El veto de la ONU a las ONG en la semana de alto nivel provoca fuertes protestas

Las manifestaciones de activistas de la sociedad civil durante cumbres organizadas por las Naciones Unidas son ya habituales en el mundo, como esta impulsada por jóvenes durante la COP26 sobre cambio climático, realizada en la ciudad escocesa de Glasgow en noviembre de 2021. Foto: Laura Quiñones / ONU

NACIONES UNIDAS –  Cuando los líderes mundiales, más de 150, hacen su peregrinaje político anual para dirigirse a la Asamblea General en la tercera semana de septiembre, la seguridad en el organismo mundial es excepcionalmente estricta. Y este año no es una excepción, cuando este martes 20 comenzó el segmento de alto nivel de su 77 periodo de sesiones.

Tras dos años de cierres intermitentes debido a la pandemia de covid-19, la Secretaría de la ONU vuelve a funcionar a pleno rendimiento, pero prácticamente en una zona de guerra de alta seguridad.

La parte de alto nivel de la 77 Asamblea General dura una semana y concluirá el lunes 26, pero las organizaciones no gubernamentales (ONG) tienen prohibido el acceso a los edificios de la ONU del 16 al 30 de septiembre.

Mandeep S. Tiwana, jefe de Programas de Civicus,  la alianza mundial de la sociedad civil, dijo a IPS que la nota emitida por la oficina responsable de las ONG en el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (Undesa) establece que «según la práctica habitual», el acceso a las instalaciones de la ONU está restringido.

Del 16 al 30 de septiembre, dice la circular, la sede de la ONU será accesible solo para el personal de la ONU y las delegaciones de los miembros.

La suspensión de los pases anuales y temporales de las ONG con estatus consultivo en el Consejo Económico y Social (Ecosoc) durante el período de sesiones de la Asamblea General es discriminatoria y contraria a la intuición, “ya que priva a la comunidad internacional de los beneficios de la participación de la sociedad civil en tiempos de inmenso caos, perturbación y contestación a nivel mundial», dijo Tiwana.

“Es una oportunidad perdida para que la ONU y las delegaciones diplomáticas de los Estados interactúen libremente con los representantes de la sociedad civil, que aportan una gran cantidad de conocimientos, experiencia sobre el terreno y un profundo compromiso para resolver los problemas mundiales de acuerdo con los principios de la Carta de la ONU”, afirmó.

Tiwana consideró, además, que “esta actitud displicente de las autoridades de la ONU pone de manifiesto una vez más la necesidad crítica de que la sociedad civil tenga un defensor dentro del sistema en forma de enviado de la sociedad civil de la ONU».

El nombramiento de un enviado especial para las ONG, planteó, puede ayudar a desbloquear los cuellos de botella que coartan la participación de la sociedad civil en la ONU, así como a promover las mejores prácticas sobre la participación de las personas y la sociedad civil en todas las instancias del organismo.

Durante la conmemoración del 75 aniversario de la Carta de la ONU en 2020, el secretario general, António Guterres, dijo que los grupos de la sociedad civil fueron una voz vital en la Conferencia de San Francisco, que dio vida a la ONU.

«Ustedes han estado con nosotros durante décadas, en los campos de refugiados, en las salas de conferencias y en la movilización de las comunidades en las calles y plazas de todo el mundo», dijo.

“Hoy estáis con nosotros cuando nos enfrentamos a la pandemia de covid-19. Sois nuestros aliados en la defensa de los derechos humanos y en la lucha contra el racismo. Sois socios indispensables para forjar la paz, impulsar la acción climática, promover la igualdad de género, prestar ayuda humanitaria que salva vidas y controlar la propagación de armas mortales, añadió.

También aseguró que “el marco mundial para el progreso compartido, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es impensable sin ustedes».

Sin embargo, a todas las organizaciones de la sociedad civil se les ha prohibido el acceso al edificio de la ONU durante una de las sesiones más cruciales de la Asamblea General, como es la de alto nivel de la Asamblea General.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Louis Charbonneau, director de Human Rights Watch (HRW) en la ONU, dijo que la Secretaría de la ONU “tiene una política poco útil” de prohibir a las organizaciones de la sociedad civil (OSC) el acceso a la sede durante la semana de alto nivel.

Eso, añadió, les impedirá estar dentro del edificio, como sí están el resto del año, aunque estarán disponibles para los periodistas fuera de la sede.

