Pacientes egipcios pierden la paciencia y atacan hospitales

Varios hospitales han debido cerrar sus salas de emergencia ante los constantes ataques. Crédito: Cam McGrath
Varios hospitales han debido cerrar sus salas de emergencia ante los constantes ataques. Crédito: Cam McGrath

La sala de emergencias del Hospital Internacional de El Mansurá, en el norte de Egipto, está cerrada con un candado y una cadena. Las ambulancias que llegan con pacientes tienen que buscar otro nosocomio.

Apenas horas antes, decenas de personas llegaron a este hospital trayendo a un herido en un accidente de tránsito, redujeron a los militares que hacían guardia en la entrada, dispararon tiros al aire y amenazaron a los médicos y a las enfermeras para que operaran de inmediato al lesionado.

Cinco funcionarios de seguridad resultaron heridos y un trabajador de salud fue golpeado con tanta saña que quedó en estado de coma.

Este no fue un incidente aislado.

Los ataques a personal hospitalario por parte de pacientes y familiares desesperados por atención médica, particularmente en las salas de emergencias, se propagan en Egipto desde el levantamiento popular que terminó con el régimen de Hosni Mubarak (1981-2011).
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Trabajadores de la salud se quejan de constantes agresiones de pacientes, familias y hasta grupos armados, que exigen atención a la fuerza.

El secretario general del Sindicato Médico de El Cairo, Ahmad Bakr, documenta los incidentes desde que fue elegido en el puesto en octubre pasado. Tiene registrados ya varios cientos de ataques a hospitales en la capital, y estima que miles más habrían ocurrido en el resto del país.

"Personalmente conozco decenas de médicos y trabajadores de la salud que resultaron heridos en estos ataques, dos de ellos muy seriamente", dijo a IPS. "También murieron o fueron heridos pacientes y familiares".

La ausencia de una fuerza policial efectiva facilita que se produzcan estos incidentes.

"Hay peleas que comienzan en las calles, y cuando uno de los agredidos corre al hospital, sus enemigos lo siguen con la intención de liquidarlo", dijo Bakr. "Los pocos policías o soldados asignados a la protección del sanatorio están desarmados o no quieren intervenir".

Días atrás, médicos en un hospital público de la norteña localidad de Matariya tuvieron que huir cuando sicarios armados con espadas y revólveres ingresaron a una sala de emergencias y mataron a un paciente recién llegado.

Pero la mayoría de los casos de violencia, según en Bakr, son causados por los pacientes y sus familiares, frustrados por las deficiencias del sistema de salud.

Décadas de corrupción y negligencia erosionaron al sector, obligando a los médicos a operar en instalaciones mal equipadas.

"Nuestro sistema de salud se ha deteriorado durante más de 30 años", lamentó Bakr.

"La mayoría de los países destinan alrededor de 15 por ciento del presupuesto estatal a la salud. En Egipto, la partida es menor a cuatro por ciento, así que estamos retrocediendo", añadió.

Indudablemente, los egipcios tienen mucho de qué quejarse. Este país sufre una grave carencia de unidades de atención intensiva. Las ambulancias a veces pasan horas buscando un lugar donde dejar a pacientes en estado crítico.

Mientras, las limitaciones de presupuesto y la mala administración han provocado una escasez crónica de suministros médicos. En muchos casos, los pacientes deben enviar a sus familiares a que ubiquen y compren las medicinas necesarias para su tratamiento.

Fármacos vitales para salvar a personas con determinadas condiciones cardiacas deben ser contrabandeados desde Europa.

"El deteriorado estado de nuestro sistema de salud es el marco de las confrontaciones", explicó Bakr.

"Antes del levantamiento (contra Mubarak), la gente no tenía motivación para defender sus derechos, pero la revolución cambió el espíritu de la población. Ahora están dispuestos a pelear", agregó.

Y frente a la inadecuada seguridad, los médicos y los trabajadores de los hospitales son víctimas de la ira. El abuso verbal y la intimidación son la rutina, mientras aumentan las agresiones físicas con armas.

"Antes teníamos uno o dos incidentes al año, y ahora son cinco o seis por semana", dijo Mohammad Abdel Ghaffar, quien renunció como director general del Hospital Escuela Ahmed Maher.

Los médicos se encuentran en la disyuntiva ética de tratar a sus pacientes o protegerse de los ataques.

"Cada vez que hay ataques, el personal hospitalario cierra las salas de emergencia hasta que se restaure la seguridad", dijo Bakr. "El- Demerdash y Qasr El-Ainy, dos de los mayores hospitales de la capital, se vieron obligados a cerrar sus salas de emergencia decenas de veces en los últimos meses".

"Es lamentable, pero los médicos no pueden trabajar bajo esas condiciones", dijo George Nashed, profesor de cirugía en la Escuela Médica de la Universidad de El Cairo.

Las medidas de seguridad son insuficientes, señaló. Los policías asignados a la protección de los hospitales "parecen desaparecer" cuando ocurre un ataque.

En respuesta a las protestas, el gobierno ordenó a los militares que aseguraran los 100 hospitales más grandes del país. El Ministerio del Interior también anunció planes para crear una fuerza policial especial a tales efectos.

Pero "el problema no puede solucionarse solo con seguridad", alertó Nashed. "Se necesita un enfoque multidisciplinario".

Muchos ataques podrían evitarse si los hospitales recibieran suficientes recursos y suministros para atender a pacientes críticos.

Además, los médicos y el personal de salud deberían estar mejor capacitados para tratar con pacientes coléricos y con sus familiares. Mejores habilidades de comunicación podrían ayudar a aliviar las tensiones, sostuvo Nashed.

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