Furia en Somalia por violación grupal de niña de 12 años

Niñas en el Centro Galkayo, en la región de Puntland, en Somalia. Crédito: Cortesía.
Niñas en el Centro Galkayo, en la región de Puntland, en Somalia. Crédito: Cortesía.

Aisha Elias Adan fue secuestrada el 24 de febrero en un mercado del pueblo de Israc, en la región de Puntland, en Somalia. Su cuerpo fue tirado frente a la casa de su familia a la mañana siguiente. El informe forense reveló que había sufrido una brutal violación grupal.

La dejaron con los genitales gravemente lastimados y se los llenaron con bolsas de plástico, al parecer para que fuera difícil obtener pruebas de ADN. Además, la ahorcaron hasta la muerte.

La madre de Aisha, destrozada, le dijo a la policía que escuchó ruidos durante la noche en una construcción vecina. Al irrumpir en la casa a la mañana siguiente, encontraron el vestido de su hija cerca de dos de los sospechosos, quienes todavía dormían.

Un tercer hombre logró escapar, pero fue apresado cuando se dirigía al vecino pueblo de Bosaso.

La violencia sexual, por desgracia, no es un hecho importante en Puntland. Y mucha gente se queja de que sencillamente “no se toma en serio”. Durante años ha sido relativamente común, así como la impunidad de la que gozan los responsables.

El Centro de Educación Galkayo para la Paz y el Desarrollo, una organización que creé en 1999, apoya en decenas de casos de violencia sexual todos los años.

La situación empeoró en los últimos tiempos, pues no solo civiles son responsables de las violaciones en grupo, sino también militares de profesión, marines e incluso los propios agentes de policía, cuya tarea es proteger a las niñas y a las mujeres y no lastimarlas.

Las mujeres en Puntland están furiosas por lo difícil que es que la gente se preocupe y que se haga justicia en los casos de crímenes en contra nuestra.

Durante muchos años, trabajé como activista local tratando de que se aprobara un proyecto de ley sobre Delitos Sexuales en Somalia, y finalmente se aprobó a fines de 2016. La primera norma de ese tipo en África oriental prohibió la explotación sexual, el acoso y la violación en grupo.

Llevó mucho tiempo impulsarla, pero finalmente se consiguió el apoyo generalizado de líderes religiosos y comunitarios, así como de los ministerios de Justicia, Asuntos Religiosos y Mujeres y Desarrollo y Asuntos Familiares.

Realmente lo consideramos como un momento histórico y esperábamos que implicaría que las mujeres y las niñas de la región se beneficiarían de cierta protección legal contra la violencia sexual.[related_articles]

Pero poco más de dos años después, es muy poco lo que parece haber logrado. Es casi imposible obtener estadísticas precisas, pero aunque sabemos que hay una gran prevalencia de violaciones y asesinatos en Puntland, el caso de Aisha es uno de los primeros en denunciarse. Su historia sale a la luz por su naturaleza violenta.

Incluso, las mujeres y los hombres somalíes se unieron hace dos semanas en una manifestación para reclamar justicia para Aisha y para todas las niñas como ella.

Pero sabemos que como hay un solo centro de salud, que carece de fondos, en la región de Garowe, y existen otras limitantes en los recursos policiales, eso podría ser más difícil de lograr de lo que nos gustaría.

En esta región políticamente inestable, la policía se queja no solo de la falta de fondos para la propia fuerza, sino también de tener que pagar la comida de los sospechosos detenidos. En algunos casos, eso implica que los liberan, pues es sencillamente demasiado costoso mantenerlos hasta el día del juicio.

La gente suele estar a favor de la ley de Violencia Sexual, pero sigue habiendo resistencia de varios sectores sociales, incluso, increíblemente, de algunos jueces, quienes preferirían que se usaran las normas consuetudinarias y religiosas en vez del sistema legal formal.

Eso contradice lo que está escrito en la Constitución, pero en la práctica significa que la familia de los responsables se acercarán a la familia de Aisha para negociar algún tipo de compensación.

Es necesario cambiar ese tipo de actitudes de forma urgente, pues significa que nunca se considera realmente a las víctimas, pues los hombres realizan acuerdos a puertas cerradas. Esperamos que el caso de Aisha sea procesado por los tribunales oficiales.

Aisha fue enterrada el 26 de febrero. Su caso fue realmente trágico, y causó un gran impacto en Puntland. Espero que sacuda las cosas. La violencia contra las mujeres y niñas, que parece no tener fin y en la que los hombres pueden evadir toda responsabilidad por sus acciones, tiene que terminar.

La única forma de lograr eso es poner a los violadores y a los asesinos tras las rejas utilizando los canales adecuados y protegiendo a las víctimas y a sus familias durante el tiempo que sea necesario para que la justicia se arraigue.

Traducción: Verónica Firme

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