GHANA: Estigma obstaculiza lucha contra cáncer de mama

La ghanesa Mary Mingle pensó que tenía un forúnculo en un seno, así que compró un medicamento e intentó curarse en su casa. Dos meses después, como el dolor persistía, acudió al médico y descubrió que tenía 11 bultos en sus pechos.

Mary Mingle mantiene en secreto su doble mastectomía por temor a ser discriminada. Crédito: Paul Carlucci/IPS
Mary Mingle mantiene en secreto su doble mastectomía por temor a ser discriminada. Crédito: Paul Carlucci/IPS
Mingle sufría la primera etapa de un cáncer, por lo cual se le informó que debía someterse a la remoción de sus senos y de su útero.

"El médico me alentó", dijo. "Cuanto antes me los sacara, mejor. De otra manera, moriría".

Ahora, años después de la cirugía, solo cinco personas de su entorno saben de su doble mastectomía: sus tres hijos, su hermana y su esposo. Durante 20 años la ocultó del resto de su familia y de los miembros de su iglesia utilizando un sostén reforzado, pues teme ser estigmatizada.

"No quiero que se den cuenta", dijo susurrando.
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Funcionarios de salud en Ghana dijeron que el cáncer de mama era un problema creciente debido a la falta de capacitación de los trabajadores de la salud, la escasez de equipos y a creencias populares perjudiciales.

Históricamente, el cáncer de mama ha recibido poca atención en este país de África occidental. Donantes e instituciones internacionales se han concentrado en las enfermedades contagiosas como el paludismo o malaria y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).

Sin embargo, las no transmisibles son las principales causas de muerte, según los Servicios de Salud de Ghana (SSG).

"Solamente ahora está recibiendo atención", dijo Kofi Nyarko, jefe del programa de los SSG para el control del cáncer.

Todavía no hay estadísticas sólidas. En Accra, el Hospital Escuela Korle Bu, una de las dos instalaciones en el país con servicios completos contra la enfermedad, elabora un registro de los casos.

En Kumasi, la segunda ciudad más grande de Ghana, en la central región de Ashanti, el Hospital Escuela de Komfo Anokye también trabaja en una base de datos.

Korle Bu recibe unos 3.000 casos de cáncer de mama al año, según Verne Vanderpuye, oncóloga clínica en ese sanatorio.

"El principal problema es que las mujeres no vienen a tiempo", dijo. "En un caso no tratado, cuando se expande más allá de los senos, el promedio de vida es de entre un año y medio y dos años. (El cáncer) se trasladará a la linfa, a los pulmones, el hígado, a los huesos y al cerebro".

Nyarko dijo que los hospitales habían ya reunido suficiente información como para que las autoridades tuvieran claro que el cáncer de mama se convertía en una enfermedad prevalente y cobraba víctimas cada vez más jóvenes.

"Ya no es una enfermedad para las mujeres mayores", añadió.

Hace unos tres años comenzó a tomar forma una campaña contra las enfermedades no transmisibles. En 2008, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el gobierno creó el Comité para el Control del Cáncer.

Con el apoyo de la OMS, los SSG han identificado tratamientos efectivos y estrategias de detección.

Los equipos de radiología son escasos en Ghana: hay solo 10 aparatos mamógrafos en todo el país, seis de los cuales se encuentran en instituciones privadas.

Por tanto, se procura fortalecer los exámenes clínicos y las tareas de seguimiento. Pero esto requiere de capacitación.

"Se necesitan recursos humanos", dijo Nyarko. "Se precisa cierto equipamiento a punto. Se necesitan todas esas cosas y dinero para capacitación. El hecho de que seas médico o enfermera no significa que puedas examinar a alguien y decir: ‘Estás libre (del cáncer)’. Debes estar entrenado", añadió.

Nyarko espera lanzar una completa estrategia nacional para fines de este año. Además de incrementar los exámenes clínicos, el gobierno planea construir un hospital con todos los servicios en Tamale, la mayor ciudad en la Región Norte.

Hay también un creciente énfasis en la prevención y en la toma de conciencia. Se han distribuido carteles y panfletos elaborados en conjunto con la Unión Internacional Contra el Cáncer.

Además de promover el ejercicio físico y las dietas con alimentos frescos, la campaña también tiene el objetivo de debilitar las creencias culturales ghanesas que oprimen a las víctimas del cáncer.

"La gente cree que el cáncer es un llamado a la muerte, pero le estamos diciendo que puede ser curado", subrayó Nyarko. "Sabemos que la toma de conciencia es muy lenta, incluso en las elites. Así que estamos trabajando en eso".

Es usual que las pacientes de cáncer sean discriminadas por sus propias familias. Además, en un país en que las mujeres asumen gran parte de las tareas tanto en el hogar como en los mercados, los esposos muchas veces se niegan a dejar que ellas se ausenten para recibir tratamiento.

Por otra parte, la quimioterapia no es cubierta por el seguro de salud y puede costar casi 2.000 dólares en apenas dos semanas.

Según el Banco Mundial, los casi 24 millones de ghaneses viven con un promedio de 1.283 dólares al año. Se espera que el descubrimiento del yacimiento petrolero de Jubilee en la Región Occidental impulse un crecimiento de 13,4 por ciento del producto interno bruto este año, aunque no necesariamente eso mejorará los ingresos de los habitantes.

Vanderpuye explicó que, en la sociedad ghanesa, perder los senos puede significar para muchas no sentirse mujeres completas.

La religión incide especialmente. Muchos pastores evangélicos les dicen a sus fieles que el cáncer es una enfermedad espiritual, y que la respuesta es la oración, no la cirugía. Como consecuencia, algunas mujeres no van al hospital hasta que los tumores se han propagado. Y luego mueren.

"Dicen que la cirugía mata. Es que esperan tanto que el cáncer se propaga y entonces parece que la cirugía matara", señaló Gladys Boateng, sobreviviente del cáncer de mama y fundadora de la organización no gubernamental Reach for Recovery.

Los grupos de la sociedad civil como éste juegan un importante papel en la toma de conciencia. Creada luego de que Boateng sobreviviera a su enfermedad, la organización asistió a 3.000 pacientes en los últimos ocho años.

Sobrevivientes apoyan al grupo, visitan mujeres en hospitales y ayudan en campañas de exámenes en áreas rurales aisladas.

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