Occidente y el Sur global: Uno tiene el dinero y otro los números

El presidente del Estado palestino, Mahmoud Abbas, recibe en enero de 2019 el traspaso de la presidencia pro témpore y anual del G77, en un acto de histórico simbolismo en la sede de la ONU en Nueva York, en que participó (I) el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. Foto: Manuel Elias/ONU
El presidente del Estado palestino, Mahmoud Abbas, recibe en enero de 2019 el traspaso de la presidencia pro témpore y anual del G77, en un acto de histórico simbolismo en la sede de la ONU en Nueva York, en que participó (I) el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. Foto: Manuel Elias/ONU

Cuando hace años el Grupo de los 77 (G77), la mayor coalición de países en desarrollo, intentaba llegar a un duro acuerdo en sus negociaciones con los países de Occidente, uno de sus enviados advirtió: “Ustedes tienen los números. Nosotros tenemos el dinero”.

Esa amenaza implícita, que subraya el poder de los recursos financieros, no disuadió al G77, con 134 países miembros,  de desempeñar un papel clave para ayudar a dar forma a la agenda socioeconómica de la Organización de las Naciones Unida (ONU), incluido el desarrollo sostenible, la protección ambiental, la atención médica universal, la cooperación Sur-Sur, así como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre.

Todas esas metas se volcaron en buena medida en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados en 2015 y fijados como fecha límite para cumplirse en 15 años después, dentro de la Agenda 2030.

China, la segunda economía más grande del mundo después de Estados Unidos, se mantiene como parte integral – y firme defensor – del G77, desde la histórica Cumbre de la Tierra de 1992 en la ciudad brasileña de Río de Janeiro.

En esa cumbre, que marcó una batalla entre Occidente y el entonces Sur en desarrollo por la financiación para promover el desarrollo y al mismo tiempo proteger el  ambiente, un delegado del G77 dijo a sus colegas en una reunión a puerta cerrada: « Tenemos que enfrentarlos con mano de hierro envuelta en un guante de terciopelo.

La fuerza del G77 en números, con más de dos tercios de los 193 Estados miembros de la ONU, le proporciona una influencia política incomparable por delante del Movimiento de Países No Alineados (con 120 miembros), la Organización para la Cooperación Islámica (57), el Grupo Asiático (55), el Grupo Africano (54), el Grupo Latinoamericano y del Caribe (33), la Unión Europea (27) y Grupo de Europa Oriental (23).

Mientras que el G77 se centró en lograr el desarrollo sostenible, el Movimiento de los Países No Alineados persiguió la política central del ahora llamado Sur global, incluidos los derechos humanos, el neocolonialismo, la seguridad internacional, los conflictos militares y el mantenimiento de la paz por la ONU.

En un diálogo desde Beijing,  Palitha Kohona, actual embajador de Sri Lanka en China, dijo a IPS que si bien muchos países en el campo occidental han tendido a descartar al G77 y a China como irrelevantes para los desarrollos económicos y políticos contemporáneos, la coalición del Sur ha proporcionado la plataforma al mundo en desarrollo para hacer una contribución profunda a la formulación de la política económica contemporánea en el planeta.

En su apogeo, señaló, el G77 y China contribuyeron significativamente al desarrollo del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) y el marco regulatorio del Derecho del Mar, por citar solo dos ejemplos.

“La Convención sobre el Derecho del Mar se considera la Constitución de los océanos y los mares », dijo Kohona, exjefe de la Sección de Tratados de la ONU y ex representante permanente de Sri Lanka ante las Naciones Unidas.

Más recientemente, señaló, su influencia en el Proceso de desarrollo sostenible abierto en Río, las convenciones sobre cambio climático, diversidad biológica, desechos peligrosos, ozono, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y sus sucesores, los ODS, ha sido fundamental.

A su juicio, la influencia del G77 en el desarrollo de políticas mundiales en estas áreas decisivas  para la humanidad no ha disminuido y no se puede subestimar.

“Estas reglas globales ahora también están impactando en la formulación de políticas en las instituciones de Bretton Woods», subrayó el veterano diplomático esrilanqués.

Debe reconocerse el papel desempeñado por los gigantes intelectuales del mundo en desarrollo para destacar al G77 y China, argumentó.

«Hoy en día, China ha asumido un papel de liderazgo al abordar el desafío del cambio climático que afecta la supervivencia misma de la humanidad», declaró.

