IRAQ-ESTADOS UNIDOS: Sudeste asiático pone las barbas en remojo

Mientras Washington afianza su supremacía militar en Iraq, se reduce el espacio de maniobra de los gobiernos de Asia sudoriental para oponerse a la política exterior de Estados Unidos.

La región está en la mira de Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, como segundo frente en la ”guerra contra el terrorismo” declarada por el presidente George W. Bush.

Los países más afectados por la reducción del espacio político serán Indonesia y Malasia, que tienen población mayoritariamente musulmana.

Indonesia es el país islámico más poblado del mundo, con 212 millones de habitantes, 170 millones de ellos musulmanes. En Malasia, 10,8 millones de los 22,2 millones de habitantes son islámicos. El resto de los países de la región tienen minorías musulmanas.

Antes de la invasión de Iraq encabezada por Estados Unidos, el 20 de marzo, tanto Yakarta como Kuala Lumpur habían adoptado una clara postura contraria a la política exterior de Washington.

El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohammad, se convirtió en la voz antibélica más fuerte del mundo islámico al repetir hasta el cansancio que los países musulmanes se arriesgaban a una mayor marginación si sus líderes no hacían frente a las decisiones que Occidente les quería imponer.

A principios de mes, en la reunión de emergencia de la Conferencia Islámica en Doha, Qatar, Mahathir fue inequívoco en su llamado a los gobernantes de los 57 países miembros para que alzaran su voz en oposición a la campaña bélica de Estados Unidos contra Iraq.

La presidenta de Indonesia, Megawati Sukarnoputri, también manifestó su rechazo a la guerra, aunque con menos ímpetu.

Tailandia, por otra parte, optó por marchar tácitamente al ritmo de Washington en algunos frentes, como la presión a diplomáticos de Iraq para que abandonaran el país, si bien no expresó abiertamente su respaldo al ataque.

”El espacio para las posiciones independientes de política exterior se ha reducido”, y oponerse a la posición de Estados Unidos será muy costoso ahora, advirtió Thitinan Pongsudhirak, un experto en ciencia política de la Universidad de Chulalongkorn, Bangkok.

”La posición pragmática de Tailandia de mantenerse en el medio le facilitará el ajuste de su posición una vez terminada la guerra en Iraq”, agregó.

Johan Saravanamuttu, experto en ciencia política de Malasia, concordó en que la presión de Estados Unidos sobre el sudeste asiático en su ”guerra contra el terrorismo” será más fuerte una vez logrado el objetivo del ”cambio de régimen” en Iraq.

Sólo dos de los 10 países que constituyen la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Filipinas y Singapur, tendrán pocos problemas con su política exterior tras la derrota del gobierno de Saddam Hussein.

La presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, demostró el miércoles lo cerca que está su gobierno de Washington al celebrar la victoria militar de Estados Unidos en Iraq.

”Debemos recordar que nosotros nos beneficiamos significativamente de esa victoria, porque ahora estamos más protegidos de las armas de destrucción masiva y de los tentáculos del terrorismo internacional, instigado por estados renegados”, dijo Arroyo.

Filipinas formó parte de la ”coalición de los dispuestos” para expulsar a Saddam Hussein del poder, aunque no ofreció ayuda militar para la invasión. En la misma situación está Singapur.

Por otra parte, en Indonesia, la noticia del derrocamiento de Saddam Hussein fue recibida con llamados a un papel fundamental para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la reconstrucción de Iraq.

”Queremos que la ONU tenga su parte en el establecimiento de un gobierno de posguerra en Iraq”, expresó el canciller indonesio Hassan Wirayudha, citado por la agencia nacional de noticias Antara.

Malasia expresó una posición similar. ”La cancillería de Malasia y la de Indonesia son unánimes en esto”, declaró el martes Jalil Yaakoob, ministro malasio de Información, luego del lanzamiento en Kuala Lumpur del Fondo Humanitario del Pueblo Iraquí.

Thitinan anticipó que ”en los próximos días se escucharán más discursos de Malasia e Indonesia en favor de la ONU, como señal del ablandamiento de su anterior postura contraria a Estados Unidos”.

Ni siquiera el gobierno de Malasia está en condiciones de hacer frente a Washington, porque ”es muy dependiente del mercado de Estados Unidos”, agregó Johan.

Meses después de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, Washington afirmó que la red extremista islámica Al Qaeda, a la que responsabiliza por esos ataques, estaba vinculada con extremistas islámicos del sudeste asiático. El atentado en octubre de 2002 en la isla indonesia de Bali reforzó esta tesis.

Funcionarios del sudeste asiático y Washington sostuvieron que el grupo Jemaah Islamiyah está a la vanguardia de las redes extremistas islámicas de la región. El grupo, que pretende construir una región panislámica en el sudeste asiático, también fue acusado de vínculos con Al Qaeda.

”Indonesia y Malasia tendrán que caminar sobre una cuerda muy floja, porque después de Iraq, Washington podría volcar su atención hacia la región e ir tras los extremistas”, advirtió un diplomático del sudeste asiático que solicitó reserva. (

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