Inventores de Cuba ofrecen soluciones para la pospandemia

Los inventores y desarrolladores de Cuba respondieron como los del resto del mundo a la emergencia con la fabricación de equipos de protección y otros aportes, con base en sus innovaciones en electrónica, robótica, impresión 3D y reciclaje, entre otras, que realizan en grupos abiertos y de voluntarios.
Protegidos con mascarillas, los inventores Enmanuel y Erick Carmona (izda) muestran unas pantallas protectoras que han construido para ser donadas a centros de salud para combatir la pandemia de covid-19, en la privada galería taller La Lavandería, en el municipio de Playa, en la capital de Cuba. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

En la terraza de la casa taller del diseñador Jorge Luis de la Fuente, cada rincón y hasta las vigas que cargan el techo esconden algún artefacto o pieza que demuestran su dedicación por más de 16 años a la invención y el reciclaje de plásticos en Cuba.

Desde el sistema de plomería de la vivienda en un barrio periurbano de El Cotorro, un municipio de La Habana, hasta fuentes flotantes elaboradas por la pequeña comunidad de inventores para hacer espectáculos de agua y luces, develan un segmento poco conocido entre la sociedad cubana y que salió a la luz con la pandemia por covid-19.

Los inventores y desarrolladores de Cuba respondieron como los del resto del mundo a la emergencia con la fabricación de equipos de protección y otros aportes, con base en sus innovaciones en electrónica, robótica, impresión 3D y reciclaje, entre otras, que realizan en grupos abiertos y de voluntarios.[pullquote]3[/pullquote]

Ellos se inscriben en la llamada cultura “maker”, de innovadores o hacedores, que parte de que todas las personas tienen habilidades de crear y manufacturar productos, sobre todo en forma digital, aunque también física.

Es un movimiento mundial que crece desde 2005 y promueve la democratización del conocimiento y la cooperación entre personas de especialidades y saberes diversos. Crear, innovar y compartir son los tres principios de esta cultura, que también tiene un impacto educativo y opera en redes virtuales y con encuentros en la realidad.

“Teníamos un diseño de espejuelos (gafas) de protección, de 2016, que logramos en la búsqueda por reciclar todas las partes de los pomos PET (botellas de plástico)”, contó De la Fuente a IPS. “Antes de que la pandemia llegara a Cuba, nos preparamos en el taller y buscamos mucha información sobre el nuevo coronavirus”, añadió.

Hasta ahora su pequeña comunidad innovadora de cinco personas en sus hogares entregó 60 lentes y 60 pantallas faciales de protección a personal de salud del Hospital Militar Carlos J. Finlay, en Marianao, otro de los 15 municipios que engloban a La Habana, donde probaron primero una muestra de las gafas y realizaron recomendaciones sobre su uso.

“Hicimos esa donación para los servicios habituales de salud y la pesquisa que se hace en hospitales, empresas, prisiones o unidades militares, entre otras”, contó el diseñador, que aportó medios de protección a un área donde el contacto con el coronavirus es menor que en la atención directa a casos positivos, pero también implica riesgos.

De la Fuente, que espera por más desechos para seguir produciendo, integra los numerosos inventores cubanos de varias ciudades, que por sí solos o en alianzas con el sector estatal, participan del enfrentamiento a la pandemia y hasta reciben un inusual destaque por parte de las autoridades y la prensa estatal.

Los innovadores consultados por IPS coincidieron en cuánto pueden aportar también en la pospandemia, cuando la isla caribeña debe mantener la vigilancia epidemiológica y afrontar el impacto económico como el resto del mundo, pero en condiciones adversas por la agudización de las confrontaciones con Estados Unidos y debilidades internas.

El diseñador Jorge Luis de la Fuente muestra un accesorio construido con botellas de plástico para la elaboración de piezas de plomería, que sirven para hogares y fuentes de uso artístico, en su casa en un barrio periurbano del municipio de El Cotorro, uno de los 15 que conforman la capital de Cuba. Foto: Jorge Luis Baños/IPS
El diseñador Jorge Luis de la Fuente muestra un accesorio construido con botellas de plástico para la elaboración de piezas de plomería, que sirven para hogares y fuentes de uso artístico, en su casa en un barrio periurbano del municipio de El Cotorro, uno de los 15 que conforman la capital de Cuba. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

“Los grupos makers mostraron en la pandemia que pudieron seguir trabajando… Se han fortalecido y demostrado su viabilidad en Cuba. Podemos aportar en muchísimas cosas relacionadas con el reciclaje de plásticos y la producción de alimentos”, dijo De la Fuente, que integra la comunidad Copincha.

Copincha es una comunidad abierta para la experimentación colectiva en resiliencia tecnológica, que surgió en 2017 en la casa del diseñador Maurice Haedo, en el municipio habanero de Centro Habana. “Somos un espacio para ensayar, un laboratorio colaborativo, que socializa soluciones para el beneficio social”, dijo Haedo a IPS.

