IRAQ: Sindicatos de la ONU quieren quedar fuera del juego

La celebración de las elecciones previstas para enero en Iraq corre peligro, pues dos poderosos sindicatos de empleados de la ONU exigen que se retire al personal del foro mundial en aquel país.

”Un solo miembro del personal en Iraq es demasiado”, advirtieron la Federación de Asociaciones de Servidores Civiles Internacionales (FICSA) y el Comité Coordinador de Sindicatos y Asociaciones Independientes del Personal del Sistema de la ONU (CCISUA).

En conjunto, ambas organizaciones representan a más de 60.000 empleados del sistema de la ONU —incluidas las agencias humanitarias— apostados en todo el mundo.

En una carta dirigida al secretario general de la ONU, Kofi Annan, ambas instituciones dijeron que no solo no debería enviarse a ningún funcionario más del foro mundial a Iraq, sino que también ”debería instruirse a aquellos que ya están allí a abandonar el país lo más pronto posible”.

Luego del atentado con bomba contra las oficinas de la ONU en Bagdad en agosto del año pasado, que se cobró la vida de 22 funcionarios, la organización retiró del país a 375 empleados.

Hoy quedan allí unos 35 trabajadores extranjeros de la ONU, la mayoría en la fortificada ”zona verde” de Bagdad. Se trata de la avanzada de un equipo que brinda apoyo logístico a los preparativos de las elecciones.

Tras el atentado del año pasado, la ONU envió a Jordania a su personal en Iraq, incluidos los de agencias humanitarias como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentación (PMA) y el Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur).

Hoy, unos 200 funcionarios internacionales del sistema de la ONU supervisan desde Amman el trabajo humanitario en Iraq.

El portavoz de la ONU, Fred Eckhard, dijo este miércoles que ”la seguridad en Iraq se analiza día a día”. Los 35 funcionarios en Iraq ”no son suficientes para realizar las tareas necesarias, pero la situación de la seguridad no nos permite elevar el techo”, declaró.

La ONU ”no controla las elecciones en Iraq sino que ayuda al pueblo iraquí a organizarlas”, sostuvo Eckhard.

”La preocupación sindical es, por cierto, válida, pero las amenazas a la ONU y a su personal deben ser analizadas en el contexto de la decisión de trabajar en Iraq en los términos fijados por la ocupación”, dijo a IPS la experta Phyllis Bennis, del Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington.

La denominada ”transferencia de soberanía” registrada en junio, de la Autoridad Provisional de la Coalición encabezada por Estados Unidos a un gobierno interino iraquí designado por ella misma, no fue real, según Bennis.

”Con 140.000 soldados extranjeros aún en Iraq, la gran mayoría estadounidenses, con los cerebros de Washington operando entre bambalinas en todos los ministerios iraquíes, con Estados Unidos determinando cómo se utilizan los fondos del petróleo y las cuentas internacionales congeladas, la ocupación continúa”, sostuvo Bennis.

El atentado de agosto de 2003 fue consecuencia directa de la impresión de que la ONU operaba en Iraq en nombre de la ocupación estadounidense, según la experta.

La carta enviada por los sindicatos a Annan informa que ya pasaron los días en que los empleados de la ONU eran inmunes a los ataques violentos. ”En cambio, la ONU se ha convertido, lamentablemente, en un blanco directo (…) de crueles facciones terroristas y extremistas”, agrega.

”Esto es ampliamente conocido por los países miembros, altos funcionarios de la ONU y administradores del sistema de la ONU, y está ilustrado por la seguridad sin precedentes que rodea la actual sesión de la Asamblea General en Nueva York”, indican los sindicalistas.

La ONU informó el lunes que, por razones de seguridad, no informaría más a los corresponsales en la sede neoyorquina del foro mundial sobre las giras de Annan.

Un comunicado atribuido al líder de la red terrorista islámica Al Qaeda indicaba en mayo que se había puesto precio a la cabeza de Annan: 10 kilogramos de oro. La misma recompensa se ofrecía por el ex jefe civil de la ocupación estadounidense, L. Paul Bremer, y el ex representante especial de la ONU en Bagdad, Lakhdar Brahimi.

Los sindicatos se manifestaron ”extremadamente preocupados ante la posibilidad de que se eleve el techo” de 35 funcionarios hoy radicados en Iraq, advirtieron.

”Si los militares mejor armados y equipados del mundo no pueden garantizar su propia seguridad en ese ambiente, ¿cómo podría asegurarse, aun remotamente, la seguridad del personal de la ONU?”, se preguntaron.

El director del instituto académico Global Policy Forum con sede en Nueva York, Jim Paul, consideró que el reclamo de los sindicatos ”no es sorprendente, porque ya han expresado preocupación durante todo este tiempo”.

A pesar de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en ese sentido, ningún país ha ofrecido aún soldados para una fuerza militar convocada para proteger a funcionarios de la ONU y trabajadores humanitarios, dijo Paul a IPS.

Annan no está en condiciones de responder a la demanda sindical debido a la fuerte presión de Washington. ”Y la presión aumentará después de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, no importa quién gane”, pronosticó. (

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