NACIONES UNIDAS: Maniatados por la violencia

La ONU e instituciones humanitarias se alejan de países en guerra como Iraq, Afganistán o República Democrática de Congo, o, al menos, reducen sus operaciones al mínimo indispensable a causa de la inseguridad.

”No tenemos planes de regresar a Iraq”, dijo el activista Nathaniel Raymond, de la filial estadounidense de la organización católica de asistencia Oxfam.

A pesar de la instalación del nuevo gobierno interino en Bagdad, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y entidades internacionales de asistencia son reticentes a regresar a la nación ocupada, básicamente porque las condiciones de seguridad, lejos de mejorar, empeoran.

Y la situación se ha deteriorado a tal punto que Oxfam Estados Unidos desmanteló, incluso, el equipo que mantenía en Iraq integrado por naturales del país, dijo Raymond a IPS. ”Ya no tenemos presencia alguna en Iraq”, agregó.

Algunas organizaciones advirtieron que, a los ojos de la población local, la línea divisoria entre activistas humanitarios y fuerzas militares se ha borroneado, lo cual pone en riesgo la vida de sus integrantes.

Pierre Kraehenbuehl, de la Cruz Roja Internacional, sostuvo en mayo en Ginebra que el trabajo de asistencia realizado por militares en países como Afganistán e Iraq ”hace peligrar nuestra aceptación y seguridad en muchas partes del mundo”.

La ONU y sus agencias, incluido el Fondo para la Infancia (Unicef) y el Programa Mundial de Alimentación (PMA), se retiraron de Iraq luego de dos atentados cometidos el año pasado contra las oficinas del foro en Bagdad y que se cobraron la vida de una veintena de empleados.

Uno de los muertos por el atentado del 19 de agosto fue el enviado especial de Annan a Iraq, el subsecretario general Sergio Vieira de Mello. Un mes después, un ataque contra la Cruz Roja segó 12 vidas.

Hoy, la ONU opera en Iraq solo con funcionarios de nacionalidad iraquí.. Los extranjeros desarrollan sus tareas desde la vecina Jordania y Chipre.

”El autodenominado 'espacio humanitario' sufre una tensión sin precedentes”, dijo la subsecretaria general de la ONU Louise Frechette.

”Emblemas como el azul de la ONU o los de la Cruz Roja y la Media Luna Roja se convirtieron en blancos de alto valor en campañas por expulsarlos o por rechazar su función como protectores y proveedores”, agregó Frechette.

A los conflictos sigue con frecuencia una brecha en la seguridad o un vacío de poder estatal, por la cual la anomia y los saqueos prevalecen, ”perturbando o impidiendo nuestro trabajo”, sostuvo la funcionaria.

Pero Frechette advirtió que la ONU no sucumbiría a la ”mentalidad de estado de sitio”.

”Gente de todas partes del mundo tiene elevadas expectativas puestas en la ONU y en sus socios. Nuestra razón de ser colectiva es estar allí”, y la organización no puede cumplir con su misión humanitaria ”dentro de un bunker”, estableció.

No todos están de acuerdo dentro del foro mundial. En abril, el sindicato de trabajadores de la ONU resolvió exhortar a la organización a tomar medidas especiales de seguridad.

”Nos alarma que el secretario general (de la ONU, Kofi Annan) continúe enviando funcionarios a Iraq” en misiones de corta duración ”a pesar del ambiente actual de volatilidad e inseguridad”, indica el documento aprobado por el sindicato.

De todos modos, la ONU espera volver a Iraq, dadas las garantías de seguridad manifestadas por el nuevo gobierno interino y la propuesta fuerza multinacional de paz, que tendrá la función específica de proteger a los funcionarios de la organización.

En un informe difundido el jueves, Annan indicó que los ataques contra civiles y trabajadores humanitarios en zonas en conflicto iban en crecimiento.

Esta semana, 11 obreros de la construcción chinos contratados por la ONU y sus custodias afganos fueron asesinados en las afueras de la ciudad de Kunduz, en el norte de Afganistán, indicó el jefe de la organización mundial.

Por otra parte, las misiones de asistencia en beneficio de tres millones de personas en República Democrática de Congo debieron suspenderse tras los ataques contra personal de agencias humanitarias de la ONU e instituciones afiliadas en las últimas semanas.

Veintisiete empleados de la ONU fueron asesinados desde 2003, y al menos 426 fueron atacados, tomados como rehenes u hostigados en diversas situaciones en Afganistán, Costa de Marfil, Palestina, Liberia, Iraq, República Democrática del Congo y Rusia.

El informe de Annan alude a ejércitos rebeldes y a algunos gobiernos, sin identificar a ninguno en particular. Unos 10 millones de personas necesitan alimento, agua, techo y atención médica, acorralados por 20 conflictos, pero los trabajadores humanitarios no pueden prestarles ayuda.

Los países más afectados son los de Africa subsahariana, a los que se suman los territorios palestinos ocupados por Israel.

Pero ”las naciones poderosas determinan cuándo y dónde el derecho humanitario será respetado”, dijo a IPS la experta Catherine Cooke, del Proyecto de Investigación e Información en Medio Oriente, en referencia al conflicto árabe-israelí.

Hasta ahora, los países encabezados por Estados Unidos y Gran Bretaña no tomaron acciones significativas de presión sobre Israel para que ese país trate a la población palestina de acuerdo con el derecho internacional, sostuvo Cooke.

Mientras, el presidente del Centro de Africa para la Paz y la Democracia, reverendo Gabriel Odima, recordó que el mundo ”contempló el genocidio en Ruanda con conmoción e incredulidad”.

”Hoy, el mundo presta aun menos atención a la masacre en curso en Darfur, en el occidente de Sudán, las atrocidades en el norte de Uganda y las masacres en República Democrática de Conto”, dijo Odima a IPS.

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