Mourad Ahmia, actual secretario ejecutivo del G77, dijo a IPS que el papel integral que desempeña el Grupo en la diplomacia económica y la proyección de los intereses de desarrollo del Sur global es un testimonio de su continua relevancia en el diálogo global sobre desarrollo en curso.

Cuando se estableció el 15 de junio de 1964, las naciones firmantes de la conocida como la Declaración Conjunta de los Setenta y Siete Países, formaron la organización intergubernamental más grande de las Naciones Unidas para articular y promover una agenda con sus intereses colectivos y el desarrollo común, recordó el diplomático argelino.

Desde la Primera Reunión Ministerial del G77, celebrada en Argelia en octubre de 1967, y la adopción de la “Carta de Argel », señaló, el grupo estableció los mecanismos y estructuras institucionales que han contribuido a configurar la agenda de desarrollo, incidir en la dinámica de la política internacional y modificar la visión propia y ajena del Sur global.

A lo largo de los años, consideró Ahmia, el G77 ha ganado un papel cada vez más determinante en el establecimiento y la conducción de las relaciones internacionales, mediante negociaciones globales sobre los principales problemas de desarrollo y de las relaciones Norte-Sur.

“El G77 se basa en el principio de que las naciones, grandes y pequeñas, merecen una voz igual en los asuntos mundiales… Hoy el Grupo permanece vinculado por una geografía común y una historia compartida de lucha por la liberación, la libertad y la solidaridad Sur-Sur”, dijo el diplomático argelino.

El Grupo tiene presencia en todas las instituciones y centros de la ONU, como Nueva York, Ginebra, Nairobi, París, Roma, Viena y Washington. Además,  participa activamente en las negociaciones actuales sobre los problemas globales, incluidos el cambio climático, la erradicación de la pobreza, la migración, el comercio y el derecho del mar.

El G77 sigue siendo el único mecanismo viable y operativo en la diplomacia económica multilateral dentro del sistema de la ONU y su creciente membresía es percibida como una prueba de que su fuerza es duradera.

Chakravarthi Raghavan, exdirector del Monitor del Desarrollo Norte-Sur (SUNS, en inglés), dijo a IPS desde Ginebra que desde su fundación  el G77 operó como un activo  órgano de la Asamblea General de la ONU y provocó varios cambios positivos en el sistema económico internacional.

El G77 y la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), establecida también en 1964, crearon una “visión alternativa” a la economía neoliberal, que dominaba el intercambio mundial, recordó Raghavan, un periodista y analista indio que ha sido por décadas uno de los mayores especialistas en el desarrollo y el comercio mundial.

Citó como ejemplo de los resultados de esa visión alternativa el principio de no reciprocidad y trato especial y diferenciado en las relaciones comerciales de los países industrializados y en desarrollo (inicialmente no vinculante y después contractual), que ahora Estados Unidos trata de eliminar como parte de su propuesta para la “reforma de la OMC (la Organización Mundial de Comercio)”

Otro hito en que el G77 tuvo un papel protagónico, recordó, fue el Acuerdo de Jamaica, de 1976, que liberó el régimen cambiario, poniendo fin al colapso monetario y financiero surgido cuando el presidente estadounidense Richard Nixon eliminó unilateralmente el patrón de convertibilidad dólar-oro.

El G77 también creó el concepto de “desarrollo” frente al impuesto por Bretton Woods y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de “reconstrucción y desarrollo» para las economías europeas devastadas tras la Segunda Guerra Mundial,  dijo Raghavan, ganador de varios premios y reconocimientos por su labor.

Inicialmente, recordó Raghavan, el G77 se preocupó solo por cuestiones económicas; pero después, mucho antes que lo hiciera el Movimiento No Alineado, se ocupó de cuestiones políticas, de desarrollo y de seguridad mundial.

Gradualmente, miembros individuales del G77 trajeron a la coalición sus propios problemas políticos y de seguridad, al igual que sus alianzas con las grandes potencias, para tratar de influir en la toma de decisiones del Grupo.

Esa estrategia y la superposición de intereses nacionales sobre los intereses colectivos del Sur se tradujo en el debilitamiento del G77, tanto en sus posiciones como en su influencia en los asuntos económicos y de desarrollo a nivel mundial, sentenció Raghavan.

T: MF/ ED: EG

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