INDIA-PAKISTAN: Rivalidad vuela con piloto automático

Pakistán se opone a reconocerle a India el derecho al veto en el Consejo de Seguridad de la ONU en caso de que ingrese al cuerpo como miembro permanente, en lo que parece un reflejo condicionado por la tradicional rivalidad.

Islamabad apoya la incorporación de puestos permanentes al Consejo de Seguridad de la ONU, incluido uno para Nueva Delhi, pero no la atribución del derecho al veto de esos nuevos miembros.

India cuenta en su pretensión con el apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos, actuales miembros permanentes del Consejo. Otros aspirantes firmes son Alemania, Brasil y Japón, y, según el proyectos en debate, Egipto, Nigeria o Sudáfrica por el continente africano.

La ampliación permitiría a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) recuperar legitimidad en el mundo en desarrollo.

Aunque la integración del foro mundial pasó de 45 países, en su fundación en 1945, a 191 en la actualidad, el Consejo de Seguridad, su órgano más poderoso, sólo se amplió una vez, de 11 a 15 miembros en los años 60.

En las instancias inaugurales de la sesión de la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2000, conocida como Cumbre del Milenio por la asistencia de numerosos jefes de Estado y de gobierno, 98 países efectuaron declaraciones explícitas a favor de la ampliación del Consejo.

El cuerpo actual integra a cinco miembros permanentes con capacidad de veto —China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia— y a 10 miembros no permanentes, elegidos por periodos de dos años por un criterio de rotación geográfica.

Un comité de la ONU pasó 10 años considerando cómo establecer una ”representación equitativa” en un Consejo de Seguridad ampliado, pero han hecho pocos avances en esa dirección.

Ninguno de los actuales cinco miembros permanentes se ha opuesto abiertamente a una ampliación, pero tampoco parecen demasiado dispuestos a compartir el poder.

Alemania, Brasil, India y Japón— realizarán una declaración conjunta a fines de este mes para exigir la reforma y ampliación del cuerpo.

Varios factores juegan en favor de India. El segundo país más poblado del mundo es hoy reconocido como una potencia mundial emergente, y es la mayor democracia mundial en pleno funcionamiento, con una economía que crece ocho por ciento al año.

Los diplomáticos indios trabajan duro en los pasillos de la Asamblea General de la ONU, que esta semana celebró las instancias iniciales de su sesión anual, para su propuesta de reforma del Consejo de Seguridad.

Mientras, los delegados pakistaníes exponen sus ideas al respecto, bastante diferentes.

Pakistán apoya la idea general de incorporar tres países al elenco de miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Así, parece respaldar la aspiración de India, así como la de Alemania y Japón.

Pero propone, también, que estos tres países carezcan de la facultad del veto sobre las resoluciones del órgano que hoy ostentan los cinco miembros permanentes actuales.

De acuerdo con esta facultad, cualquier resolución del Consejo resulta rechazada si un solo miembro permanente la reprueba con su voto negativo.

Pakistán considera que atribuir el derecho al veto a ocho gobiernos restaría eficacia y eficiencia al Consejo y paralizaría a la ONU.

Para el público pakistaní, la reforma institucional de la ONU es una deuda largamente pendiente, en especial porque decisiones que afectan a todo el planeta son tomadas por unos pocos países mientras el resto observan los acontecimientos.

El modo en que Estados Unidos intentó usar a la ONU en la crisis que condujo a la invasión de Iraq el año pasado está aún fresco en la memoria de los pakistaníes. También el modo en que el gobierno de George W. Bush evitó pedir el aval del foro mundial para su operación.

Con frecuencia, Estados Unidos ha vetado resoluciones del Consejo de Seguridad que han recibido apoyo abrumador en la Asamblea General que integran los 192 países de la ONU, en especial decisiones relacionadas con el conflicto entre Israel y Palestina.

En su discurso ante la Asamblea General el jueves, el primer ministro de India, Manmohan Singh, dijo que la inclusión de nuevos miembros en el Consejo ”podría constituir el primer paso en el proceso de convertir la ONU en un cuerpo verdaderamente representativo”.

Pero en el caso de Pakistán, parece haber caminos marginales que determinan el rumbo de la carretera principal.

La tensión entre Nueva Delhi e Islamabad por la disputada provincia india de Jammu y Cachemira va más allá de las rivalidades de la guerra fría, que enfrentó a Estados Unidos y a la hoy disuelta Unión Soviética.

La animadversión entre India y Pakistán es notoria. La diplomacia pakistaní siempre operó contra el reconocimiento de los logros y de la influencia internacional de India.

En las actuales circunstancias, la oposición de Pakistán a la incorporación plena de India al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro pleno parece, más bien, una reacción refleja acorde con su tradición de bloquear las iniciativas del vecino.

Esta guerra fría entre India y Pakistán no augura, por cierto, nada bueno para ninguno de los dos países, pues socava el papel de ambos en la comunidad internacional.

Ante la opinión pública mundial predomina hoy un balance negativo sobre la capacidad de resolución de conflictos, corroborada por la situación en Kachemira.

Pero hay algunas señales alentadoras. Singh se abstuvo en su mensaje ante la Asamblea General —como no lo hicieron sus antecesores en circunstancias parecidas— de manifestar su preocupación por los actos terroristas cometidos por combatientes procedentes de Pakistán.

Tampoco estuvieron presentes en el discurso de Musharraf, por primera vez en decenios, las tradicionales acusaciones contra India por supuestas violaciones de derechos humanos en Cachemira ni por el supuesto armamentismo de Nueva Delhi.

La península india se independizó de Gran Bretaña en 1947. Entonces se conformaron dos países, India, de mayoría hindú, y Pakistán, creado para albergar a los musulmanes del subcontinente.

Pero en el territorio pakistaní no incluyó el actual estado indio de Jammu y Cachemira, de mayoría musulmana, cuyo monarca hindú declaró entonces la anexión del territorio a India.

Los dos países se enfrentaron en una guerra en 1947, hasta que la ONU intervino y delineó la denominada ”línea de control”, que opera como frontera entre la Cachemira india y la pakistaní.

Nuevas guerras se sucedieron, en 1965 y 1971, que fortalecieron la línea de control como virtual frontera.

Pero en 1999, incursiones de militantes islámicos a través de la línea de control provocaron enfrentamientos armados que llevaron a India y Pakistán al borde de una guerra declarada en el distrito de Kargil.

India y Pakistán se convirtieron, a pesar de su pobreza, en potencias nucleares en mayo de 1998. Entonces, India realizó pruebas con explosivos nucleares a las que siguieron ejercicios similares de Pakistán.

India tendrá dificultades para obtener respaldo de Asia meridional en su apuesta por un escaño permanente en el Consejo de Seguridad.

Los líderes de la región creen que India se descansa más en su alianza estratégica con Estados Unidos que en sus propias fuerzas y en la de sus vecinos. El respaldo de Estados Unidos implica gran cantidad de votos en la Asamblea General de la ONU, pero no todos.

Y es el patio trasero de India lo que, a la larga, importa más. (

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