Energía nuclear intenta crecer en Brasil con argumentos ambientales

El director-presidente de la empresa estatal Eletronuclear, Leonam Guimarães, entrevistado por corresponsales extranjeros, teniendo como fondo las centrales nucleares Angra 2 (cúpula redonda) y Angra 1 (cilíndrica), en la ensenada de Itaorna, en la turística bahía de Angra dos Reis. Las dos centrales aportan tres por ciento de la electricidad consumida en Brasil y 40 por ciento de la de la de Río de Janeiro. Crédito: Mario Osava/IPS
El director-presidente de la empresa estatal Eletronuclear, Leonam Guimarães, entrevistado por corresponsales extranjeros, teniendo como fondo las centrales nucleares Angra 2 (cúpula redonda) y Angra 1 (cilíndrica), en la ensenada de Itaorna, en la turística bahía de Angra dos Reis. Las dos centrales aportan tres por ciento de la electricidad consumida en Brasil y 40 por ciento de la de la de Río de Janeiro. Crédito: Mario Osava/IPS

“Es la única fuente que no produce gases del efecto invernadero”, alega Leonam Guimarães, director-presidente de la empresa estatal Eletronuclear, para justificar el incremento de la energía nuclear en Brasil.

El país ya posee dos centrales operativas: Angra 1 y Angra 2 con potencia respectivamente de 640 y 1.350 megavatios, instaladas en la playa de Itaorna en el municipio turístico de Angra dos Reis, a 130 kilómetros en línea recta de Río de Janeiro.

Esa fuente responde por solo tres por ciento del consumo nacional, pero “40 por ciento del consumo de Río de Janeiro, que puede subir a 70 por ciento con Angra 3”, cuyas obras deben reanudarse en 2020 para comenzar sus operaciones en 2026, informó Guimarães a 15 corresponsales extranjeros que visitaron el complejo nuclear el 1 de agosto.

Angra 3, con potencia de 1.405 megavatios, situada al lado de las dos anteriores, refleja las dificultades de incorporación de la energía nuclear en la matriz energética brasileña, dominada por le hidroelectricidad.

Con buena parte de los equipos adquiridos en los años 80, tuvo sus obras iniciadas solo en 2010 e interrumpidas en 2015.

La reanudación depende de la conclusión, esperada para este año, de negociaciones para que alguna empresa privada se asocie al proyecto, aportando recursos para inversiones estimadas en cerca de 15.000 millones de reales (3.900 millones dólares al cambio actual).

Será un socio minoritario, ya que la energía nuclear es legalmente un monopolio estatal en Brasil. Aún no se definió si el aporte se hará constituyéndose una Sociedad de Propósito Específico para Angra 3 o por una asociación a Eletronuclear, la estatal dueña de las tres centrales, admitió Guimarães.

De 11 empresas consultadas, las tres que demostraron mayor interés son de Francia, China y Rusia y tienen buena capacidad técnica, pero para convertirse en socios deberán encontrar sus fuentes de financiamiento, explicó.

Además de completar el complejo Angra, el plan energético brasileño para 2030 prevé cuatro nuevas centrales nucleares que se construirían en las regiones del Nordeste y del Sudeste, las que más demandan electricidad en fuentes próximas y estables.

Además de contribuir a mitigar el recalentamiento del planeta, evitando gases de efecto invernadero emitidas por otras fuentes, la energía nuclear contribuye a la estabilidad del sistema eléctrico, acotó el presidente de Eletronuclear, un ingeniero y capitán retirado de la Marina, con una maestría en ingeniería nuclear en Francia.

Construcción de la central nuclear Angra 3, paralizada desde 2015 y que se proyecta reanudar en 2020. Cuando esté operativa, se calcula que en 2026, tendrá una potencia de 1.405 megavatios, suficiente para el consumo de más de dos millones de brasileños. Crédito: Mario Osava/IPS
Construcción de la central nuclear Angra 3, paralizada desde 2015 y que se proyecta reanudar en 2020. Cuando esté operativa, se calcula que en 2026, tendrá una potencia de 1.405 megavatios, suficiente para el consumo de más de dos millones de brasileños. Crédito: Mario Osava/IPS

Es un elemento cuya importancia crece ante el rápido incremento de las fuentes intermitentes, eólica y solar, en la matriz energética brasileña y también ante crecientes oscilaciones en la fuente hídrica, provocadas por el cambio climático que altera el flujo de los ríos.

Energía no es una mercancía, sino “un servicio que depende donde y cuando se genera”, subrayó para valorar Angra por su cercanía a las tres mayores regiones metropolitanas de Brasil, São Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte, como otro aporte a la estabilización del sistema energético.

El factor de capacidad, o electricidad efectivamente generada, se limita a 55 por ciento en las centrales hidroeléctricas, menos de 40 por ciento en las eólicas y poco más de 20 por ciento en las fotovoltaicas.
En cambio, la central nuclear alcanza más de 90 por ciento y en Angra ya llegó a 97,5 por ciento, destacó Guimarães.

De hecho “la energía eólica principalmente necesita un respaldo que hoy se hace con termoeléctricas a gas”, rol que también cumple la nuclear, reconoció Luis Pinguelli Rosa, físico nuclear y profesor de Planificación Energética en el centro de posgrado en ingeniería de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Pero “es mala idea expandir la generación eléctrica brasileña, hoy basada en fuentes hídrica y eólica, a través de la nuclear, pese a sus ventajas”, sentenció en entrevista con IPS.

