Níger se esfuerza por educar a las niñas

Entre 2001 y 2011, la proporción general de inscripciones de niñas en las escuelas de Níger aumentó de 29 a 63 por ciento, según el Ministerio de Educación. Crédito: Alessandro Vannucci/CC BY 2.0.

Hace una década, menos de la tercera parte de las niñas de Níger en edad escolar iban a clase. Actualmente, aunque persiste una significativa oposición cultural y religiosa, casi dos tercios de las muchachas están inscriptas en centros educativos.

«En 2003 teníamos apenas 15 niñas en mi escuela, de 150 estudiantes. Ahora tenemos 103 de un total de 175 estudiantes», dijo Ibrahim Sani, quien durante 17 años dio clases en el poblado de Agadez, ubicado en el norte de este país del occidente africano.

Esta historia se repite en otras zonas del país. Salouhou Adou ejerce la docencia en una aldea ubicada en las afueras de Tahoua, la capital de la homónima región central: «Cuando vine a Kollama, en 2003, había apenas 29 niñas de 113 estudiantes. Hoy, la cantidad de niñas se triplicó, y son 87 en un total de 137 estudiantes», explicó a IPS.

La proporción de inscripciones femeninas en Tahoua se más que duplicó, pasando de 21 por ciento en 2001 a 45 por ciento en 2011, según la dirección regional de educación primaria.

Entre 2001 y 2011, la proporción general de inscripciones de niñas en las escuelas de Níger aumentó de 29 a 63 por ciento, según el Ministerio de Educación.

Esfuerzo concertado

Esta drástica mejora se debe a los esfuerzos combinados de autoridades administrativas y tradicionales, a maestros, padres y sociedad civil, para crear conciencia sobre la importancia de educar a las niñas.

«Nuestra intervención logró que se redujera el desequilibrio de género en términos de registros escolares en nuestra área», dijo Hadiza Moussa, una maestra de Téssaoua, en el sur del país, donde las estadísticas oficiales también muestran un aumento de las inscripciones de las niñas: estas representaron 45 por ciento del estudiantado en 2012, en comparación con apenas 21 por ciento en 2001.

[related_articles]Las bodas y los bautismos son ceremonias que los activistas usan con frecuencia para crear conciencia sobre la educación femenina. Pero algunos ciudadanos comunes han hecho propia la causa.

«He ido puerta a puerta para hablarles a las familias que estaban en contra de la educación para sus hijas», dijo a IPS el comerciante Maman Zakari, de unos 60 años, en la sureña localidad de Maradi.

«Yo mismo me opuse en el pasado a anotar a las niñas en la escuela. Pero logré entender la importancia de que se educaran mediante campañas de concientización y programas de radio», agregó.

Él inscribió a dos de sus cinco hijas.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) también apoya varios incentivos.

«Los maestros de áreas rurales que participan en estas campañas obtienen apoyo material de Unicef, además de sus salarios», dijo Kadri Yacouba, director de escuelas primarias en Maradi, a IPS.

«Y las mujeres que envían a sus hijas a la escuela reciben dinero para iniciar pequeñas empresas», añadió.

Pese al aumento de las inscripciones femeninas en las escuelas, todavía existe una gran brecha entre niñas y varones en este sentido. Entre 2001 y 2011, las de los niños aumentaron de 36 a 86 por ciento.

Esa brecha se explica por el hecho de que, en las áreas rurales, muchas familias no envían a sus hijas a estudiar a raíz de creencias sociales y culturales.

«Hay muchos padres que piensan que la escuela es un factor desestabilizador para las niñas. Para ellos, el destino de una niña es convertirse en una buena esposa y en una buena madra», dijo a IPS el inspector escolar retirado Aboubabcar Amadou.

Tanto en áreas urbanas como rurales, los padres suelen retirar a sus hijas de las escuelas para hacer que se casen.

«Incluso en las familias donde las muchachas concurren a centros de enseñanza, los padres están más interesados en la educación de los varones. Ir a buscar agua, lavar la ropa y cocinar todavía son tareas que hacen a la vida cotidiana de las niñas pequeñas», dijo Nana Hadiza, integrante de una coalición de organizaciones de la sociedad civil que trabajan por el acceso universal a la educación.

Contratiempos

La campaña enfrentó un revés en noviembre de 2012, cuando un proyecto de ley que buscaba mantener a las niñas pequeñas en las escuelas se topó con la fuerte oposición de los ulemas (clérigos musulmanes) y con asociaciones de mujeres de la misma fe.

Estos grupos presionaron a los legisladores para que no aprobaran la ley, devolviéndola en cambio para su evaluación.

La manzana de la discordia fue el Artículo 14 del proyecto, que estipulaba que cualquiera que accediera al matrimonio de una escolar sin la previa aprobación de un juez, sería pasible de una sentencia a entre seis meses y dos años de prisión, una multa de entre 1.000 y 2.000 dólares, o ambas cosas.

Según las asociaciones musulmanas, esto no es aceptable en un país como Níger, donde alrededor de 99 por ciento de la población es islámica.

«El Islam concede a los padres todos los derechos y la autoridad sobre sus hijos. Un padre no necesita el permiso de un juez para entregar a su hija en matrimonio», dijo Malam Abdou Garba, un predicador de Niamey.

«Es necesario modificar el proyecto de ley, para quitar todo lo que no esté en línea con el Islam. Estos artículos pueden conducir a las jovencitas a insubordinarse y a desobedecer a sus padres, y eso puede hacer que muchos padres se nieguen a inscribir a sus hijas en la escuela», dijo a IPS Mamane Sani, de la Asociación Nigerina por la Defensa de los Derechos Humanos.

Pero Hadiza Saley, de la campaña «Podemos» (un movimiento de asociaciones femeninas en Níger que combate la violencia y la discriminación contra las mujeres), reclamó una legislación de más largo alcance.

Es necesario «incluir a todas las niñas», dijo.

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