Normas de EEUU y UE complican la vida a exportadores del Caribe

Oraine Halstead (izquierda) y Rhys Actie examinan tomates en un invernadero de la granja Colesome, en Antigua. Crédito: Desmond Brown / IPS
Oraine Halstead (izquierda) y Rhys Actie examinan tomates en un invernadero de la granja Colesome, en Antigua. Crédito: Desmond Brown / IPS

Los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) encuentran cada vez más dificultades para ingresar a los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) con sus exportaciones de alimentos.

Los aranceles ya no son los principales escollos para acceder a esos mercados, según un documento del programa Superación de Obstáculos Técnicos al Comercio, aplicado en conjunto por el Grupo de Estados de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) y la UE.[pullquote]3[/pullquote]

La alianza ACP-UE considera que «los obstáculos no arancelarios se convertirán en el principal desafío del futuro sistema comercial multilateral».  Específicamente se refiere a los obstáculos técnicos relacionados con el cumplimiento de las normas sanitarias y fitosanitarias en los mercados de exportación y de otras disposiciones, incluidas aquellas relacionadas con el etiquetado y el envasado de los productos.

La UE considera que estos obstáculos técnicos y no arancelarios son tan problemáticos para sus socios de ACP que aportó 15 millones de euros a partir de 2013 para ayudar a esos países en desarrollo a mejorar sus procesos y poder cumplir con ellos.

La Asociación Caribeña de Agronegocios (CABA, en inglés) accedió a fondos para ayudar a sus miembros a avanzar en la certificación de Análisis de Riesgos y Puntos Críticos de Control (HACCP), un paso que Estados Unidos y la UE exigen desde principios del siglo XXI para todos los alimentos que ingresen a sus mercados.

Diez de los miembros de la CABA estuvieron presentes en una conferencia regional, celebrada en Puerto España el 29 y 30 de enero, para informar sobre los beneficios que recibieron del entrenamiento en la certificación HACCP.

Andre Gordon, director ejecutivo de la empresa TSL Technical Services Limited, dijo a los delegados presentes en la capital de Trinidad y Tobago que cada año Gran Bretaña registra aproximadamente un millón de personas que contraen enfermedades transmitidas por los alimentos, de las cuales 500 mueren y unos 20.000 requieren hospitalización. Lidiar con esa situación le cuesta a ese país europeo 1.750 millones de dólares al año, resumió.

En Estados Unidos se registran unos 48 millones de casos de enfermedades transmitidas por alimentos, lo que resulta en 128.000 hospitalizaciones y 3.000 muertes. El costo asciende aproximadamente a 77.700 millones de dólares anuales, según dijo Gordon en la conferencia.

Un informe de 2016 titulado «Combatiendo las pérdidas de alimentos por incumplimiento de los requisitos de calidad y seguridad en los mercados de exportación: el caso de frutas y hortalizas de la región de América Latina y el Caribe», redactado por dos expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destacó todo lo que está en juego para los exportadores caribeños.

Según el informe, América Latina y el Caribe proporcionan más de 90 por ciento de las frutas y casi 80 por ciento de las verduras que importa Estados Unidos. Sin embargo, algunos países de la región tienen «tasas de rechazo muy altas» en ese mercado, como Bolivia, República Dominicana y Jamaica, añade.

«Aunque muchos países de” América Latina y el Caribe “tienen un buen índice de aceptación en comparación con otros países que exportan a Estados Unidos y la UE, algunos… tienen muy mal desempeño, lo que revela una gran disparidad en la preparación para el comercio de exportación dentro de la región», subraya el escrito.

«Los numerosos fallos en la manipulación a lo largo de la cadena son probablemente la causa de las quejas con mayor frustración de los compradores internacionales», continúa el informe de la FAO.

Gordon, que a principios de este siglo supervisó la transformación de la industria jamaiquina de ackee (blighia sapida) para que cumpliera con las normas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos y accediera al mercado estadounidense, explicó a IPS los obstáculos que deben sortear los exportadores caribeños.[related_articles]

«El problema en general con todas las empresas agroindustriales del Caribe es la falta de capacidad técnica y desconocimiento de los requisitos, así como la falta de recursos para implementar los sistemas necesarios», indicó.

«El cambio cultural necesario probablemente sea la mayor limitación para aplicar y sostener los sistemas de certificación… Si (las empresas) no tienen la visión de convertirse en actores globales, entonces el esfuerzo y los recursos necesarios van a parecer inalcanzables y sin una buena relación calidad-precio”, advirtió Gordon.

El documento informativo «Las medidas sanitarias y fitosanitarias generan altos costos y pérdidas para los países en desarrollo», publicado en 2007, poco después de que la UE ordenara la certificación HACCP a todos los exportadores al bloque, señaló que «dado que el nivel de ingresos de los países en desarrollo es mucho menor, el costo del cumplimiento es relativamente superior al de los exportadores de los países industrializados”.

«El rápido cambio en las medidas sanitarias y fitosanitarias, los reglamentos y las notificaciones de nuevas reglamentaciones es otro problema que enfrentan los países en desarrollo al preparar su cumplimiento. También impone costos adicionales a los inversionistas y exportadores y crea incertidumbre», agregó.

Sin embargo, concluyó Mehdi Shafaeddin, el autor del documento, «si bien el costo del cumplimiento es alto, el costo del incumplimiento es aun mayor» debido a la pérdida de cuota de mercado o a la reducción del acceso.

Gordon reveló que en 2010, el Caribe fue la segunda región con mayor número de rechazos de alimentos en los puertos de ingreso de Estados Unidos.

Un informe de la FAO de marzo de 2016 reveló otros problemas que padecen las agroindustrias caribeñas a la hora de exportar.

La diversificación y competitividad de la agricultura del Caribe padecen “la pequeñez y fragmentación de la mayoría de las unidades agrícolas, la ausencia de fuertes organizaciones agrícolas de base, el costo de la mano de obra agrícola, el envejecimiento demográfico de los agricultores caribeños, un sistema educativo que no prepara a los jóvenes para buscar oportunidades de empleo en el sector agrícola», advirtió la FAO.

El presidente de la CABA, Vassel Stewart, afirmó que el problema de las pequeñas unidades agrícolas se está abordando de lleno con la formación de CABEXCO, una organización que reúne a las pequeñas y medianas empresas del sector agroindustrial de Caricom para adquirir  de forma conjunta materias primas y servicios y comercializar los productos de sus socios.

Las economías de escala resultantes también permitirán que sea más fácil soportar el costo del cumplimiento de las normas que exigen Estados Unidos y la UE a los exportadores de alimentos, aseguró.

Traducido por Álvaro Queiruga

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