“También pedimos a los Estados miembros y a la Secretaría de la ONU que pongan fin a la absurda exclusión de la sociedad civil durante una de las semanas más importantes del calendario de la ONU», dijo Charbonneau.

El representante de HRW, amplió más tarde a IPS que “nos hemos quejado públicamente de los términos de la prohibición del período de la Asamblea General de la ONU a las ONG en el pasado, porque es arbitraria y a veces se extiende más allá de la semana de alto nivel, lo que no tiene sentido».

Recordó que hay otros episodios de “escandalosa prohibición”, como cuando una vez reabierta la sede de la ONU en Nueva York tras la pandemia, a las ONG se les mantuvo la prohibición de ingreso, cuando a todos los demás, incluidos los turistas, se les permitió el acceso.

Aquel episodio “nos hizo darnos cuenta de que hay una necesidad urgente de que la sociedad civil se oponga a los intentos de marginar a las ONG en la ONU”, dijo Chafbonneau.

“El modo en que se utilizó la covid para mantener a la sociedad civil fuera de la ONU, cuando se permitió la entrada de diplomáticos, funcionarios de la ONU y periodistas, confirmó nuestra creencia de que ya es hora de presionar para poner fin a la prohibición de ingresar en la sección de alto nivel de la Asamblea General y a otras restricciones sin sentido”, afirmó.

Es, además, consideró, una contradicción con la “Agenda Común” de Guterres, llena de palabras sobre la importancia de la sociedad civil para el organismo.

“Ya es hora de que la ONU haga que sus acciones reflejen la retórica”, declaró Charbonneau.

Jens Martens, director del Global Policy Forum Europe, dijo a IPS que el comportamiento de la ONU y de los Estados miembros hacia las ONG ha sido a menudo hipócrita.

“Por un lado, elogian a las ONG y declaran que la participación de la sociedad civil en el trabajo de la ONU es una prioridad absoluta. Por otro lado, restringen o incluso impiden el acceso de las ONG, como acaba de ocurrir durante la semana de alto nivel de la Asamblea General de la ONU», dijo.

A su juicio, si los Estados miembros y la Secretaría de la ONU se toman en serio su aprecio por las ONG, no deberían tratarlas como posibles riesgos para la seguridad”. Por el contrario, argumentó, “deberían facilitar el acceso y crear mejores condiciones de trabajo para las ONG en la sede de la ONU”.

La medida de la ONU suscita una pregunta: ¿se considera a las ONG un riesgo para la seguridad?

Los jefes de Estado y de gobierno, los ministros de Asuntos Exteriores, los embajadores y otros diplomáticos pueden circular libremente y evitar los controles de seguridad.

Mientras, la mayoría de los funcionarios de la ONU, los corresponsales de la ONU y los periodistas visitantes son considerados tienen limitados sus movimientos, mientras que los jubilados de la ONU tienen prohibida la entrada.

Ello pese que el  único «ataque terrorista» contra la ONU se produjo desde el exterior, no desde el interior.

Cuando el dirigente argentino-cubano Ernesto Che Guevara, en su día segundo al mando del líder cubano Fidel Castro, acudió a las Naciones Unidas para dirigirse a las sesiones de la Asamblea General en 1964, la sede de la ONU fue atacada… literalmente. El discurso del revolucionario marxista quedó momentáneamente ahogado por el sonido de una explosión.

Las fuerzas anticastristas de Estados Unidos, respaldadas por la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA), habían montado una insidiosa campaña para impedir que el Che Guevara hablara.

Un bazooka fue disparada contra el edificio de la Secretaría, de 39 plantas, mientras se celebraba una ruidosa manifestación anticastrista y anti el Che, inspirada por la CIA, frente al edificio de la ONU en la Primera Avenida y la calle 42 de Nueva York.

Pero el lanzacohetes, que al parecer no era muy sofisticado, no alcanzó su objetivo, hizo sonar las ventanas y cayó al río a unos 200 metros del edificio de la ONU.

Un informe periodístico lo describió como «uno de los episodios más salvajes desde que las Naciones Unidas se trasladaron a su sede del East River (río Este) en 1952».

El fallido ataque se produjo cuando el Che Guevara lanzaba un ataque fulminante contra la política exterior de Estados Unidos y denunció una propuesta de pacto de desnuclearización para el hemisferio occidental.

Cuando al finalizar su discurso ante la Asamblea, se le preguntó al Che Guevara por el atentado frustrado en su contra, bromeó que “la explosión ha dado más sabor a todo el asunto”, mientras  masticaba uno de sus puros cubanos.

R: MF / ED: EG

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