MALÍ: Superharina para la infancia desnutrida

Varios niños y niñas en el campamento de Abala están desnutridos. Crédito: William Lloyd-George/IPS.
Varios niños y niñas en el campamento de Abala están desnutridos. Crédito: William Lloyd-George/IPS.

Una harina enriquecida cuyo principal ingrediente es el mijo constituye el elemento fundamental de una respuesta local y sostenible a la desnutrición en Malí.

En la ciudad de Kati, unos 15 kilómetros al noreste de la capital, una decena de mujeres están atareadas procesando el grano cultivado en la localidad para producir «Misola».

La iniciativa Misola, creada por la organización francesa de igual nombre, es un proyecto de salud pública que apunta a reducir la desnutrición infantil.

«Compramos mijo, el ingrediente básico de la harina enriquecida que producimos, a comerciantes de la ciudad», relató Ramata Traoré, encargada del centro de producción de Kati.

La harina contiene 60 por ciento de mijo, 20 por ciento de soja y 10 por ciento de cacahuete. Además se le agregan vitaminas y sales minerales para obtener un alimento balanceado que responda a las deficiencias nutricionales conocidas.
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La demanda de harina aumenta en Malí debido a la mala cosecha de la última estación. La desnutrición es un problema grave en este país semiárido de África occidental, donde la seguridad alimentaria se vio perjudicada por la sequía de los últimos años, situación que empeoró con la rebelión tuareg del norte.

El Ministerio de Agricultura dijo en diciembre que la cosecha nacional solo había sido de cinco millones de toneladas de granos, bastante menos que los ocho millones previstos.

«La actual crisis alimentaria aumenta el riesgo de desnutrición en varias regiones de Malí, como Kayes (sudoeste), Koulikoro y Segou (sur)», indicó Aminata Sissoko, especialista en nutrición de la Cruz Roja en este país. Y la toma de las tres regiones norteñas de Kidal, Tombuctú y Gao por grupos islamistas y rebeldes del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) no hizo más que agravar la situación, añadió.

«No hemos podido llegar a las áreas controladas por los grupos armados para evaluar las necesidades. Pero ayudamos a personas desplazadas por la guerra con harina Misola», dijo Sissoko a IPS.

Uno de cada cinco niños malienses sufre desnutrición, según Abdulaye Sangho, coordinador del capítulo de Misola en Malí.

«Somos una organización que apoya a las productoras de harina Misola», dijo Sangho a IPS. «Nuestro objetivo es mejorar la nutrición de la población, centrándonos especialmente en niños y niñas de entre seis y 60 meses y en mujeres embarazadas y que están amamantando», explicó.

La primera fábrica de Misola en Malí se creó en 1993 en la central localidad de Diafarabé. La iniciativa se amplió rápidamente y hoy hay 19 pequeñas plantas de elaboración dispersas en todo el territorio, salvo en Kidal.

El proyecto desborda las fronteras nacionales. De hecho, la producción de harina enriquecida comenzó en 1982 en Burkina Faso. También se produce en Benín, Níger y Senegal.

Una carta común vincula a todas las organizaciones productoras de Misola. «Las mujeres que participan en los proyectos también promueven mejores prácticas alimentarias en sus barrios. Organizan demostraciones en centros de salud o en otros lugares públicos», indicó Sangho.

«A los siete meses, mi hijo estuvo muy enfermo y muy flaco. Pero no sabía que el problema era la desnutrición. Me di cuenta en una demostración de Misola en el mercado», relató la vendedora de especias Assetu Traoré.

Al capacitar a mujeres para producir la harina, que se come en forma de gachas, y promover su consumo en las comunidades, la organización Misola genera conciencia sobre una buena nutrición y el conocimiento para lograrla.

En un jardín de Kati, Traoré y sus compañeras esparcen el mijo lavado varias veces, con sumo cuidado, para que se seque en una lona al sol.

«Como el alimento que producimos está destinado a los niños, prestamos mucha atención a la higiene», indicó Traoré, explicando por qué nadie puede entrar al almacén de granos con zapatos.

Chata Mariko, enfermera de un centro de salud de Bamako, dijo a IPS que los medicamentos recomendables para la desnutrición son fáciles de adquirir.

«Un sobre de esos alimentos no sale más de 500 francos CFA (equivalente a un dólar). Pero, por desgracia, hay padres que no traen a sus hijos a tiempo», añadió.

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