El hambre acecha detrás de la covid-19

Un informe de la ONU alerta sobre el riesgo de mayor desnutrición infantil tras el cierre de escuelas en las que recibían alimentos 368 millones de niños en 194 países. La inseguridad alimentaria es una de las consecuencias del impacto de la pandemia covid-19 y requiere medidas urgentes para contenerla, advierte la ONU. Foto: Alejandra León/PMA
Un informe de la ONU alerta sobre el riesgo de mayor desnutrición infantil tras el cierre de escuelas en las que recibían alimentos 368 millones de niños en 194 países. La inseguridad alimentaria es una de las consecuencias del impacto de la pandemia covid-19 y requiere medidas urgentes para contenerla, advierte la ONU. Foto: Alejandra León/PMA

El mundo puede registrar una emergencia alimentaria, con decenas de millones de personas empujadas al hambre y la pobreza en los países del Sur, si no se toman medidas para garantizar la alimentación durante la actual pandemia covid-19, alertó este martes 9 el secretario general de la ONU, António Guterres.

“Nuestros sistemas alimentarios están fallando, y la pandemia está empeorando aún más las cosas”, dijo Guterres al presentar un informe sobre el impacto de la covid-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición.

Este año, “es posible que unos 49 millones de personas más caigan en la pobreza extrema –la mitad en África subsahariana- y habrá una emergencia alimentaria mundial a menos que se adopten medidas de inmediato”, expuso Guterres.

Los últimos datos conocidos del Banco Mundial estimaron la pobreza extrema en 736 millones de personas, que sobrevivían con menos de 1,90 dólares diarios, y agencias de la ONU estiman que padecen hambre 820 millones de personas, aunque el mundo produce alimentos suficientes para sus 7800 millones de habitantes.

Guterres dijo que incluso países con disponibilidad de alimentos pueden ser afectados por interrupciones en las cadenas de suministros y, en general, la situación de hambre y pobreza en el largo plazo puede impactar la vida de cientos de millones de niños y adultos.

El informe recuerda que el cierre de escuelas en 194 países afectó programas de alimentación escolar para 368 millones de niños y niñas.

También, que 144 millones de menores de cinco años, 20 por ciento de los niños de esa edad en el planeta, tienen retraso de crecimiento por desnutrición.

La covid-19 cae además en áreas ya socavadas en cuanto a seguridad alimentaria, como África oriental, asolada por ciclos de sequía e inundaciones, la plaga de langostas, otras epidemias y desplazamientos forzosos ante conflictos armados.

Los habitantes de los países del Sur, que recibieron en remesas unos 445 000 millones de dólares en 2019, este año recibirán 110 000 millones menos, lo que merma las posibilidades de comprar alimentos.

Decenas de millones de personas desfavorecidas son a su vez trabajadores del campo o de la industria procesadora de alimentos, actividades afectadas dentro de la recesión global récord, de más de seis por ciento, según cifras del Banco Mundial.

A pesar de esos nubarrones “podemos evitar algunas de las peores repercusiones de la covid-19 sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, y hacerlo de modo que apoyemos también la transición verde que debemos efectuar”, sostuvo Guterres.

En primer lugar, debe haber “una movilización para salvar vidas y medios de subsistencia, sobre todo donde haya mayor riesgo, lo que implica la designación de los servicios alimentarios y de nutrición como esenciales, así como la protección adecuada a los trabajadores del sector de la alimentación”.

También “mantener la asistencia humanitaria a los grupos más vulnerables y llevar alimentos a los países con crisis alimentaria”, postuló el secretario general.

Por su parte, los gobiernos “deben apoyar más la producción, el transporte y la comercialización de comida, asistir a la población más pobre y atender las necesidades de liquidez de los pequeños productores y las empresas rurales”.

Se deben reforzar los programas de protección social que salvaguarden el acceso a alimentos seguros y nutritivos, especialmente para los niños y otros grupos de riesgo.

Y luego “invertir en el futuro para construir un mundo más inclusivo y sostenible, con sistemas alimentarios que atiendan mejor las necesidades de los productores y trabajadores del rubro y que, además, brinden un acceso más justo a alimentos sanos y nutritivos a toda la población para así poder erradicar el hambre”.

A-E/HM

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