“Presenta pros y contras, su operación no genera gases del efecto invernadero, pero su costo y el riesgo de accidentes son muy negativos y aún no hay solución para su basura”, arguyó. Además Angra 3 es un proyecto muy viejo, de los años 70, añadió.

Las centrales nucleares Angra 1 (cúpula cilíndrica), y Angra 2 (redonda), construidas en las décadas de los 80 y de los 90, generan tres por ciento de la electricidad consumida en Brasil. El gobierno planea expandir esa fuente energética con Angra 3 y otras cuatro centrales en otras partes del país. Pero hay voces contrarias por el alto costo, los riesgos de accidente y la basura nuclear aún sin un destino definitivo. Crédito: Mario Osava/IPS
Las centrales nucleares Angra 1 (cúpula cilíndrica), y Angra 2 (redonda), construidas en las décadas de los 80 y de los 90, generan tres por ciento de la electricidad consumida en Brasil. El gobierno planea expandir esa fuente energética con Angra 3 y otras cuatro centrales en otras partes del país. Pero hay voces contrarias por el alto costo, los riesgos de accidente y la basura nuclear aún sin un destino definitivo. Crédito: Mario Osava/IPS

Jefferson Araújo, jefe de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN, agencia reguladora) en Angra dos Reis, el municipio donde se ubican las tres centrales, observó a IPS que los equipos mecánicos, adquiridos en los años 1980 permanecen los mismos y casi no hubo innovaciones en esa área.

Lo que sí cambió son los componentes eléctricos y electrónicos, que fueron actualizados no solo en Angra 3 sino que ya se incorporaron en buena parte en las otras centrales. De esa forma, el hecho de que sean proyectos de cuatro décadas atrás no afecta su eficiencia ni seguridad, sostuvo.

Los grandes accidentes nucleares, de Three Mile Island en Estados Unidos (1979), de Chernóbil en Ucrania (1986) y Fukushima en Japón (2011), representaron lecciones que impulsaron centenares de nuevas medidas de seguridad en las centrales de todo el mundo,

“Repetir Chernóbil y Fukushima acá es imposible”, aseguró Araújo, realzando que no es la tecnología, sino fallas humanas que provocaron los accidentes, a excepción de Fukushima que se debió a factor externo, un terremoto seguido de tsunami.

Sobre los desechos, apuntó a IPS las rígidas normas de seguridad en su depósito actual, una “piscina” en la Unidad de Almacenamiento Complementario a Seco de Combustibles Irradiados, actualmente en construcción.

Algunos de los equipos adquiridos para la proyectada Angra 3, muchos desde los años 80, almacenados en espera que se construya la tercera central nuclear brasileña, con potencia de 1.405 megavatios. Suman 8.000 objetos mantenidos en 32 depósitos. Concluir la central costará cerca de 3.900 millones de dólares, pero descartarla costaría dos tercios de esa suma sin rédito alguno. Crédito: Mario Osava/IPS
Algunos de los equipos adquiridos para la proyectada Angra 3, muchos desde los años 80, almacenados en espera que se construya la tercera central nuclear brasileña, con potencia de 1.405 megavatios. Suman 8.000 objetos mantenidos en 32 depósitos. Concluir la central costará cerca de 3.900 millones de dólares, pero descartarla costaría dos tercios de esa suma sin rédito alguno. Crédito: Mario Osava/IPS

En cuanto al alto costo para conclusión de Angra 3, el presidente de Eletronuclear realzó que lo ya hecho corresponde a “un patrimonio de 9.000 millones de reales” (2.300 millones de dólares hoy) que sería botado, además de nuevos gastos con el pago de financiamientos y desconstrucción.

La tendencia actual, en su evaluación, es de recuperación de la energía nuclear en el mundo a excepción de Alemania, “único caso de suicidio tecnológico” al abandonar esa alternativa.

Combatir la contaminación urbana en ciudades donde el uso del carbón envenena el aire, como en China, o como pasó en Londres, es un beneficio ambiental que se suma al efecto positivo en el cambio climático, insistió Guimarães.

Otro es ocupar un área muy pequeña. El complejo Angra se limita a 1,5 kilómetros cuadrados, mientras embalses hidroeléctricos suelen sumergir centenares o miles de kilómetros cuadrados de tierra y bosques, recordó.

La historia de la energía es de un creciente concentración de sus fuentes, desde el fuego, al carbón mineral y al petróleo, en ciclos cada día más cortos, hasta llegar a la fisión nuclear, observó Guimarães, aun reconociendo que la energía nuclear tiene una marca terrible, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, lanzadas este mes hace 74 años.

En Brasil su historia tampoco es favorable. Angra 1, con potencia de 640 megavatios, adquirida completa, sin transferencia de tecnología, de la empresa estadounidense Westinghouse en 1971 solo logró iniciar sus operaciones en 1985, con muchos apagones al punto de llamarse “central luciérnaga” en su primera década.

Angra 2 fue la primera y única hasta ahora de un acuerdo firmado con Alemania en 1975, para la construcción de ocho centrales nucleares, con transferencia de tecnología. La obra iniciada en 1981 sufrió varias interrupciones hasta la conclusión en 2000.

La segunda del acuerdo, Angra 3, enfrenta nuevos tiempos de crisis económica en Brasil y de un gobierno, el del ultraderechista Jair Bolsonaro, que no reconoce la emergencia climática y tampoco la existencia de problemas ambientales en el país, como la deforestación amazónica.

Edición: Estrella Gutiérrez

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