“La crisis de la covid-19 ha mostrado la importancia de construir una cultura colaborativa y resiliente. Hemos contribuido con varios colectivos a construir o perfeccionar sus soluciones ante la pandemia: mejorar los diseños y aplicar el reciclaje y el reuso”, continuó el joven, que labora en una empresa estatal.

Las caretas faciales protectoras impresas en 3D para el personal de la salud que aportan emprendedores privados y salen en los medios de comunicación guardan el conocimiento colectivo de las comunidades de innovadores, que han crecido a pesar de las limitaciones de asociación en el sistema centralizado y estatalizado cubano.

“Estos espacios son fundamentales para detonar en la pospandemia la creación e innovación tecnológica con lo que podemos hacer y encontrar en Cuba”, dijo el fundador de Copincha, que une a 100 colaboradores, entre ellos estudiantes, obreros y profesionales, que cooperan en proyectos productivos, artísticos y experimentales.

Todo comenzó con talleres para aprender electrónica en la pequeña casa de Haedo. “De ese encuentro se reveló una energía muy grande por la necesidad que la gente sentía de espacios colectivos”, contó sobre los inicios de la comunidad, conocida por sus actividades comunitarias de robótica para niños y niñas.

De izquierda a derecha, los creadores Enmanuel y Erick Carmona conversan con el artista plástico Rafael Pérez junto a una máquina que han desarrollado para realizar cortes por plasma a pequeña escala, en su taller en el municipio de Playa, en La Habana. Foto: Jorge Luis Baños/IPS
De izquierda a derecha, los creadores Enmanuel y Erick Carmona conversan con el artista plástico Rafael Pérez junto a una máquina que han desarrollado para realizar cortes a pequeña escala, en su taller en el municipio de Playa, en La Habana. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Máquinas para reciclar plásticos, fabricación de impresoras 3D con materiales disponibles en Cuba, producción de música electrónica, asistencia a laboratorios escolares y talleres formativos, muestran el trabajo de Copincha, que colabora con instituciones estatales diversas y comunidades internacionales de código abierto.

“Podemos ser catalizadores de soluciones locales a problemas locales”, dijo a IPS el emprendedor Abel Bajuelos, quien en representación de la comunidad maker y el sector privado participó en abril en un programa televisivo junto a ministros, lo que fue interpretado por observadores como un reconocimiento a ambos sectores.

Como parte de una alianza anterior con el estatal Centro de Neurociencias de Cuba (Cneuro) y otras nuevas, el negocio privado Crearte 3D-fab, de Bajuelos, y la comunidad Maker Cuba vs Covid-19 han fabricado más de 2000 viseras para pantallas faciales y cientos de protectores para resguardar las orejas en el uso de mascarillas.

“Además realizamos prototipos para piezas de repuesto de equipos médicos y propuestas de diseño de hisopos para tomar las muestras para detectar el nuevo coronavirus”, indicó el diseñador, sobre producciones con material propio y aportado por el Estado.

“Con potenciar estos grupos, el país aprovecharía las herramientas, muchas de ellas gratis, que nos facilita la actual convergencia de adelantos tecnológicos y el capital humano formado por décadas con un enfoque humanista”, propuso el emprendedor, para la etapa que se avecina.

Limitaciones de espacio, falta de registro legal, dificultades en el acceso a fondos para la innovación, ausencia de otros tipos de materiales y los altos precios y poca disponibilidad de internet de banda ancha, afectan el desarrollo de estas comunidades en Cuba, que se financian con voluntariado y aportes de sus integrantes.

No obstante, la actual pandemia ha catalizado la formación de nuevos grupos como Infinity, coordinado por el ingeniero mecánico Erick Carmona. “La iniciativa surgió en redes sociales al ver lo que estaba pasando en otros países y con la intención de replicarlo en Cuba, para apoyar a los hospitales con caretas faciales”, indicó Carmona.

Rodeados de cuadros e instalaciones, los hermanos Erick y Enmamuel fabrican caretas protectoras con material facilitado por Cneuro en la sede de la galería taller privada La Lavandería, donde les ha cedido un espacio el artista plástico Rafael Pérez, quien también en forma gratuita pone manos a la obra y ha aportado más de 3000 de estos implementos.

IPS identificó varias de estas comunidades en La Habana, incluida la red de hacedores Cubantech y el Grupo de Robótica y Mecatrónica de la universidad tecnológica de la capital, además de otros grupos en las provincias centrales de Villa Clara y Camagüey, donde funciona el colectivo Casaber.

Las autoridades cubanas están abocadas a buscar soluciones urgentes, sobre todo en producción de alimentos, en un contexto de deterioro de su economía, que decrecerá 3,7 por ciento este año por el impacto de la pandemia, según pronósticos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Ed: EG

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