Las criadoras de ganado son motores de cambio en India

Suma Bhen, criadora de camellos en el occidental estado indio de Gujarat, y sus dos hijas. Crédito: Athar Parvaiz/IPS.

Cuando le ofrecieron ser miembro ejecutivo de la asociación de criadores de camellos, Sangan Bhai, un hombre humilde de la región india de Kutch, en el occidental estado de Gujarat, sugirió a su esposa para el puesto, en una decisión que sorprendió a la comunidad.

La razón, según explicó a IPS, es simple. A diferencia de él, su esposa sabe leer y escribir y conoce tanto sobre la cría de camellos como cualquiera.

Meera Bhen, la única mujer en su comunidad que fue a la escuela, aunque solo hasta cuarto grado, aceptó de buena gana el desafío.

“Mi padre era muy favorable a mi educación, pero murió cuando era niña y tuve que dejar la escuela”, relató a IPS. “Pero seguí leyendo y escribiendo”, apuntó.

Su perseverancia valió la pena. Ahora es una de las pocas mujeres de la vasta zona árida llamada Lakhpat que sabe leer, escribir y tiene conocimientos de aritmética básica, habilidades cruciales en esta comunidad de pastores, con poca educación formal pero con un conocimiento sin igual sobre ganado.

Además, ahora Meera Bhen hace historia con una iniciativa suya: la Kutch Unt Uchherak Maldhari Sangathan (KUUMS), una asociación de criadores que tiene 350 integrantes y comienza a dar sus frutos.

“Ella fue la primera en sugerir que vendiéramos la leche de camellos”, dijo a IPS el presidente de KUMMS, Bhikha Bhai Rabari. “Nos pusimos en contacto con una compañía láctea y en cuanto el proyecto se ponga en marcha, nos pagarán el doble por nuestros productos”, explicó.

Un litro de leche de camella cuesta entre 17 y 20 rupias (casi 0,30 dólares), con lo que es muy difícil de sobrevivir para esta gente seminómada que se cree que emigró a la región de Kutch desde la sudoccidental provincia pakistaní de Balochistán hace unos 1.000 años.

Alrededor de 37 por ciento de los 300 criadores se ocupan de manadas de entre 30 y 60 camellos.

Pero con pocos mercados formales para vender la leche, se ven obligados a depender de las raciones de alimentos que suministra el gobierno.

Los criadores, llamados maldharis, hace tiempo que reclaman un ingreso complementario. Décadas atrás se ganaban la vida ofreciendo a los camellos como medio de transporte o vendiendo a los machos a un alto precio. Pero con la modernización de los vehículos y la construcción de redes de viales en las zonas rurales de India, están cada vez más marginados.

Ese problema, precisamente, es el que quería solucionar Meera Bhen cuando se le ocurrió la idea de la asociación.

Si la iniciativa prospera, se convertiría en la primera empresa en comercializar leche de camella en el país. El proyecto original, enviado al gobierno estadual por la Unión Lechera del Distrito de Kutch, prevé la creación de una unidad de procesamiento con una capacidad de entre 2.000 a 2.500 litros.

El objetivo del emprendimiento sería doble: ofrecer una alternativa de sustento para los maldharis y promover el aumento de consumo de una leche muy nutritiva, con menos contenido graso que la de vaca y más nutrientes por unidad.

Como Gujarat es el lugar donde nació la cooperativa láctea Amul, que acordó en 2012 dar la marca y vender la leche de camella, el proyecto parecía casi infalible.

Pero el año pasado se vio envuelta en un problema legal. Según la legislación actual sobre la producción lechera, se considera “leche” solo la de vaca, búfala, oveja y cabra.

Organizaciones no gubernamentales y expertos jurídicos trabajan para reformar la ley para que incluya también a las camellas, pero hasta que no se haga, el proyecto está estancado.

Poca gente sabe que detrás de la propuesta que ocupó los titulares de la prensa nacional, hay una mujer humilde. Pero entre los criadores, Meera Bhen es solo una de las muchas mujeres que gozan de un mayor grado de autonomía y respeto comparado con sus congéneres en este país de 1.200 millones de habitantes.

Saleem Nodae asingó cuatro búfalos para sus cuatro hijas. Crédito: Athar Parvaiz/IPS.
Saleem Nodae asingó cuatro búfalos para sus cuatro hijas. Crédito: Athar Parvaiz/IPS.

Un búfalo por niña

Muchas familias en India se lamentan cada vez que nace una niña, pero no es el caso en Banni, una zona de la región de Kutch. Aquí se adjudica un búfalo a cada una que nace.

Razia Saleem es una de ellas. Esta estudiante de cuarto grado ya cuenta con un patrimonio de unos 3.400 dólares en cabezas de búfalo.

“Esto le pertenece a ella”, contó a IPS su padre, Saleem Nodae, señalando los animales pastando. Sus tres hijas tienen cada una su propia parte de sus 80 cabezas.

Hasta que sean lo suficientemente grandes para hacerse cargo de los animales, las niñas reciben una parte de los ingresos generados por la venta de la lecha de búfala para que puedan “comprarse lo que quieran”, añadió Saleem. El resto se destina a la alimentación y el cuidado del ganado.

Las niñas usan sus ganancias con inteligencia. Razia gastó lo ahorrado durante tres años en una computadora. “Esta es la era de la tecnología y quiero beneficiarme de ello”, explicó la chica a IPS.

Por ahora usa la máquina para practicar dactilografía y arte digital. “Comenzaré a utilizar Internet solo cuando realmente lo necesite”, añadió.[related_articles]

“Cuando se case, tendrá entre cinco y siete animales a su nombre. Puede llevárselos a sus parientes políticos”, remarcó Saleem, quien explicó que eso le da cierto grado de independencia.

Unos 10.000 criadores viven en Banni, con unos 168.000 bufalos. Los maldharis son más independientes económicamente que los criadores de camellos, en parte gracias a la demanda consistente y a los mercados formales para la leche de búfala.

Aun así, los criadores nómades llevan una vida sencilla, llevando a sus animales a pastar durante todo el año y pernoctando en viviendas modestas durante la temporada monzónica.

“Se puede vivir sin comida, pero no sin agua”

La vida para las criadoras está lejos de ser fácil. Si bien tienen cierto grado de independencia y respeto, soportan una desproporcionada carga de responsabilidades comunitarias como la búsqueda de agua en un entorno seco.

Suma Bhen, al frente de una familia de criadores de camellos, contó a IPS que su fuente de agua más cercana es una represa ubicada a unos ocho kilómetros. La travesía bajo el calor abrasador se realiza a pie, con un camello cuya energía hay que cuidar para la vuelta.

“El camello puede cargar 70 litros de agua, que nos duran dos días”, indicó Eisa Taj, el esposo de Suma Bhen. “Pero apenas alcanza para nuestras necesidades”, explicó.

Su hijo, Saleh Alma, quien permaneció escondido durante toda la entrevista, salió al final con un papel en el que había garabateado: “Es muy difícil sin agua. Queremos que el gobierno nos ayude”.

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