El litio, una oportunidad para el desarrollo de América Latina

Crédito: BID
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Es un paisaje extenso y blanco, que se funde con el azul y el blanco del cielo. Se trata del Salar de Uyuni, un desierto de 11 000 kilómetros cuadrados de sal blanca brillante, visible desde el espacio exterior. Ese desierto boliviano no solo es un paisaje único, sino que posee la mayor reserva del litio del mundo.

El litio es conocido como el “oro blanco”, un tesoro guardado que además de Bolivia, poseen otros países sudamericanos omo ArgentinaPerú Chile.

Se trata de un metal, un elemento de la tabla periódica (Li) ubicado entre los alcalinos que ha permitido el desarrollo de una tecnología almacenadora de energía: la batería de iones de litio (Li-Ion).

Gracias a su flexibilidad y peso liviano, la batería de iones de litio permite cargar las de los dispositivos electrónicos más utilizados del planeta, como los teléfonos celulares y tabletas.

El diseño de la batería de iones de litio sienta “las bases para una sociedad inalámbrica”, dijo la Real Academia de las Ciencias de Suecia, cuando anunció a los tres ganadores del Premio Nobel de Química 2019.

El premio fue otorgado al estadounidense John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino por el desarrollo de esta batería , quienes comenzaron a investigar cuando Whittingham buscaba un método que para almacenar energía que no ocupara combustibles fósiles.

En los años siguientes Goodenough y Akira fueron optimizando la tecnología hasta llegar a un nivel que permitiera su uso y comercialización.

La explotación del litio para fabricar baterías de iones de litio representa una revolución para la industria eléctrica y un enorme potencial para el desarrollo social en América Latina y el Caribe. Y es que esas baterías no solo potencian los dispositivos electrónicos, sino que también permiten almacenar importantes cantidades de energía proveniente de fuentes renovables, como la solar y eólica.

Asimismo, se utilizan para proveer de energía a hogares e instalaciones comerciales, industriales y educativas en todo el mundo; además de impulsar a autos eléctricos alrededor del mundo.

En otras palabras: la batería de litio es un elemento que contribuiría a alcanzar una “sociedad libre de combustibles fósiles”, según afirmó la Real Academia Sueca de Ciencias.

“El uso de estas baterías ha cambiado radicalmente la industria eléctrica y el uso de aplicaciones vinculadas a la utilización de la electricidad.

Además, generan un mayor impacto en la promoción del desarrollo con acceso a la energía, porque permite una mayor aplicación de soluciones con paneles solares en sistemas aislados.

De esta forma, podemos llevar energía eléctrica a hogares aislados en toda la región”, explica Ariel Yépez, jefe de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El oro blanco del desarrollo

Argentina, Bolivia y Chile comparten un espacio geográfico privilegiado que es más conocido como el “triángulo del litio”. Estos tres países, junto con Perú, poseen un alto potencial para atraer inversiones y generar eslabonamientos productivos alrededor de la cadena de litio.

La región posee salares con niveles de concentración que hacen que su explotación sea sumamente rentable en relación a otros depósitos. 

Estos países cuentan con alrededor de 67% de las reservas probadas de litio y con cerca de la mitad de la oferta global, según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS).

Actualmente, el mercado del litio se ubica en torno a los 2 000 millones de dólares, con una proyección optimista de 7 700 millones para el año 2022.

Sin embargo, estos países enfrentan importantes desafíos para lograr que el uso del litio se traduzca en un instrumento efectivo para el desarrollo sostenible e inclusivo. 

Algunos, como Argentina, tienen el potencial para convertirse en el principal productor mundial de carbonato de litio, pero para ello se requiere generar mayor conocimiento técnico especializado e intercambio de mejores prácticas alrededor de la cadena de valor del litio, tanto de sus procesos como comercialización.

El desarrollo de la industria también implica una oportunidad para que el sector pueda adoptar tecnologías y prácticas innovadoras que permita un uso más sostenible de los recursos naturales. Las empresas de la región pueden integrar energías renovables para procesar, refinar y transportar el litio.

La batería para el desarrollo

“Las baterías de litio hacen posible un uso más eficiente de la energía, una mayor adopción de energía renovable y un menor impacto al ambiente”, señala Yépez.

La radiación solar se convierte en energía eléctrica a través de paneles solares fotovoltaicos. Esta energía se puede conectar a la red eléctrica o puede conducirse por medio de sistemas aislados.

El excedente de energía que producen esos paneles se almacena en baterías para uso durante la noche o en los períodos de poca radiación solar. En los sistemas aislados (islas o zonas remotas no conectadas a la red eléctrica), es necesario almacenar la energía a través de baterías para utilizarla durante las 24 horas del día.

La batería de litio permite almacenar ese excedente de una forma más eficiente. Estas baterías pueden almacenar entre  95 y 99% de la energía generada, mientras que las de plomo ácido -aún de uso común para almacenar energía solar- solo alcanzan hasta un 85%.

Con el desarrollo de esta tecnología es posible almacenar la energía que suministre electricidad a los hogares que aún no cuentan con este servicio.

Algunos países como Bolivia, Panamá, Suriname están aprovechando la energía que producen los rayos del sol para electrificar las zonas rurales o islas.
Un ejemplo de ello es un parque de energía solar que facilitó la conversión de la matriz energética a renovable en Corn Island, una isla en el Caribe nicaragüense. La planta solar, financiada por el BID, tiene una capacidad de 2,1 megavatios (MW) y almacenamiento con litio de 2,3 MW.

Gracias a las baterías de iones de litio, los países de América Latina y el Caribe podrán aprovechar más los proyectos solares para ampliar el acceso a la energía y reducir las emisiones de CO2.

América Latina y el Caribe ha aumentado significativamente su capacidad solar instalada, pero todavía tiene un largo camino para aprovechar plenamente su capacidad.

A finales de 2017, la capacidad total instalada en la región fue de 3 700 MW, cerca de 1% de la capacidad total instalada para generación eléctrica. Mientras, la capacidad eólica total instalada a finales para ese mismo año era 19 720 MW, un poco más de 5% de la capacidad total de generación de energía.

Para aprovechar esas energías, las baterías serán un factor central en los procesos de reconversión de la matriz energética de los países de la región.

Así, entonces, un mineral y un diseño tecnológico han transformado el mundo.

La sociedad inalámbrica y libre de combustibles fósiles podría estar cada vez más cerca. En esa carrera, el oro blanco de los salares de América del Sur se convertirá cada vez más en un motor de desarrollo para la región.

Este artículo fue publicado originalmente por Mejorando Vidas, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

RV: EG

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