través de la educación. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) trabaja con el gobierno para elaborar estrategias en este sentido. El desafío es incorporar a estos pigmeos a contextos educativos formales y al mismo tiempo salvaguardar su cultura.

“Los bakas simplemente están demasiado ligados al bosque. Las mujeres van a pescar en diciembre y enero, justo en la mitad del año escolar. Les dicen a sus hijos ‘vayan a la escuela, no nos sigan’, pero los pequeños insisten en ir con ellas”, explica Sarah Tucker, de WWF, en diálogo con IPS.

Las tendencias xenófobas entre los vecinos bantúes también marginan a los bakas.

[pullquote]3[/pullquote]“Los bantúes consideran que los bakas son subhumanos. Sostienen que los niños de esa comunidad apestan en clase”, dice a IPS el maestro Alexis Tadokem, director de una escuela primaria del gobierno en Ntam Carrefour, una aldea en la frontera de Camerún con la República del Congo.

“Los bakas son usados como sirvientes de los bantúes. Estos los torturan y a veces los matan en el bosque”, señala.

Yana Nicolas, un pigmeo baka de Moloundou, añade: “Cuando nuestros hijos van a la escuela, los bantúes los golpean”.

Estos problemas empeoraron con la llegada de empresas mineras y de tala, así como con la creación de parques nacionales que limitan el acceso de los bakas a los bosques que tradicionalmente consideraban su hogar natural.

Un equipo de investigación de WWF presentó una serie de innovadoras propuestas, que incluyen adaptar el calendario educativo al movimiento de los bakas según las estaciones y el uso de su idioma como medio auxiliar para enseñar en las escuelas.

Además, plantean dar participación a la comunidad de pigmeos en el proceso educativo y ajustar el contenido de los programas al contexto sociocultural de esta etnia.

“Creemos que estas innovaciones pueden ayudar a restablecer la maltrecha dignidad de los bakas y potenciar la campaña de Camerún para lograr el objetivo de desarrollo del milenio sobre el acceso universal a la educación primaria”, dice Zame Obame, inspector pedagógico a cargo de la enseñanza preescolar y primaria del Ministerio de Educación Básica, en diálogo con IPS.

 

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