Cambio climático sacude presente y pasado en Barbuda

Biólogo marino y ambientalista John Mussington (izquierda) y arqueóloga Sophia Perdikaris. Crédito: Desmond Brown/IPS

La diminuta isla caribeña de Barbuda, con 1.800 habitantes, se adapta al cambio climático, que resultó una fuerza tan arrolladora que no solo perturba a los vivos, sino también a los muertos que ocuparon el área hace varios siglos.

La arqueóloga estadounidense Sophia Perdikaris dijo que cuando el huracán Georges golpeó la región en 1998 hizo mucho más que concentrar la atención en la franja costera en desaparición.

“Comencé a venir a Barbuda porque el huracán expuso mucho material arqueológico y se intenta rescatarlo. Un esqueleto humano de 450 años después de Cristo quedó expuesto en el área llamada Seaview”, contó Perdikaris a IPS.

“De hecho, parte del material arqueológico (como ese esqueleto humano), que ahora tenemos en el nuevo museo, lo escavó el huracán Georges”, precisó.

Perdikaris, profesora de antropología en el Brooklyn College de la Universidad de Nueva York, explicó que los hallazgos procedentes de Barbuda reflejan las alteraciones en las condiciones climáticas cuando en el norte de Europa se vivía la época de la Pequeña Edad del Hielo.[pullquote]3[/pullquote]

“Están apareciendo en Barbuda hallazgos similares a historias que se cuentan en Groenlandia, Islandia y la costa norte de África”, apuntó. “Por lo tanto, esta no es solo una pequeña isla del Caribe, sino una parte importante de eventos climáticos mayores a ambos lados del (océano) Atlántico”, añadió.

Perdikaris indicó que una de las cosas que afronta la población local es “una gran palabra; cambio climático, ¿qué significa realmente y cómo afecta la vida de la gente y qué pueden hacer para cambiarlo?”.

Pero remarcó que la población local tiene capacidad de adaptación.

“Encontramos soluciones con ayuda de la extraordinaria experiencia de la población local porque son los mejores especialistas en su ambiente”, destacó.

“Tratamos de reunir información para saber cuáles son nuestros desafíos y cómo avanzamos para luego buscar los recursos económicos y la tecnología para concretar” iniciativas, indicó Perdikaris.

“Monitoreamos la erosión en muchas partes de la isla y también hacemos análisis del agua de los pozos para saber si es potable o si ha cambiado la salinidad. Todos estos esfuerzos son para evaluar a los tres acuíferos que están debajo de Barbuda”, añadió.

Otro proyecto que se desarrolla en la isla es la acuaponía, la combinación de acuacultura e hidroponía (cultivos en disoluciones minerales en vez de tierra), en el marco del reconocimiento de que el cambio climático probablemente ponga en riesgo la seguridad alimentaria de Barbuda.

“Los recursos marinos disminuyen. Es un problema cultivar cuando hay sequía o si solo se tiene agua salobre para regarlos, así que desarrollamos infraestructura para la acuaponía”, observó.

Perdikaris dijo que el cambio climático obligó a la población local a hacer algunos ajustes en su forma de vida y tomar medidas para garantizar su futuro.

“A medida que los glaciares se derriten por las altas temperaturas, lo que nos afecta al resto es el aumento del nivel del mar, lo que acarrea varias consecuencias”, explicó.

“En una isla baja como Barbuda, una de nuestras principales preocupaciones es qué superficie de la isla y con qué rapidez quedará bajo agua”, observó.

“Cuando aumenta el nivel del mar, este no solo avanza sobre la tierra sino también sobre los arrecifes de coral”, alertó.[related_articles]

El biólogo marino y el ambientalista John Mussington dijo que el alerta de los científicos respecto de que la isla de 161 kilómetros cuadrados es uno de los lugares más vulnerables por las consecuencias del cambio climático, no se toma a la ligera.

“Barbuda es plana. El punto más alto apenas supera los 30 metros. Ahora con el cambio climático, las pronósticos hablan de que el mar se eleva varios metros. Cuando observas la topografía actual de esta isla, ves que un tercio son lagunas y humedales”, explicó.

“Otro tercio es lo que llamamos tierras bajas. Una de las cosas que seguro pasará a causa del cambio climático es que el tercio de humedales se tragará a las tierras bajas y quedarán dos tercios de humedales”, dijo Mussington a IPS.

“Entonces nos quedarán poco más de 54 kilómetros cuadrados de tierras útiles. Esa es la realidad que afrontamos”, sentenció.

La cultura de Barbuda se sostiene sobre “el concepto de vivir de la tierra”, lo que, según Mussington, rápidamente se convierte en algo del pasado con el avance del cambio climático.

“Queremos mantener el hecho de que la tradición en Barbuda es que la gente viva de la tierra, y una de las cosas que vamos a afrontar en términos de los desafíos que plantea el cambio climático es que ya no vamos a poder hacer eso”, remarcó.

“Si queremos sobrevivir vamos a tener que superar esos desafíos, de ahí la dirección que tomamos para poder seguir alimentándonos con el consumo inteligente de proteínas y verduras”, añadió

Toda la población se entrena en la tecnología de la acuaponía, un sistema de producción de plantas y peces en un ambiente simbiótico.

“En 2012 soñamos con ayudar a Barbuda asegurándonos que podamos mantener nuestra fuente de proteínas en forma de pescado, así como producir verduras, a pesar de lo que fuera a pasar y está pasando con el cambio climático”, indicó Mussington.

“Con la tecnología de la acuaponía, de la que somos pioneros, tenemos en nuestros tanques 4.500 tilapias”, destacó.

“Debemos encontrar soluciones para seguir viviendo de la isla. Por eso la acuaponía resultó ser una de las cosas que promovemos porque el resultado final del cambio climático es que nuestros arrecifes de coral van a sufrir y nuestras playas van a cambiar”, añadió.

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